Entrevista a Mara aranda. Una trobairitz del siglo XXI

23/03/2020 - Por Diariofolk
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Mara Aranda celebra 30 años sobre los escenarios en 2020 con un repertorio pleno de contenido universal preservado y transmitido a través de los tiempos. Acompañada por el talento de cuatro mujeres músicas que interpretarán los textos originales que cuentan la historia repetida de la Humanidad. Mujeres del siglo XXI sobre el escenario harán sonar sus instrumentos y sus voces para acompañar unos textos que no han perdido un ápice de actualidad y que fueron escritos por cantautoras medievales, llamadas trobairitz.
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“Decidieron perder la voz para no perder la cabeza”

Pregunta: Desde China a Marruecos, de Noruega a Grecia pasando por un sinfín de escenarios Mara Aranda lleva 30 años cantando repertorios nada fáciles. ¿No has sentido en todo este tiempo la tentación de acercarte a músicas más comerciales?

Respuesta: Propuestas sí he tenido, tentación ninguna. Tuve algunas propuestas que me hubieran llevado rápidamente, casi con seguridad, a un ascenso de posición. Pero seguramente hubiera sido a cambio de mi alma. A estas alturas una ya sabe cuál es el propósito de su vida, o al menos cree saberlo, y se ha hecho una con él. Traicionarlo es traicionarse a sí misma. Ya no puedo perder tiempo en indecisiones. Hace treinta años, cuando subí al tren de la vida me apeé en algunas estaciones porque me daba cuenta de que iba a destinos que no yo sentía que eran para mí. Aprendí en el viaje, hice músculo, cree una buena armadura para este tiempo difícil -pero porosa y flexible, permeable-. Cuando fui consciente del proceso cogí un tren de vuelta que me llevó a mi primera estación. En ese punto estoy.

A estas alturas una ya sabe cuál es el propósito de su vida, o al menos cree saberlo, y se ha hecho una con él. Traicionarlo es traicionarse a sí misma

Pr: ¿Qué había en aquella primera estación?

R: Bueno, hay un dicho ‘nunca se puede tocar dos veces el agua del mismo río’. En realidad volví a aquella primera estación, al punto cero, pero volvía con toda la experiencia acumulada durante el tiempo de mi andadura profesional, no como la adolescente que emprendió el viaje con un hatillo de ilusiones y sueños a la espalda.

En aquel punto me encontré con unas músicas que habían sobrevivido cientos de años sin que palideciese su lustre, quedé prendada de su sencilla belleza, su claridad en la expresión en la que se sabía exactamente lo que se estaba contando, sin recargada y críptica poesía. A la sangre se la llamaba sangre y al agua, agua.

Pr: Después tu carrera profesional te llevó a convertirte en una de las musas de la música del Mediterráneo que desde Valencia empezó a exportar su visión del Mare Nostrum al mundo…

Respuesta: Cierto es que aún recuerdo aquel titular del País en el que se me ponía al mismo nivel que Elefhteria Arvanitaki, Oum Kalthoum o Cheika Rimiti. Fueron unos años en que veníamos de conocer la música de grupos históricos como Al Tall que ya habían hecho música de fusión con los marroquíes Muluk el Wha y comenzado a introducir algunos instrumentos de otros puntos del Mediterráneo.

Ahí dimos un salto y nos plantamos en el extremo oriental del Mediterráneo y comenzamos a vestir nuestras composiciones con el lavta (laúd turco), baglama (instrumentos de cuerda de Turquía de mango largo), davul (percusión balcánica), laouto griego, rabab afgano y otros que se sumaban a aquella voz mediterránea que cantaba en una lengua hablada por casi ocho millones de personas, una de las lenguas oficiales de España. Y navegué por aquellos hermosos paisajes hasta que el salitre rasgó mis velas. Y fue el momento en que decidí regresar.

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Pr: ¿Valió la pena aquel viaje de investigación, estudio y también de residencia?

R: Dicen que El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.  La palabra sufrir viene del verbo sufferre. Ferre quiere decir algo así como: llevar o soportar. Ambas cosas creo que en el estado de evolución actual de la mayoría de los seres humanos es inevitable. Hay dolor y todavía no hemos aprendido a trascender el sufrimiento, aunque muchas de las veces este sufrimiento sea innecesario. En lugar de esto hay que hacernos con el control de la nave de esa emoción que nos está perturbando y observarla detenidamente, mirarla a los ojos y hablar con ella, negociar. Son trabajos que acostumbro a hacer en consulta con todo tipo de pacientes, pero incidiendo especialmente en la voz como vehículo de sanación, con cantantes que vienen precisamente porque no se sienten identificados con su voz, no pueden dominarla o controlarla, no consiguen el rendimiento que esperan de ella o sufren algún tipo de patología: disfonía, afonía, ronquera. Hace más de 25 años que trabajo obteniendo muy buenos resultados. Primero porque comencé hace treinta años a trabajar con medicina tradicional china, después de mis estudios en la escuela de Neinging, y después porque a causa de un proceso personal también tuve que hacerlo con mi voz propiamente. Esto fue una estupenda invitación a profundizar en cómo somatizamos los procesos internos, las emociones y cómo afectan a nuestro cuerpo de una u otra manera.

Sí, los viajes valieron la pena. Seguramente en mi destino, si es que hay un destino escrito en alguna parte, estaban estas las letras de ‘esta canción’ para mí.

El fenómeno de las trobairitz tuvo su punto álgido en el siglo XII, pero incluyendo parte de los siglos anterior y posterior, aproximadamente seis generaciones de mujeres

Pr:  Las mujeres a las que dedicas tu disco también padecieron situaciones extremas, esas cantautoras de la Edad Media, ¿cierto?

El fenómeno de las trobairitz tuvo su punto álgido en el siglo XII, pero incluyendo parte de los siglos anterior y posterior, aproximadamente seis generaciones de mujeres. Puesto que hablamos de un territorio muy extenso de la Europa occidental y meridional, incluida la zona de los Pirineos, hemos de entender que había necesariamente muchas situaciones en su vida social o dentro de sus castillos (recordemos que estamos en una sociedad feudal y ellas, las trobairitz pertenecen a la aristocracia de la época) o a nivel de leyes muy diverso y cambiante. Desde el siglo XII aparecen testimonios escritos de autoría femenina y se tiene constancia participación en la vida intelectual y espiritual. También son dueñas de herencias, lectoras, mecenas, oyentes o tutoras, aunque en clara desventaja respecto a los hombres, con normas que restringen sus derechos dentro o fuera de la familia, y además estamos hablando de una minoría, una élite privilegiada.

Pr: ¿Cuál es el discurso de estas cantautoras? ¿Qué temas refieren en sus canciones?

R: Trobador o trobairitz derivan del latín trovare, que significa hallar, encontrar. Ambos escribían en lengua vulgar, el occitano, occità o langue d’oc. Su temática favorita en ambos casos eran las chansos, canciones de temática amorosa, aunque ambos sexos tuvieran una redacción diferente por su diferente también forma de abordar la cuestión o el tema de sus trabajos musicales. El trovador dirigía sus cantos a la señora de sus anhelos, la midons, mujer casada y noble ante la que se presentaba como un vasallo estableciendo un claro paralelismo con la sociedad estamental medieval. Era un amor idealizado, muchas veces no habían visto ni vieron jamás a aquella a quien cantaban.

Las trobairitz, sin embargo, cantan con un amor apasionado y carnal. En muchas de las estrofas aparecen con una crudeza total sus intenciones respecto a lo que esperaban de aquellos a quienes amaban que, por supuesto, no eran sus maridos. El matrimonio era un trámite en la Edad Media para ampliar dominios, consolidar alianzas y sobre todo perpetuar el linaje. La condesa de Dia, Beatriz, se atreve a decir ‘podría yacer con vos un atardecer y daros un beso apasionado. Sabed que tendría gran placer en teneros en lugar del marido. Solo con una condición: que me dejaseis hacer con vos todo aquello que quisiera’.

Las trobairitz cantan con un amor apasionado y carnal. En muchas de las estrofas aparecen con una crudeza total sus intenciones

Pr: Realmente aquellas mujeres medievales, las trovadoras, entre las que hubo reinas, como Maria de Francia, ¿fueron mujeres olvidadas?

R: Sí, olvidadas, silenciadas durante centurias. Obviadas en el tiempo que les tocó vivir, en el medievo donde eran consideradas ‘pérfidas y fétidas’ (una buena referencia es el libro de “Poesía misógina en la edad media latina, siglos XI-XIII” de Mercè Puig o el de Jean Delumeau “El miedo en Occidente”, donde afina diciendo que en el inicio de los tiempos modernos, en Europa occidental, antijudaísmo y caza de brujas coincidieron. El judío y la mujer fueron identificados como peligrosos agentes de Satán y no solo por hombres de Iglesia, sino también por jueces laicos”). Yo creo que decidieron perder la voz, tragarse sus pensamientos, sus sentimientos, los cuestionamientos que tuvieran para no perder la cabeza. No se tiene constancia de si aquellas canciones de trobairitz fueron cantadas alguna vez en público o si solamente hubo atrevimiento o necesidad más allá del riesgo que aquello podía significar por su parte a la hora de escribirlas. También hemos de tener en cuenta que cada mujer, trobairitz o no, en la historia tuvo su historia particular y su circunstancia concreta por tanto no se puede generalizar en ningún caso, pero sí podemos tener una idea a través de los escritos, los testimonios que han quedado de una parte de aquella realidad.

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El medievalista del siglo XX Georges Duby, negó la existencia misma de las trovadoras, diciendo que habían sido una invención literaria de los trovadores porque, según él, las mujeres estaban tan oprimidas que era imposible que hubieran creado una cultura de este calibre y estamos ante un historiador medievalista de los más influyentes del siglo XX. Angelica Rieger con su tesis doctoral de 1991, Trobairitz, fue la que las restituiría a la historia de la cultura política y literaria europea.

Ellas son más que músicas, musas, una inspiración permanente en mi trabajo y unas compañeras de viaje excepcionales

Pr: Y para los directos te acompañas en este trabajo de un grupo de músicas, ¿por primera vez en tu carrera si no me equivoco?

R: Sí, fue una apuesta. Llevo treinta años trabajando con hombres a excepción de algunas mujeres que pasaron como estrellas fugaces dejando sus estelas en mi historia profesional y personal. Decidí encomendarme en ese sentido a la rueda de la fortuna, esa figura de raíces grecorromanas que tenía capacidad de otorgar buena o mala suerte, capaz de influir en el destino de los mortales, que ilustra la portada del disco, extraída la imagen de un manuscrito del siglo XIII.  He contado con Belisana Ruíz, tocando cítolas y salterio; Miriam Encinas, flautas, percusión y viella, Patricia García, viola medieval y Sara Águeda arpa y rotta. Ellas son más que músicas, musas, una inspiración permanente en mi trabajo y unas compañeras de viaje excepcionales que han entendido que este proyecto trasciende la partitura, alarga su alma al pasado para recoger el testimonio de aquellas voces, despertarlo de su letargo con un beso fiel y enamorado en el presente y proyectarlo en el futuro restituido en la posición que merece en la Historia.

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Pr: De las piezas que han sobrevivido de trobairitz ¿cuántas se conservan y cuál ha sido el tratamiento musical a la hora de abordarlas en la grabación y los posteriores conciertos que ofrecerás?

R: El número de obras atribuidas a las trobairitz es de aproximadamente treinta y dos canciones, pero puede ir desde veintitrés hasta cuarenta y seis, dependiendo de los autores y sus respectivos argumentos. Y tengamos en cuenta que estamos hablando de la parte literaria, el texto de estas composiciones. Solo una de ellas ha pervivido con música y letra: A chantar de Beatriz de Dia, en un manuscrito, Le manuscript di roi, que se escribe para el hermano del rey de Francia Luis IX alrededor de 1270. Por tanto, el resto de músicas que aparecen en el disco son de composición, aplicando el talento e inspiración para encontrar las justas melodías que reforzaran y acompañaran el sentido de lo que aquella cantautora medieval nos dejaba entender en sus escritos. ‘Trobar’ significa hallar, encontrar. Para mí ha sido un camino de encuentro entre dos mundos, esas dos partes del espejo que como en el cuento de L. Carroll son transitables, como una vía lemnisco, el símbolo del infinito con esas dos realidades distantes y completas en sí mismas pero que se cruzan en un punto, el punto, la brecha por la que podemos pasar de una a otra. Cuando conectas con esta experiencia ya no hay vuelta atrás.

Tengo material para compartir ardientemente porque a mí personalmente me fue regalado por coincidencia, azar, destino…

Pr: ¿Qué ha significado para ti encontrarte con estos testimonios a nivel musical?

R: Un privilegio. En principio para este año 2020 tenía previsto grabar la tercera entrega de la pentalogía sonora con la que estoy trabajando desde hace un par de años, dedicado a las canciones de la diáspora sefardita (dedicada a Grecia). Ambos discos previos ‘Sefarad en el corazón de Marruecos’ y ‘Sefarad en el corazón de Turquía’ fueron, además, galardonados como ‘mejor disco europeo del año de su lanzamiento por la TWMC. Pero de repente me di cuenta de que en 2020 cumplía mis 30 años sobre los escenarios y quise no recurrir a hacer un recopilatorio como suelen sugerir las discográficas, con mis mejores éxitos. Tengo material para compartir ardientemente porque a mí personalmente me fue regalado por coincidencia, azar, destino…y no es mío, solamente soy portadora en un tramo del camino de esa información y mi función es hacerla correr, pasarla de mano a otra mano que la alce en alto, que la haga volar. Por eso convergieron ciertos vectores en el punto de Trobairitz y todo fue no como estaba previsto, pero sí como estaba escrito.

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