Nacido en Sardón de Duero (Valladolid) en 1949, Parra recaló desde muy joven en Barcelona, donde inició su carrera en el grupo Mi Generación, una de las bandas olvidadas que en los años 70 se movió en los difíciles tiempos de la música progressiva y psicodélica. Luego se mantuvo en la periferia de la factoria Zeleste y su ona laietana, para volcarse en el mundo de la salsa con grupos como Sardineta y Sonora Catalana. Poco a poco fue decantándose por los incipientes aires tradicionales que ya practicaban los valencianos Al Tall, la mallorquina Maria del Mar Bonet y los catalanes La Murga. Y a principios de los 80, ya con su futuro decidido, se instaló en Madrid para acercarse a otra periferia, en este caso la de la Movida, y alternar los trabajos de subsistencia en todo tipo de grupos y proyectos con su propia formación, Mosaico, con la que poco a poco iría definiendo su aspiración, que después de algunos provechosos trabajos de campo culminaría con el disco Tribus hispanas (1998), considerado como la obra seminal de la actual concepción de la tradición de los pueblos ibéricos, una tradición que se mantiene respectuosa con sus raíces a la vez que las renueva, y que se expresa en todas sus lenguas.
Tras ese disco y su consiguiente reconocimiento, que, todo sea dicho, no ha dejado de ser más minoritario de lo que debería, su intérprete alcanzó una cierta estabilidad, instalando su cuartel general en Candeleda (Ávila), dirigiendo con inteligencia su propia trayectoria, montando su popio y competentísimo grupo, La Parra Band, y dedicando buena parte de su tiempo a la pedagogia y a las colaboraciones de todo tipo, desde el teatro a su participación con otras formaciones como Coetus o Las Piojas.
El periodista y escritor Rafael Alba nos habla de todo eso y mucho más en un volumen que usa como subtítulo un sugerente verso de Antonio Machado que resume escuetamente la filosofía de un músico de larguísimo recorrido al que, por supuesto, no le faltan las anécdotas, como cuando pasaba los veranos hippies en Eivissa, o cuando fue tentado para participar en el festival de Eurovisión o cuando estuvo a punto dedicarse a la copla. Lástima, no obstante, que en los capítulos dedicados a su etapa catalana, se cometan algunos errores de bulto y haya algunas apreciaciones no del todo afortunadas.
Como no podía ser de otra manera, el libro se complementa con un CD de larga duración (75 minutos) que ofrece un interesante resumen de la dilatada trayectoria de Eliseo, incluyendo algunos temas inéditos.
Editorial Canela 2017