La música se convirtió en el siglo XX en uno de los grandes negocios a escala mundial y en menos de tres décadas se pasó de las primitivas grabaciones comerciales, por las que los músicos eran prácticamente esclavizados, al auge de las grandes discográficas y el lucrativo negocio del espectáculo.
Hace apenas hace 20 años aparecieron tímidamente los primeros formatos digitales de música, todavía privilegio de unos pocos, y a día de hoy el negocio musical se ha transformado de tal forma que incluso hemos podido presenciar la caída de algunos gigantes de la industria discográfica que aún no saben a dónde dirigir su estrategia.
Recientemente, las nuevas tecnologías empezaron a popularizarse masivamente en el ámbito de la música con la aparición del mp3 y los reproductores de música en formatos digitales. Los grandes fabricantes de electrónica de consumo apostaron por esta vía y en muy poco tiempo el negocio ha dado un vuelco inimaginable. Ahora apenas se ven tiendas de discos, la gente escucha música que descarga directamente de Internet, las plataformas de escucha en streaming ganan dinero, los músicos se autoproducen, hacen su propia promoción y las discográficas intentan desesperadamente no perder su cuota de negocio.
Hay quienes piensan que el negocio de la música se ha democratizado, mientras otros creen que, justo al contrario, tanto el público como los músicos están ahora más atados que nunca. Lo cierto es que han aparecido nuevos conceptos, nuevas posibilidades y herramientas, y ahora más que nunca es necesario comprender este entorno complejo y cambiante.
En Diariofolk estrenamos esta sección dedicada a la tecnología para arrojar un poco de luz sobre estos aspectos. Periódicamente intentaremos explicar los nuevos planteamientos y las posibilidades que la tecnología pone a nuestro alcance, e informaremos de las últimas novedades que se produzcan en este sector.
