¿Cómo fue la génesis de este trabajo discográfico? ¿cuál fue tu propósito al grabarlo?
Hace ya unos años que tenía la idea de grabar un disco propio y finalmente me propuse hacerlo en el 2021. Tenía una lista de quince temas, de los cuales grabé siete.
Quise hacer un disco donde el tango y el folclore conservaran su sonoridad, donde los músicos integrantes mantuvieran su identidad, su discurso propio, su creatividad sin clichés. Es así que en la placa las melodías son tocadas con el sentimiento que la melodía misma provoca, es algo entre la melodía y el músico sin importar demasiado qué género es. Para dar un ejemplo, grabé un standard de jazz, Cherokee, y yo no sé si Nicolás Enrich (el bandoneonista) conocía ese tema de jazz, pero eso no importaba. Yo escribí la melodía y la armonía y Nicolás lo interpretó con su corazón. El arreglo lo hice en un ritmo aproximado a la baguala. ¡Es totalmente argentino! Es rioplatense… a mí me suena a tango “bagualesco” (risas). Todo el disco se hizo con esa libertad, sin límites, es un disco con una temática abierta, con aires rioplatenses. Una fusión donde tanto los temas clásicos como los propios son interpretados de una manera singular, personal.
Claramente la fusión estuvo siempre en mi vida musical, desde los comienzos con el colectivo S.O.S. – Sonido Original del Sur, en 1973. Éramos Rubén Rada, Héctor Ceravolo, Gustavo Bergalli, Finito Bingert, Bo Gathu y yo. Grabamos un disco que editó Sondor (el mítico sello del Uruguay) en 1976 y luego Acqua Records en Argentina, pero recién en 2019. Ahí grabamos un carnavalito, una chacarera, rock, candombe y pop. Era un proyecto muy innovador y difícil para ubicar en una batea. Fue un grupo tremendo con mucho éxito en el ambiente de los músicos de Buenos Aires. Yo creo que (Astor) Piazzolla me conoció porque yo era el baterista de S.O.S.
¿Cómo elegiste el repertorio?
Siempre supe que Libertango iba a estar en un disco mío. Zita también. La puñalada fue otro tema elegido desde hace años, cuando Cristian Zárate y Leonardo Sánchez lo grabaron un disco en dúo. Ese arreglo de La puñalada me impactó muchísimo. Yo adapté ese arreglo para poder tocarlo con un ritmo más estable, con menos variaciones de tiempo, de velocidad, y le agregué solos de contrabajo y piano e hice algunas “deformidades rítmicas” para los cuatro instrumentos. Cherokee y Quillén los elegí porque además de gustarme me encantaba el cambio de clima, la calma después de la tempestad. Lo que nunca (de Zárate y Enrich) y La Niña del Alba (Zárate) los elegí porque además de ser geniales son muy ricos, intensos, profundos, donde puedo inventar mucho en la orquestación de la batería.
Claramente la fusión estuvo siempre en mi vida musical¿Qué rol tiene tu instrumento en los arreglos?
Trabajé mucho en cómo tocar los ritmos. Busqué originalidad, simpleza, síntesis, continuidad. El ritmo es una parte importante en mis arreglos, lo que quiero tocar en la batería va a influir en el carácter de mis arreglos. En los temas de Cristian Zárate los arreglos se hicieron para tres instrumentos: piano, contrabajo y bandoneón. La batería era libre. Nunca me propuse un estilo determinado. La melodía y la intención que tenía el arreglo fueron lo que me motivó. No hay límites. Yo toco en la batería acompañando una melodía, me impulsa el contrabajo, el piano, el bandoneón. Yo tampoco sé qué estilo están tocando ellos, pero sé que estamos los cuatro en la misma sintonía.Ç
Ya hablamos de Libertango. En las redes contaste cómo hiciste el arreglo para esa composición de Piazzolla, ¿podrías repetirlo?
Tengo un recuerdo muy fuerte de cómo tocábamos Libertango con Astor Piazzolla en la gira europea. Con ese tema empezábamos los conciertos. Primero entraba Tommy Gubitsch al escenario con una improvisación a la guitarra, luego Ricardo Sanz se sumaba con su bajo eléctrico y ya se empezaba a crear el clima. Yo esperaba mi turno para mi entrada al costado del escenario, junto a Astor. Seguía Gustavo Beytelmann al free piano y Osvaldo Caló al órgano. Cuando ya estaba encendido el fuego, entraba Daniel Piazzolla con unas secuencias tremendas de sintetizador Moog. Yo seguía esperando mi entrada hasta que Astor me decía: ¡dale! Ahí entraba y hacía mi solo. Luego se sumaba Chachi Ferreira y ya con el clima encendido al máximo bajábamos la intensidad esperando la entrada de Astor, que esperaba sabiamente su momento. Cuando Astor entraba al escenario, la emoción que producía era tremenda. En nosotros y en el público. Se ubicaba en el escenario, esperaba y arrancaba con todo con el tema. ¡Mi dios! ¡¿Cómo hacés un arreglo de Libertango después de todo eso?!
Siempre supe que Libertango iba a estar en un disco míoPero quería grabar Libertango en mi disco. Entonces, lo primero que hice fue pensar en cómo tocar el ritmo. Trabajé diferentes formas y combinaciones de manos y pies. Sin entrar en detalles técnicos, juro que me compliqué la existencia. Los bateristas estamos preparados para tener independencia en manos y pies. Pero cuando quise tocar lo que había pensado, lo que había soñado, no lo podía tocar. Me salía duro, forzado, mal. Practiqué muchísimo. Hacía una hora de warming up todos los días y luego practicaba este ritmo y las variantes que iba inventando.
Lo siguiente fue definir cómo iba a hacer un solo de batería acompañado por el grupo. Inventé un patrón de 16 compases para el piano, bandoneón y contrabajo. Grabé ese pattern con sonidos virtuales en mi computadora e hice una edición con repeticiones infinitas. Así comencé a practicar mi solo de batería.
Luego hice un armado del tema y creé un clima para el solo de piano de 12 compases en “La menor” sin ritmo, creando un clima tranquilo, aéreo. Para salir de este clima, hice un pattern de efecto de dos compases para meternos en el ritmo y la armonía del tema para continuar con el solo de piano.
Termina el solo de piano y viene mi solo junto con el grupo. Hago mi solo y para la salida hice 2 compases de “yumba” (efecto rítmico del tango) a la mitad de velocidad y luego 2 compases a la velocidad que veníamos antes y continuamos con el tema para llegar a una nueva parte del tema, genial, donde cambia de tono y es como un nuevo tema de una gran intensidad, de mucha profundidad. Así llegamos al final, donde cambié el final de Astor, pero sin perder la intención del arreglo original.
La idea de empezar el tema con una improvisación del contrabajo fue de Juan Pablo, o de Cristian. Hay muchas cosas que fue aportando el grupo sobre la marcha, a diferencia del arreglo original de Astor, donde claramente los músicos hacían su aporte a lo que ya estaba escrito.