Aullidos de blues de Juan Perro sobre la hoz del Huécar de Cuenca

02/07/2021 - Jesús Huerta
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Juan Perro - 30/07/2021
Estival Cuenca
Memorable actuación del maño universal, que recibió el premio manuel Margeliza
Juan Perro2

Fotografía: Estival Cuenca

Juan Perro aulló en la hoz del Huécar bajo la luz de luna menguante, porque los cánidos rockeros y noctámbulos no se rigen por la posición del satélite para entonar su canto salvaje. Seguramente no era la primera vez, porque el mismo artista confesó al principio del concierto, poco antes de recibir el premio Manuel Margeliza que otorga Estival, sus incursiones festivas a Cuenca, en su época de estudiante, acompañado por sus amigos galeristas de arte.

Esta última visita dejará huella en el público que llenó el aforo permitido en el escenario Solán de Cabras de Estival Cuenca, porque Santiago Auserón ofreció un concierto memorable. Llegó al Parador de Turismo armado únicamente con su guitarra y su palabra y no necesitó nada más conquistar la ciudad y  marcharse con la bolsa repleta de la admiración del público conquense. No veremos su rostro canalla en los carteles de Se Busca, pero sí en la orla de las más grandes actuaciones de este festival.

Auserón propuso en Cuenca un recital poético y blusero. Llena tanto el artista el escenario que no necesitó mayor acompañamiento instrumentar que esa guitarra que rasga, pellizca y acaricia para extraerle el máximo jugo melódico. En Estival acompañó las canciones con fragmentos narrativos, monólogos divertidos e inteligentes más próximos a Cortázar que a la stand up comedy. Juan Perro, como buen animal, tiene instinto para conversar con otras especies y desveló cómo el mirlo negro le enseñó un compás durante una noche de desvelo. También habló del dilema del insecto zumbón, que ante la posibilidad de quedar inmortalizado en una piedra de ámbar dudó sobre qué era mejor, la eternidad o el instante. Al otro de la hoz, un espectador intruso le recriminó que hablara tanto y el cantante no tuvo problemas en replicarle con humor. El púbico que sabe escuchar disfrutó con este apartado del recital tanto como con el musical.

Este espectáculo, basado casi al completo en su último disco, ‘Cantos de ultramar’, es un libro de viajes en el que Auserón nos traslada a lugares como Italia, Francia, México y Cuba. Algunas veces transporta a los espectadores con la palabra, pero la mayoría lo hace mediante la música. Lleva Juan Perro el son caribeño pegado en la piel e impregna este ritmo a cada acorde de la guitarra. Pero Auserón, al igual que Whitman, contiene multitudes, así también alberga en su interior el rhythm and blues al estilo Nueva Orleans. El antiguo convento San Pablo fue unas veces malecón y otras club de jazz, dependiendo del alma que se apoderara del maño universal.

Por cierto, lo de los aullidos lanzados sobre las rocas de Cuenca no era una metáfora, es algo que ocurrió de verdad. Juan Perro soltó el micrófono e impulsó sobre el abismo toda su potencia vocal hacia una hoz del Huécar que guarda las canciones de los artistas de Estival en su baúl de caliza. Antes de terminar, Auserón completó su velada con un regalo para los nostálgicos, versiones de algunos de tus temas con Radio Futura, como Semilla negra, El puente azul y La estatua del jardín botánico. Aquello redondeó un recital inolvidable por el que se ganó una larguísima ovación del público estivalero.

Antes de la actuación de Juan Perro subió al escenario Solán de Cabras la cantante conquense Paula Serrano, una gran promesa que cada vez está más cerca de consolidarse. En esta ocasión ofreció un concierto con todavía mayor peso de las composiciones propias frente a las versiones. Sus letras son, como ella misma dice, fragmentos de su vida y conectan muy bien con todo tipo de público, porque con mayor o menor intensidad, todos hemos sido adolescentes que nos hemos ido a la cama sin cenar por culpa del mal de amores. Entre las novedades de su repertorio destaca la canción que compuso para ella Israel Mena, del pub Los Clásicos de Cuenca. Hubo espacio también para alguna versión de Fito y Fitipaldis y de la francesa Zaz, pero Serrano demostró que puede avanzar en su carrera sin miedo, apoyándose en sus letras, su carisma y su voz.

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