Pregunta. Fuiste miembro fundador de Milladoiro, grupo fundamental en la música de raíz gallega. ¿Qué recuerdas de aquella época?
Respuesta. Los recuerdos aún están vivos en la memoria, de repente visitábamos un campo absolutamente virgen lleno de motivaciones fascinantes, de melodías maravillosas y todo por descubrir. Cualquier cosita que hacías, eras un descubrimiento nuevo para todo el mundo, para ti y para todos los que te rodeaban, era un campo fértil en donde no hacía falta que te rompieras la cabeza para hacer algo. Y como las guías que había fuera de España estaban bastante claritas también, te iban marcando caminos y tampoco ibas a caer en la imitación pura, porque tenías un material que era propio del país. Se me antoja todo bastante fácil, aunque también pienso en la dedicación que le dábamos todos, todos estábamos pensando constantemente en eso y no había horas para dejar de ensayar y estudiar. Era una máquina de crear. Pasó el tiempo y se fue haciendo más complicado, pero también se fueron abriendo nuevas puertas. Vino la internacionalidad, las giras en sitios inesperados, EE UU, Japón. Entonces conocías gente y te iban abriendo más las ideas, enganchabas con el público, era más fácil comunicarte con él. Yo me fui porque empecé a sentir que había otras cosas fuera y Milladoiro a finales de los 90 requería exclusividad casi absoluta. Tenía la sensación de que me estaba haciendo mayor y me estaba perdiendo otras historias y por eso lo dejé. Fue muy traumático, pero ya pasó, podemos estar juntos sin echarnos a la cara ningún trasto. Abandonar una historia que fue tu vida durante 30 años, en un momento fuerte con giras por Asia y EE UU, fue una especie de arrebato, estuvo bien para unas cosas y mal para otras.
Dejé Milladoiro porque tenía la sensación de que me estaba haciendo mayor y me estaba perdiendo otras historias.
P. El primer disco de Milladoiro fue A Galicia de Maeloc, pero antes hubo un disco que se llamaba Milladoiro, firmado por Antón Seoane y Rodrigo Romaní.
R. Si, empezamos Antón Seoane y yo, y conocimos a la gente que hacía música tradicional. Vivían en Santiago, pero hacían su música de gaita, sus alboradas, sus fiestas, sus recorridos, sus misas, sus marchas procesionales, vivían ese mundo. Nosotros vivíamos más el mundo de la música universitaria, entre Voces Ceibes y los últimos coletazos de la canción protesta, la canción francesa y una especie de neomedievalismo donde las fantasías medievalistas eran maravillosas y todo nos parecía muy antiguo, muy medieval y muy santiaguesco. En ese mundo surgió la unión con lo tradicional y de ahí salió la inspiración. En esa unión el protagonista era Xosé Ferreiros, que tenía un grupo de gaitas. Con él trabajamos en ese disco que se llama Milladoiro y cuando decidimos dar un paso adelante y fusionarnos de una manera más global, a él se le ocurrió el nombre y así se quedó. Se incorporó gente que venía de la música culta, Xosé A. Méndez, que toca la flauta y lo sigue haciendo en Milladoiro, y Laura Quintillán, que venía de Uruguay y ya no está en Milladoiro. En el repertorio se mezclaba la fantasía medieval con la música tradicional y luego empezaron a llegar las cosas de Stivell, The Chieftains…
P. ¿Qué había en el folk gallego antes de Milladoiro?
R. Es que no había folk. Casi simultáneo a Milladoiro estaba el trabajo de Emilio Cao y creo que el primer disco de folk de la historia de Galicia es el de Emilio, unos meses antes que el de Milladoiro, que se llamaba Fonte de Araño. Al mismo tiempo se estaba creando en Coruña un grupo que se llamaba Doa, algunos de cuyos miembros venían de la canción protesta, como Miro Casabella. Entonces no había nada, en ese momento se creó el folk, esa palabra que define la música tradicional del campo en la ciudad, es decir, las influencias de los urbanitas que éramos nosotros, que escuchábamos mucho a The Beatles, Neil Young… De esa mezcla salió el contenido de Milladoiro y los demás grupos.
Antes de Milladoiro, en Galicia no había folk. Creo que el primer disco de folk de Galicia fue el de Emilio Cao.
P. Has creado escuela con el arpa y de tus alumnos han surgido Sete Saias, Roi Casal…
R. Sí, efectivamente, el hecho de que se implantaran en Vigo estudios de arpa céltica fue definitivo. Todo radica en la educación, absolutamente todo, es un trabajo a largo plazo. El que pone el dinero, y me refiero a los políticos, nunca va a ver el resultado, cuando dé resultado ya no estará en el lugar que le permite administrar el dinero, pero la sociedad sí va a ver los resultados. Es algo que la sociedad actual española está tirando por la borda, cuando es un concepto fundamental. Es una tautología lo de “toca todo menos la educación, la cultura y la sanidad”, eso tenía que estar en la Constitución, pero nos lo estamos cargando. Si hay un sitio donde los alumnos aprenden y los profesores también, la sociedad evoluciona. Está clarísimo: no tengo dinero, pues invierte en educación.
Todo radica en la educación, absolutamente todo, y es un trabajo a largo plazo que la sociedad actual española está tirando por la borda.
P. Hablemos un poco de Sondeseu. ¿Cómo surge la idea de crear la primera orquesta folk de España y posiblemente de Europa?
R. Pues es lo que estábamos hablando, los alumnos aprenden y los profes también. Al lado del aula de arpas estaban la de violín, la de gaita, la de percusión, la de canto, y de repente vimos que aquello no tenía sentido si no nos entendíamos, si no lo hacíamos en conjunto. ¿Qué sentido tenía enseñar a cantar si luego no se iba a poder formar un conjunto? Había que crear el conjunto y luego un tema en el que las voces tuvieran una parte, los violines otra, las gaitas otra… De ahí surgió la necesidad de hacer arreglos para secciones, no ya para canciones, y fue surgiendo un repertorio. Cuando lo empiezas a ensayar te das cuenta de que acabas de descubrir una fórmula nueva por puro azar, partiendo de una necesidad. Entonces ves que funciona todo junto, que a la gente le empieza a gustar, que hay disciplina, que estudian para poder ir a la clase de conjunto, que hay un cierto equilibrio y tenemos un producto nuevo. ¿Cómo vas a llamar a eso? Big band es anglosajón, combo suena a Latinoamérica… Pues lo vamos a llamar orquesta. La primera vez que salimos fuera de la escuela, la gente reaccionó de muy buena manera y les gustó mucho. Entonces empezamos a hacer más actuaciones, llegó la primera grabación y eso fue ascendiendo hasta que llegó el colofón llamado Red Europea de Orquestas Folk, que parimos desde Vigo. Pensamos que si esta fórmula la hacíamos nosotros, la podría hacer otra gente en otros sitios y podíamos crear una red para actuar, con apoyos oficiales. Le pedimos dinero a Europa, fuimos a un concurso de ideas en el Programa Cultura 2007-2013 y a pesar de que no tuvimos apoyo de ningún tipo, nos lo concedieron. Le dieron ocho proyectos a España, entre ellos el nuestro, y en eso nos metimos con la idea de exportar Sondeseu.
Nuestra primera víctima propiciatoria fue nada más y nada menos que la Academia Sibelius de Finlandia, que en música clásica es el número uno de Europa y tiene un departamento de folk desde los años 80, el más antiguo de Europa. A ese departamento nos dirigimos para que hicieran algo similar a Sondeseu y colaborar juntos. Tuvieron muchos problemas, porque en todas partes se cuecen habas. En la Academia Sibelius el departamento de folk es uno de los más pobres y les costó muchísimo trabajo conseguir que la academia, con todo su prestigio, pusiera dinero para hacer un proyecto con los folkis españoles e italianos, pero lo consiguieron y al final le plantearon al rector hacer una orquesta. El rector les contestó que la orquesta es una formación de clásica, con su estructura desde el siglo XIX, y los folkis no podían hacer una orquesta. Así fue hasta que se celebró el primer encuentro en Helsinki, coincidiendo con la inauguración de un centro muy moderno. Allí estuvimos Sondeseu, los italianos de Arte Motiva y la Folk Big Band, que se llamó así para poder esquivar el asunto de la orquesta. Habían trabajado en silencio hacia sus jefes durante dos años, aplicando justo el esquema de Sondeseu, y cuando el rector los vio, saltó de su asiento y se puso en pie a aplaudir. Nos dimos cuenta de que acabábamos de exportar una fórmula a los finlandeses, fue una gran satisfacción moral. Ahora la Folk Big Band ya gira por todo el mundo. Es un trabajo que hacen los alumnos, los músicos de Sondeseu no cobran absolutamente nada y los profes cobramos por ser profes de la ETRAD (Escola Municipal de Vigo de Música Folk e Tradicional), porque Sondeseu está vinculada a la escuela. Disfrutamos cada vez que actuamos. Vigo y Coruña se llevan fatal en el deporte y cuando fue el otro día Sondeseu a La Coruña, llenaron el teatro y se pusieron en pie. Sondeseu juega con el anonimato, con que es una orquesta sin director. Lo que hago es coordinar y arreglar, pero no los dirijo ni les marco el tiempo. Los méritos son de los músicos, no del director.
Exportamos la fórmula de Sondeseu a los finlandeses y ahora la Folk Big Band ya gira por todo el mundo. Fue una gran satisfacción moral.
P. ¿Habrá nuevas grabaciones y giras de Sondeseu?
R. Sí, en septiembre. Estamos haciendo los temas nuevos con cosas de Anxo Pintos, de Xaquín Xesteira y lo que haga yo. Queremos que participe mucha gente para que darle variedad al sonido de la orquesta.
P. También creaste un proyecto menos numeroso, el trío Lizgairo. ¿Tendrá continuidad en el futuro?
R. No, no continúa porque no dio mucha actividad en directo y al no haberla te cansas de ensayar. Nos vemos todos los días y cualquier día podríamos rescatarlo, pero fue una cosa puntual.
P. “As Arpas de Breogán”, no puede haber un título más gallego para un disco…
R. La verdad es que sí, pero los títulos me resultan muy difíciles, nunca sé si están bien puestos o no. Yo quería que tuviera un sabor inmediato a Galicia, que a una persona de Sevilla que tenga el disco en las manos le remita al noroeste, al Atlántico y Galicia. Puestos a buscar el nombre, encontramos una frase de Eduardo Pondal, uno de los poetas precursores en el uso de la lengua gallega a mediados de siglo XIX y autor del himno gallego. Tiene unas estrofas que acababan con esa frase sobre el sonido cadencioso de las arpas de Breogán.
P. Has dicho sobre ese disco que es una deuda que tenías con el arpa.
R. Si, no es un punto de partida, pero a medida que vas haciendo cosas te das cuenta de que llevas 30 años viviendo de ese instrumento y no le hiciste un disco. Llevo muchos años comiendo de él y el humilde homenaje personal que se merece no lo había hecho nunca. Ahora ya lo hice, me puedo morir tranquilo, que ya hice un disco dedicado al arpa.
Llevo 30 años viviendo del arpa y hasta ahora no le había hecho el homenaje personal que se merece. Ya me puedo morir tranquilo.
P. Háblanos un poco del repertorio. ¿Es todo de composición propia?
R. Hay composiciones mías, otras hechas sobre motivos tradicionales, hay algún guiño a la música culta, una reinterpretación folki de una canción de Andrés Gaos, un compositor neoclásico de Galicia que estuvo toda su vida en Argentina, con letra de Rosalía de Castro, pero básicamente manda la composición propia.
P. Hay dos suites en el disco. En la primera, “As arpas de Breogán” recuperas melodías ya tratadas en momentos anteriores.
R. Recupero una melodía de Milladoiro y otra de mi primer disco en solitario, Albeida, y con ellas y otras creadas ex profeso en la misma tonalidad hago esa suite. No la hice en conciencia, fui enganchando cosas que quedaban bien y salió la suite de más de 16 minutos con dos arpas. Pensé que no le iba a gustar a nadie y resulta que es lo que más está gustando. Nunca sabes realmente cuál va a ser la reacción de la gente.
P. El disco se abre con una rareza, una composición para ocarina llamada “Terra de Melide”.
R. La ocarina es un instrumento menor, en realidad es un juguete infantil. A un ceramista italiano se le ocurrió que podía darle forma alargada, ponerle agujeritos y hacer ocho notas con eso, y se popularizó. En 1853 se realizó la primera intervención pública con una ocarina como la que conocemos ahora. En nuestra ignorancia y fantasía medieval, a finales de los 70 llegamos a utilizarla en grupos de música antigua y medieval, cuando es de 1853. Como es de barro tiene ese sonido que parece antiguo y su afinación no es exacta, tienes que tocarla con bastante tino para que no se te vaya. Es curioso, el sonido del barro llama la atención, tiene un no se qué de tierra que funciona y por eso la utilizo.
P. “Mi morena” es un tema tradicional, en parte cantado en castellano.
R. Sí, en las canciones que están en gallego es normal que aparezcan estrofas en castellano, con tantos años de convivencia y de exportación e importación con Castilla y Latinoamérica. La gente se expresa en gallego, pero a la hora de cantar no es extraño que utilicen una estrofa con una mezcla de gallego y castellano.
P. ¿Quién pone las voces en el disco?
R. Una chica que se llama Inés Lorenzo, que es mi alumna desde hace 7 años y canta muy bien. Yo grabé todos los instrumentos del disco, menos la percusión, pero en directo, además de las voces, la segunda arpa la hace ella, aunque en el disco puso solo las voces.
Utilizo la ocarina porque el sonido del barro llama la atención, tiene un no sé qué de tierra que funciona.
P. En la grabación tocas una gran cantidad de instrumentos. ¿Cómo trasladas la música del disco al directo?
R. Me acompaño de Inés Lorenzo, de Ángela Corelo, una chica joven que toca el contrabajo, y de Julia Feijoo, una chica también muy joven que toca la percusión. Los cuatro afrontamos todos los instrumentos del disco.
P. ¿Qué otros proyectos tienes en mente?
R. Ahora los menos posibles, porque el tiempo no da para mucho. Estamos metidos de lleno en la grabación del próximo disco de Sondeseu. Ya sabes que ahora los discos son un juego simbólico, marcan el final de una etapa y el comienzo de otra, y hay que hacerlos porque si no, nunca tenemos instrumentos de ordenación. Eso es lo que son los discos, indican que hasta aquí llegamos y a partir de aquí vamos a hacer otra cosa. Por eso estamos en la siguiente etapa, que es el cuarto disco. En septiembre y octubre nos meteremos en el estudio.
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Rodrigo Romaní, la madurez del folk gallego
07/04/2013 - Por Carlos Monje
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Rodrigo Romaní es uno de los músicos más importantes de Galicia. Miembro fundador Milladoiro, abandonó el mítico grupo de folk para embarcarse en diversos proyectos, algunos tan significativos como la puesta en marcha de Sondeseu, la primera orquesta de folk de Galicia y de Europa. Con motivo de la reciente publicación de su último disco en solitario “As arpas de Breogán”, Diariofolk charló con él.
Dende a outra beira, son dos afortunados en gozar con todos os discos de Milladoiro, de Rodrigo Romaní e de Son De Seu. Sempre terán o meu recoñecemento e o das xentes do común.
Azos!