Diariofolk

Todo empezó, según cuenta, a partir los debates que surgían en el seno del grupo madrileño del que formó parte sobre el origen de esa tradición hispana que favorecía la invención de canciones y estilos nuevos, que forzosamente les condujeron a Cuba, a sus ritmos y a sus intérpretes. Después, a partir del 1984, llegaron los viajes a la mencionada isla, a la búsqueda de esos sonidos y de personajes tan brillantes y entrañables como Faustino Oramas “El Guayabero”, Bladimir Zamora o Francisco Repilado “Compay Segundo”. Y a partir de ahí brotó la idea de producir una serie de discos que ofrecieron una nueva visión de la música afrocaribeña, que hasta entonces sólo había sido conocida en el Estado español a través de los boleros y los mambos, en una primera etapa, y de la salsa “made in Fania All Stars”, en una época más reciente.

Los discos de la serie Semilla del Son nos descubrieron la autenticidad del son y de otras tradiciones ignoradas, además de ponernos al alcance de la mano a genialidades como los mencionados Guayabero o Compay Segundo o a la gloriosa Omara Portuondo. Y al mismo tiempo Auserón y sus compinches se las ingeniaron para organizar seminarios y congresos y, sobretodo, facilitar los contactos y los intercambios entre músicos cubanos y españoles, especialmente del ambiente flamenco.

Pero todo aquello se acabó justo cuando, ya en los noventa, otro músico emprendedor, en este caso el norteamericano Ry Cooder, inició otra aventura de características muy parecidas que tuvo como fin editar los discos de la serie Buena Vista Social Club, con muchos de los artistas que previamente había descubierto Auserón. Bien respaldado financiera y mediáticamente a nivel internacional, el éxito de aquel proyecto fue mayúsculo.

Como se podrá comprender, en Semilla sel Son el exvocalista de Radio Futura no trata con excesiva simpatía a este señor, rematando sus escritos con esta sincera afirmación: “Llegado el momento en que el son cubano se convertía en un gran negocio internacional, entendí que mi papel como investigador había concluido”.

Semilla del son
Santiago Auserón
La Huella Sonora Ediciones, 2017