La balsa de la medusa
Rock CD Records 2022
Como tantos otros, Los Aurora es un grupo llamado a triunfar más en el extranjero que en su propio país. Parecen condenados a no ser profetas en su tierra, pero sí a ser venerados una vez que traspasan sus fronteras, ya que actúan con enorme éxito en montones de lugares mientras aquí son mirados y escuchados con cierto escepticismo. Las razones de esta contradicción podrían ser tema de más de una tesis, pero aquí de lo que se trata es de comentar su segundo y último disco. Y a eso vamos.
Dadas sus especiales características, se podría decir que esta banda barcelonesa es un producto surgido del laboratorio que es esa sensacional factoría de artistas que es el Taller de Músics. Su mezcla de flamenco, jazz rock, ritmos latinos y unas cuantas influencias más, además de unas letras más o menos pasadas por el tamiz intelectual así parece indicarlo. Y si a eso unimos el carácter tan abierto como ambicioso de su concepción estilística unido al efectismo de un bailaor, Pol Jiménez, que ejerce como principal punto de atracción en directo, está claro que Los Aurora tienen mucho que tocar, que decir, y que exhibir.
En La balsa de la medusa hay un poco de todo eso, e incluso bastante más, porque tal vez han querido tocar más palos de los que cabían en estos 73 largos y apasionantes minutos que dura el disco. Para empezar, la banda basa su sonido en las teclas de Max Villavecchia, el bajo de Javi Garrabella y la batería de Joan Carles Martí, además de la voz solita del cantaor Pere Martínez. A partir de esta conjunción musical miran hacia lo jondo, con la influencia de Enrique Morente como principal faro, combinando el jazz con el rock progresivo, y sin olvidar la tradición ni la música de clásicos como Chopin o Falla. A esta ensalada sólo falta añadirle el aderezo de unas letras surgidas de las plumas de un Lorca -que es su poeta de cabecera- un Neruda o un Machado, a quien cabría añadir la genial tripleta formada ni más ni menos que por Homero, Cavafis y Dante, que desfilan en Rapsodia a Odiseo con las voces invitadas de Tarta Relena y el Niño de Elche. Y hablando de colaboraciones, también hay que mencionar las de los grandes guitarristas que son Chicuelo y Mario Mas, que con su presencia en algunos temas suplen la curiosa pero premeditada ausencia del principal instrumento del repertorio flamenco.
En resumen, La balsa de la medusa es, como el famoso cuadro de Géricault, una obra desbordante. Lo que ocurre es que parece que haya unos Aurora para las actuaciones, que desbordan en cuanto a las formas, y otros para las grabaciones, que desbordan en cuanto a los contenidos. Y si los quieren más por esos mundos de Dios que en su propia casa, que se consuelen pensando que muy a menudo tienen que aclamarte en tierras inhóspitas para que finalmente te reconozcan en tu país.