Susana Baca y Raly Barrionuevo tienden puentes entre las músicas del Perú y la Argentina

09/09/2022 - Fernando Marinelli
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Puentes Perú – Argentina Susana Baca y Raly Barrionuevo - 27/08/2022
Teatro Ópera Orbis, Buenos Aires
La principal referente de la música afroperuana pasó por Buenos Aires para reencontrarse con los locales Raly Barrionuevo y Micaela Vita y ofrecer al público porteño un concierto intenso y emotivo
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Un Teatro Opera colmado esperaba a Susana Baca en Buenos Aires como merecida culminación del tramo argentino de una gira que había comenzado el 19 de agosto en Tucumán y la llevaría luego a Chile y Uruguay, después de haber tocado las ciudades de Córdoba, Río Cuarto, Mendoza y La Plata. La expectativa por ver y oír nuevamente a la nave insignia de la música afroperuana era grande y la exministra de cultura no la defraudó.

El menú de la noche no tiene entrante, principia con un verdadero plato fuerte: Raly Barrionuevo. La ovación que lo recibe viene a confirmar –por si hiciera falta– que el trovador santiagueño radicado en Unquillo (provincia de Córdoba) es una de las figuras actualmente más convocantes de la música argentina de raíz folclórica.

Solo bajo las luces del escenario, con sus modales sencillos, el cantautor advierte a la platea que esta vez no tiene un repertorio preparado. Se irá viendo sobre la marcha. De inmediato arrecian los pedidos de sus seguidores y Raly se decanta por arrancar con Zamba y acuarela, un tema propio, que dará paso a Chacarera del chilalo (de su coterráneo Fortunato Juárez) y luego a Si acaso vuelves, de su disco Circo Criollo.

A esta altura el ambiente ya está caldeado. Pronto llegará al clímax, cuando el artista convoque a danzar a la concurrencia. De momento, Rally sigue entregando su música sinapuro. Se hace tiempo para criticar a los grandes sellos discográficos que bastardean la música popular, trazando una analogía con los que degradan el medio ambiente.

Rally Barrionuevo tiene una de esas voces que tocan algo adentro, que emocionan sin necesidad de efectismos. Y el Raly de esta noche, además, es un Raly destilado, esencial. A solas con su guitarra, casi como en un unplugged. Ese formato intimista invita a adentrarse en las canciones, a paladear sus letras, tanto las propias como las de otros autores, con renovada atención. Vidala de la copla es un buen ejemplo de lo dicho. Junto con De mi madre –que sonará más adelante– son dos páginas del Chango Rodríguez que Raly interpreta con el sentimiento y la profundidad de los blues.

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Hacia el final de su set, el cantor propone tres chacareras al hilo y lanza una invitación al baile. De pronto, los pasillos de la sala donde brillaron figuras de fama mundial como Edith Piaf, Josephine Baker, Ella Fitzgerald, Vinicius de Moraes y Astor Piazzolla (por nombrar apenas a unos pocos), se convierte en un salón de baile donde decenas de parejas danzan con la misma alegría y el mismo desenfado con que lo harían en un típico patio de tierra de una casa santiagueña.

Cuando llega De mi madre, la emoción está en su punto más alto. Serenados los ánimos, Raly desaparece por un costado del escenario y reaparece llevando de la mano a Susana Baca. Nueva ovación, gente aplaudiendo de pie. El argentino y la peruana cantan a dúo ese himno de Fito Páez que Susana grabó para su álbum A capella durante la pandemia y que eligió para titular al primer tomo de su biografía: Yo vengo a ofrecer mi corazón.

Cuando todavía el público no volvió a posarse sobre el suelo, Raly repite el gesto caballeresco y esta vez trae al escenario a Micaela Vita, la joven integrante del colectivo Duratierra. Los tres unen sus voces en un icono del folclore argentino: Balderrama, la inolvidable zamba de Leguizamón y Castilla.

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Entonces sí, llega el momento de Susana Baca. Son siete los músicos que la acompañarán durante el resto de la noche: Oscar Huaranga al contrabajo, Renzo Vignati Llosa a la guitarra, Miguel Díaz Vitela a la percusión, Alex Quijandra Mejía en coros, Jonathan Mendoza Sánchez a la guitarra y coros, Juan Carlos Aliaga al piano y al violín y Manuel Mejía Bravo en coros y accesorios. Justo es mencionarlos. Acompañan a la cantante con solvencia, sin disputar protagonismo, y con arreglos tan delicados y sutiles como el vaporoso vestido blanco que Susana hace ondular constantemente.

La limeña va desovillando un repertorio que mezcla sus clásicos con las canciones de su último trabajo discográfico, Palabras urgentes, producido por Michael League (líder del ensamble neoyorquino Snarky Puppy) y editado por el sello Real World, fundado por Peter Gabriel.  No tardará en hacerse presente el espíritu de su amiga y mentora, Chabuca Granda, a quien invocará en varias oportunidades durante el show. Primero será con La herida oscura, dedicada a Micaela Bastidas, una heroína de la independencia de América. Y más adelante con María Landó –la canción con la que Baca llamó la atención de David Byrne– y con Canterurias, que ella y su banda prolongan en el aire como un mantra.

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Susana Baca canta, sonríe y agradece. Y no deja de balancearse con la envidiable lozanía de sus 78 años. Trae dos tributos para ofrecerle al público argentino. El primero es el inefable Cambalache, con una letra ligeramente modificada –explica– para que la entiendan otras audiencias, y actualizada con la inclusión de personajes como el actual presidente del Brasil. El otro tributo es Milonga de mis amores, el clásico bailable de Pedro Laurenz y José María Contursi, un género de innegable raíz africana que le calza a su estilo como un guante. Y no falta tampoco el homenaje a Mercedes Sosa, con Juana Azurduy, para cuya interpretación convoca a acompañarla al tucumano Bruno Resino al bombo legüero.

“Va a ser difícil irnos”, dice la exministra de Cultura del Perú cuando se vislumbra el final del concierto, con una emoción que ha logrado contener durante todo el concierto, pero no disimular. Los bises que pedirá el público confirmarán su presunción. Pero aún quedan por disfrutar gemas como Sorongo, del portorriqueño Curet Alonso, con un intenso solo de guitarra al estilo Carlos Santana; y el infaltable landó Negra presuntuosa, de Andrés Soto, en trío con Raly y Micaela.

Para Susana Baca y todos los que estuvieron sobre el escenario, en efecto, fue difícil despedirse. Para el público que presenció el concierto, será difícil olvidarlo. La artista peruana comenzó diciendo que venía a ofrecer su corazón. Y cumplió.

Fotografías de Eduardo Fisicaro

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