Atrapado en un estúpido loop

06/06/2014 - Sergio Zeni
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Kenny Garrett Quintet - 23-05-2014
Jamboree Jazz. Barcelona.
En un concierto irregular, Kenny Garrett volvió a desperdiciar su talento excediéndose hasta el hartazgo en los mismos clichés que venimos presenciando desde hace ya muchos años en cada una de sus presentaciones en directo, incluido su ya gastado punto final con la machacona “Happy People”.
Kenny Garrett

¿Habrá que terminar aceptando que es imposible encontrar en los conciertos de Garrett las cualidades que el músico de Detroit enseña en discos como Pursuance, Beyond the Wall o su reciente Pushing the world away? Su presentación en directo en el Jamboree Jazz, desde luego, no invitó al optimismo. La tendencia hacia el exhibicionismo, la reiteración y la demagógica búsqueda del aplauso fácil le llevaron una vez más a repetirse en un espiral incontrolable de despropósitos, apartándose de las buenas señales que deja en los estudios de grabación.
El saxofonista alto -que dio sus primeros pasos en la orquesta de Duke Ellington (bajo la dirección de Mercer Ellington) y en la banda de Miles Davis- se presentó con su quinteto formado por Vernell Brown (piano), Corcoran Holt (contrabajo), McClently Hunter (batería) y Rudy Bird (percusión), otro exintengrante del grupo de Miles en los ochenta.
La agrupación arrancó con una aplastante energía que fue diluyéndose en una repetitiva versión de veinticinco agotadores minutos de “Boogety Boogety” (composición del álbum Seeds From the Underground). Cinco músicos yendo deprisa a ningún sitio. Mucha velocidad, pocas ideas y ninguna pausa. Al menos hasta que Garrett dio por finalizada su exhibición atlética de quince minutos ininterrumpidos reiterando los mismos fraseos frenéticos a todo volumen que tapaban al resto de la formación.
Los roles estuvieron un poco más repartidos en la siguiente -y también excesiva- “J.Mac” (homenaje a Jackie McLean incluido en el mismo disco de 2012), en el que tuvo más protagonismo Brown, un pianista lanzado tenazmente a la conquista del record de mayor número de notas en un segundo. Garrett, por su parte, prosiguió con sus estructuras redundantes, incluso cuando llegaron la presentaciones de los músicos. “¡Vernell Brown al piano!”, aplausos. “¡Vernell Brown al piano!”, aplausos. “¡Vernell Brown al piano!”, aplausos… Y así con los otros tres músicos. Con los otros tres músicos. Con los otros tres músicos.
Las cosas mejoraron con dos composiciones del líder de la banda extraídas de su último disco en versiones más medidas, tanto en la duración de las mismas como en las ansias pirotécnicas de los músicos. “Pushing the world away” y “Chucho’s Mambo” dejaron un mejor sabor de boca, especialmente esta última con un gran aporte de Rudy Bird, cuya presencia le da un plus muy interesante a esta formación de Garrett. El tema dedicado a Chucho Valdés pudo ser un buen cierre para una actuación que había tenido sus más y sus menos, pero el saxofonista volvería a excederse sobre el final del concierto con una versión muy simplona de “Happy People”, tal como viene haciéndolo desde hace al menos ocho años en todos los conciertos que ha presentado por aquí. Con las mismas bromas. Con los mismos gestos. Con la misma falta de inspiración. Atrapado en un bucle sin interacciones entre los músicos. Un loop aburrido. Agotador. Sin ideas. Estúpido.
Foto: Kenny Garrett por Joan Carles Abelenda.
 

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