Xabi Aburruzaga
De un festival tan veterano como el de Getxo (32 ediciones) no se puede decir que haya alcanzado ahora la mayoría de edad y su plenitud vital (ya consiguió ambos galardones hace mucho tiempo), pero si se puede asegurar que las jornadas de 2017 deben situarse entre las más completas de siempre, arribando a un status de maestría dentro del contexto de los certámenes musicales del Estado.
La plaza de la estación de Las Arenas vio desfilar una vez más, durante cuatro excelentes jornadas, un buen número de artistas individuales o grupos de alta gama. Abrió la convocatoria la violinista y cantante irlandesa Niahm ni Charra, representante de la alta escuela gaélica de la música tradicional, lo cual no es decir poco. Esta sonoridad e intérpretes como ella siempre ponen el listón muy alto, por más que el nombre de Niahm aún no haya trascendido. Todo se andará.
Estuvo acompañada, además de su propia banda, por dos “locales” de lujo : el cada vez más centrado Xabi Aburruzaga (Xarnege y más cosas) y el indiscutible maestro actual de la alboka, ese instrumento ancestral y pastoril de los valles vascos, Ibon Koteron. Charra, por su parte, que ha trabajado ya al lado de gentes como los Chieftains o Carlos Núñez, dejo una excelente impresión a los no muy numerosos asistentes a la jornada inicial del certamen, con su atractiva presencia, su bonita voz “folkie” y su delicado “fiddle” de ilustres referencias célticas.
Flamenco, también
El cantaor José Mercé amplió el espectro estilístico y temático de un festival siempre abierto a todas las músicas populares, y ofreció (a decir de todos los aficionados), un casi sublime ejercicio de sabiduría flamenca y “jonda”. El artista de Jerez de la Frontera, con casi cuatro décadas de profesionalidad es una de esas voces que consiguen acceder al “pellizco”, una suerte de trance sonoro solo al alcance de unos cuantos privilegiados del género. Sus trabajos discográficos más populares, Del amanecer y Aire estuvieron presentes en un espectáculo repleto de energía, buenas sensaciones y una entrega total a la audiencia, que respondió como se merecía la ocasión.
De Argelia y Francia
Souad Massi, la cantautora argelina residente en Francia, ha experimentado en su trayectoria musical una transformación notable, desde su rendición inicial del “chaabi” norteafricano (un sonido más rítmico y danzable que profundo) hacia una expresión más genuina y personal, que le ha catapultado hacia amplias audiencias europeas. Con una simple guitarra acústica y un leve apoyo de otra guitarra de bajos, Souad oferto pura emoción poética, alcanzando una suerte de “folk pop” de relativa nueva creación. Cercana, de alguna manera, al estilo del gran cantante compatriota suyo, Idir, Massi dejo deslizar suaves melodías, reforzadas con “letras humanas y sensibles”, como muy acertadamente sugería el programa de mano.
La danza, a escena
La ultima sesión del “festival mayor” (el celebrado en horas punta en el recinto cerrado de la plaza), marco uno de los puntos álgidos del certamen, y uno de los “picos” más memorables de toda su historia. La Kukai Dantza, una experiencia multiestilista creada y proyectada por el más que prometedor “dantzari” Jon Maia (no confundir con el “bertsolari” del mismo nombre”). Montaje colectivo, integrador y participativo, con la colaboración de artistas y músicos de primera magnitud : el teclista/pianista gazteiztarra Inaki Salvador, de mil batallas jazzisticas o semi clásicas; la vocalista donostiarra María Berasarte, que prosigue una carrera cada vez más ascendente; el “trikitilari” y cantante Xabi Aburruzaga; Xabier Zeberio, integrante habitual del excelente grupo acompañante de Benito Lertxundi; en fin, el ultimo, pero no el menos importante Carlos Núñez, el exuberante y extravertido gaitero galego, quien pronto se convirtió en el animador destacado del “show”. Danza y folk de gran categoría, unidos otra vez en buena relación y mejor “rollo”.
De los “an dros “bretones a las “muñeiras” gallegas, pasando por los temas de Mikel Laboa (inevitable, como no, el clásico “Txori toria” final, cantado con mucho gusto por María Berasarte), el espectáculo solidario y colectivo Kukai Dantza irradió energía y alegría, contagiando al público hasta el arrebato final. Sin casi ninguna duda, un excelente broche de platino para un no menos esplendido festival, exageraciones al margen.
y Mucho más: Nakany y el resto
Pero hubo mucho más en Getxo. Un nombre se elevó por encima del resto en las, llamemos, “sesiones paralelas”. La cantante, compositora y “danzarina” de Siguiri (Guinea Conakry), Nakany Kanté, con su admirable jovialidad y su orgullo de color negro, se marcó un recital sencillamente impresionante, rotundo de fuerza comunicativa, solidaridad de género (femenino) y consciencia socio política. Entre cantos intimistas y desmelenados pasos de sugerente y sensual baile, Kanté intercalo comentarios de indudable intencion didáctica, no solo sobre la situación de la mujer en África sino como profunda reflexión casi filosófica de carácter global.
La emigración forzosa, o forzada, el expolio colonizador del Continente negro… incluso las muchas veces conflictivas relaciones sentimentales, amorosas y sexuales entre hombres y mujeres, estuvieron en el pensamiento de sus intervenciones extra cancioneriles.
Con tan solo dos discos publicados (y otro en preparación) y con un destacable apoyo instrumental y vocal de su banda (donde figuran varios músicos hispánicos), un sexteto donde la figura de la corista Mami Mbengue se hace notar bien, Nakany demostró por que está destinada a ingresar en el Hall of Fame (sic) de los más destacados intérpretes del Arte Sonoro Africano.
Solo nos queda espacio y tiempo para mencionar al resto de participantes en Getxo (o Guecho, a gusto del consumidor): el trío Trivium Klezmer (Aragón), el quinteto mixto Voces Navarras, el colectivo madrileño Bruna Sonora, los tejanos Texmaniacs; en fin, la bellísima nueva voz del pos-fado portugués Mara, de quien volveremos a hablar en este Diariofolk. Ojo al parche, José María García, “Butanito”, dixit. Esta mujer dará, seguramente, mucho que hablar.