Festival de Teatro Alternativo (FETALE). Iglesia de Santa Marina de Mayorga
Dulzaro pertenece a esta nueva generación de artistas que, afortunadamente, ya no tienen que dar explicaciones por beber de las fuentes de la tradición y para los que mirar hacia las raíces es algo completamente natural. Bienhallada la hora. Otra característica generacional que comparte Alberto Domínguez (Valladolid, 1994), el cantante, compositor y productor que está detrás de la criatura, es una amplia formación en escuelas y académicas artísticas, que en su caso incluye la Mountview Academy of Theatre Arts de Londres.
Desde su fulgurante aparición en 2021 en el Festival Emergentes en Toro (Zamora), Dulzaro se ha convertido en un nombre habitual en carteles de festivales y conciertos, con más de cien actuaciones en estas tres últimas temporadas. En esa ocasión, el escenario fue la iglesia de Santa Marina del Mercado en Mayorga, un templo desacralizado perteneciente al ayuntamiento de la localidad y que actualmente se utiliza como auditorio y sala de cultura, dentro de una extensiones del Festival de Teatro Alternativo de Urones de Castroponce en Valladolid.
Dulzaro completó el aforo previsto de Santa Marina y la organización tuvo que ingeniárselas en buscar ubicaciones para otras veinte sillas con visibilidad suficiente para no dejar a ninguno vecino en la puerta sin poder acceder al recinto. Arrancó con fuerza el show de Dulzaro, acompañado a las percusiones por su habitual escudero Héctor Varela, con una fulgurante aparición en escena, que puso sobre el escenario desde el primer momento la propuesta musical y escénica del artista: ritmos tradicionales, letras de sustancia lorquiana, electrónica, danza contemporánea y una voz dulce.
Con estos argumentos, Alberto Domínguez, consiguió ganarse al público desde los primeros temas del espectáculo Jota de la luna con el que está realizando la gira de 2023 que aún tiene programadas una veintena de fechas más. Jota de la luna trata de amalgamar la tradición folklorista castellana que bebe en Agapito Marazuela y Joaquín Díaz, pasada por el tamiz de Vanesa Muela o Eliseo Parra, a los textos lorquianos de Yerma o Poema del Cante Jondo. Los versos de Lorca son tan grandes y poderosos que asumen con naturalidad los ritmos castellanos y el sonido del pandero cuadrado.
Jota de la luna tiene mucho de interés, pero aún podría considerarse un “work in progress”. La propuesta de Dulzaro tiene los mimbres necesarios para que, cociendo en puchero de barro vaya tomando cuerpo, poso y vuelo. Identidad y personalidad propia ya tiene, pero su próximo primer trabajo discográfico será clave para conocer la envergadura de las alas de la propuesta de Alberto Domínguez.
Texto y fotos: José An. Montero