Cantareras
Segell Microscopi 2023
El cuarto proyecto musical de Carola Ortiz, titulado Cantareras, se erige como un viaje profundo a través de la rica tradición oral femenina de la Península Ibérica. Este álbum, que representa una fusión de géneros como folk, música medieval, jazz y electrónica con un enfoque contemporáneo, se convierte en un homenaje conmovedor a la herencia musical y cultural de las mujeres que han dejado su huella a lo largo de los siglos.
El término “Cantareras” se remonta a las mujeres que solían llenar cántaros de agua en fuentes y ríos. Estas mujeres, a través de sus cantos, expresaban sus penas y pensamientos que no se atrevían a comunicar en público. Carola Ortiz, en su cuarto proyecto en solitario, busca explorar y presentar la realidad de las mujeres en diferentes etapas de sus vidas, abordando rituales como el cortejo, el matrimonio, la maternidad y la muerte.
El repertorio de Cantareras no solo se sumerge en la realidad cotidiana de las mujeres, sino que también rinde homenaje a figuras femeninas de leyendas, como las serranas que vivían en los bosques y cazaban, o el romance de La doncella guerrera, popular en el siglo XV y versionado en varias lenguas alrededor de la cuenca mediterránea.
Carola Ortiz ha llevado a cabo una cuidadosa selección de canciones, entre las que se incluyen joyas como la mencionada La doncella guerrera de tradición leonesa, Ahechao de las malas lenguas de la localidad salmantina de Peñaparda, L’angelet del vetlatori de tradición valenciana, E Vira e vira de la tradición gallega, Cançó de pandero lliure de la tradición tarraconense, entre otras. Estas canciones se presentan con una instrumentación que va más allá de lo convencional, incorporando utensilios de cocina cotidianos como cucharas, platos, botellas de licor, sartenes, dedales y morteros como acompañamiento a las voces.
Para dar vida a este proyecto, Carola Ortiz no está sola; cuenta con colaboraciones notables, como la participación de Eliseo Parra en Canción de bodas y la andaluza Rosario La Tremendita en La doncella guerrera. Además, músicos como Mario G. Cortizo, Miriam Encinas Laffitte, Àlex Guitart, Pau Lligadas y Andrea Jiménez contribuyen con su talento y habilidades a la complejidad y diversidad sonora del álbum.
La parte simbólica de Cantareras se centra en la figura de estas mujeres que llevaban cántaros de agua a la fuente y al río, convirtiéndose en un símbolo de liberación y recordándonos la conexión entre cantar y útero. La portada del álbum, con su color rojo evocador del mundo uterino, refleja esta simbología.
El proyecto no se limita únicamente al ámbito musical, ya que Cantareras se presenta también como un espectáculo que recopila canciones y romances de los Países Catalanes y la península Ibérica, proporcionando una experiencia completa que va más allá del sonido y se sumerge en la rica tradición cultural.
Cantareras se destaca no solo por la reinterpretación musical y la mezcla de géneros, sino también por la cuidadosa consideración del contenido de las letras. Carola Ortiz ha eliminado versos sexistas de algunas canciones y ha seleccionado aquellos con un enfoque feminista, contrarrestando así el sesgo machista que a menudo se encuentra en las canciones tradicionales.
En cuanto al tratamiento musical, Ortiz y su equipo han buscado una continuidad de instrumentación, incorporando una amplia gama de sonidos que van desde lo tradicional hasta lo electrónico. Las voces y percusiones han sido modificadas digitalmente, utilizando micrograbaciones para crear acompañamientos únicos para cada canción.
Cantareras no es solo un álbum musical, sino una obra compleja y multifacética que abarca la música, la historia, la simbología y la reivindicación cultural. Carola Ortiz ha logrado tejer una narrativa musical única que une el pasado y el presente, utilizando la tradición como punto de partida y la innovación como camino hacia el futuro. Este proyecto destaca por su profundidad artística, su respeto por la herencia cultural y su capacidad para transmitir poderosas historias a través de la música.
Fotografías: Duna Vallès Mestre