Brad Mehldau y Cécile McLorin Salvant, el mejor jazz en el mejor escenario

12/07/2018 - Ana Blázquez
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Brad Meldhau - Cécile McLorin Salvant - 9/07/2018
Jardines del Botánico de la Complutense, Madrid
Año a año, el Festival Noches del Botánico de Madrid se va convirtiendo en el referente musical del verano madrileño. Cada temporada se supera con un programa de un nivel altísimo en todos los géneros que contempla, que son muchos. En ese escenario, asistimos a una noche para recordar, con dos de las estrellas más rutilantes del jazz actual, ambos nacidos en Florida y pertenecientes a las generaciones jóvenes.
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Abrió la velada Brad Mehldau (Jacksonville, 1970), junto a sus rutilantes compañeros Larry Grenadier en el contrabajo y Jeff Ballard en la batería, un trío que lleva funcionando ya mucho tiempo.

Es difícil abordar los estándares más trillados del jazz y decir algo nuevo pero, en las manos de Mehldau, toman caminos personales e inusuales, siempre desde el respeto y el conocimiento profundo, como demostraron dos de las versiones que interpretó en las Noches del Botánico. I fall in love so easily, un tema que popularizó Sinatra en los 40 y ha sido versionado por los grandes del jazz -Miles Davies, Sarah Vaughan, Chet Baker, Fred Hersch…-, sonó maravilloso en una versión nostálgica en la que el pianista, más que deconstruir la melodía, la desmenuzaba. A su lado, brilló un grandioso solo del contrabajo de Grenadier.

Y Tenderly, el estándar que grabara Sarah Vaughan también en los 40 -debe ser uno de los temas más versionados de la historia del jazz-, que Mehldau versiona con una fuerte carga de swing.

También sus propias composiciones toman caminos inesperados e irrepetibles, como fue el caso de Into the city, composición propia para su disco Highway Rider, de 2010. Brad Mehldau tiene un universo riquísimo en la improvisación, que se enriquece con la compañía de Ballard y Grenadier, a los que concede en directo amplios espacios de participación y creatividad.

Pero la noche nos deparaba otro memorable concierto, el de la jovencísima Cécile McLorin Salvant (Miami, 1989). Por segunda vez en la noche, subió al escenario un trío clásico de jazz con piano, contrabajo y batería, pero esta vez para acompañar la fantástica voz de McLorin Salvant.

La cantante tiene un universo amplísimo, tanto vocal como musicalmente. Con las primeras notas de Let’s face the music and dance, el clásico de Irving Berlin de los años 30, ya se apreció que McLorin es diferente, sin abandonar el estándar. And I love her, de los Beatles -adaptada como And I love him- sonó en una versión para oídos adultos, donde la cantante se mostró creativa y juguetona, sin miedo a mostrar sus dotes. Llegó el turno de Wives and Lovers, tema de Burt Bacharach de los 60, con cada nota entonada en su justa medida, sin exhibición pero con poderío.  

Siguió un bloque de canciones procedentes de musicales, en las que la cantante mostró que puede pasar de la alegría al drama en un segundo, solo con la voz. Ev’rything I’ve got, del musical By Jupiter, compuesto por Rodgers y Hart en los 40; Somehow I never could believe, de la ópera Street Scene, compuesta por Kurt Weill en 1946, un tema delicadisimo con gran protagonismo del piano de Sullivan Fortner. De My Fair Lady, de 1956, interpretó On the street where you live, donde la batería de Kyle Poole se lució con un swing elegante. De Greenwilow, otro musical de Broadway de los 60, el tema Never Will I Marry, una joya desconocida muy adecuada a su tesitura. Y como colofón a este repaso por Broadway, Ridin’ High, una de las composiciones de Cole Porter para el musical Red, Hot and Blue, de 1936. Y del musical nos llevó al cine con If you feel like singing, sing, un tema que interpretó Judy Garland en el filme Summer Stock. Como pez en el agua, cambiando continuamente de registro, tan pronto delicada como derrochando un torrente de voz, McLorin es apabullante sobre el escenario.

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Siempre seguida en sus juegos por el piano de Fortner, hubo momentos para quedarse a solas con él, como en la delicada Obsession, un tema del compositor brasileño Dori Caymmi, que Sarah Vaughan incluyó en su último disco, Brazilian Romance. Y momentos del más puro blues con Spoonful, un tema que popularizó el mismísimo Howlin’ Wolf.

Para finalizar, McLorin puso en pie una vez más al público con la inmortal Gracias a la vida, de Violeta Parra -con una dicción sorprendentemente perfecta en español-, en una versión lenta y arrulladora, cantada junto al piano, que cada vez se crecía más y más, en un broche de oro para una noche perfecta con el mejor jazz que se puede disfrutar en estos momentos.

Cécile McLorin Salvant domina todos los géneros y a todos aporta algo nuevo. El público ya la reconoce como la gran diva que es, con un espacio propio en la historia del jazz.

Intérpretes: Cécile McLorin Salvant (voz), Sullivan Fortner (piano), Paul Sikivie (bajo), Kyle Poole (batería).

Fotografías Carlos Monje

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