“Todas las voces, todas/ todas las manos, todas”. ¿Qué latinoamericano que haya atravesado las décadas de los 70 y los 80 no coreó alguna vez las inolvidables estrofas de esa canción popularizada por Mercedes Sosa que se convirtió en uno de los himnos populares más universales de todos los tiempos?
César Isella murió el jueves 28 de enero, luego de padecer durante años una enfermedad cardíaca derivada de un tratamiento de quimioterapia. El compositor de Canción con todos había nacido en la ciudad de Salta el 20 de octubre de 1938 y en sus 82 años fue un cantor y compositor comprometido, un artista censurado y exiliado durante la dictadura cívico-militar, un funcionario público y hasta el representante y productor de una exitosa cantante popular, entre muchas otras cosas.
Isella se inició en la música muy temprano. En 1954, con sólo 17 años, ya integraba el quinteto folklórico Los Sin Nombre y apenas dos años más tarde recaló en Los Fronterizos, el grupo que durante muchos años rivalizó en popularidad con otro cuarteto emblemático del folclore en la Argentina, Los Chalchaleros. Después de una década, mientras Los Fronterizos alcanzaban la cumbre de su carrera con la Misa Criolla –obra creada por el pianista Ariel Ramírez que se lanzó como álbum en 1965– Isella decidió abandonar el conjunto, a fines de ese año, y emprender una carrera en solitario.
El nuevo canto latinoamericano estaba en ebullición. Isella se sintió fuertemente atraído por los postulados del Manifiesto del Nuevo Cancionero, a los que adhirió con fervor, y comenzó a musicalizar a los grandes poetas de América: Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Manuel Castilla, Héctor Negro, José Pedroni. Pero su alianza más fructífera fue la que estableció en 1967 con otro poeta fundamental: el mendocino Armando Tejada Gómez. Con él dio vida a canciones que ya forman parte del inconsciente colectivo, como Resurrección de la alegría, Triunfo agrario, Canción de lejos, Fuego en Animaná o la insoslayable Canción de las simples cosas. En ese puñado de músicas inolvidables brilla especialmente Canción con todos, con una significación que excedió lo musical. Compuesta en 1969, Canción con todos trascendió las fronteras y se convirtió en una suerte de punto de encuentro de los pueblos de la Patria Grande. Fue traducida a treinta idiomas y designada por la Unesco como el Himno de América Latina. En la Cumbre Iberoamericana de Punta Arenas (Chile) de 1995 fue entonada por un grupo de mandatarios de la región tan heterogéneo que incluía desde Fidel Castro a Carlos Menem, a los que sumaron sus voces Felipe González y el entonces rey Juan Carlos de España.
Tan popular se hizo el tema que Isella volvió a grabarlo décadas después con los músicos del Buena Vista Social Club, y también en 1993, a beneficio de la Unesco, junto a Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Tania Libertad, Osvaldo Pugliese, Inti Illimani, Astor Piazzolla y Lito Vitale, entre otras grandes figuras.
En octubre de 1983, ya en democracia, Isella transitó un periodo fértil en presentaciones, grabaciones, nuevas canciones y reconocimientos. En la década siguiente fue el impulsor del suceso de la cantante Soledad; en 2012 fue nombrado Embajador de la Música Popular Latinoamericana, con rango de subsecretario de la Nación; y su último disco en solitario fue Cincuenta años de simples cosas, editado en 2007, a modo de balance de su trayectoria, con grandes invitados entre los que figuraban, entre otros, León Gieco, Adriana Varela, Teresa Parodi y Joan Manuel Serrat, que se lanzó casi en simultáneo con un libro de memorias del mismo nombre.
A fines de diciembre llegó a la redacción de Diariofolk otro trabajo de César Isella que no alcanzamos a comentar: un documental sonoro producido por su hijo, Fer Isella, donde el propio artista interpreta algunas de sus obras más icónicas acompañado sólo por una guitarra, con un sonido casi “de entrecasa”, y va relatando también las historias de esas canciones que son parte de la Historia con mayúsculas del cancionero latinoamericano de los años 70. El documental se llama Autor, y está disponible en las plataformas digitales, tal vez como un eco de esa voz trascendental que no termina de despedirse.
