XXV Festival de Jazz de Badajoz

15/11/2012 - Sergio Zeni
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Varios - 14-11-2012
Teatro López de Ayala, Badajoz
Al igual que ha ocurrido en otros puntos de nuestra geografía, Badajoz no se ha dado por vencida en estos tiempos de crisis y ha conseguido poner en pie la edición número veinticinco de su festival de jazz con los grupos de Jerry Bergonzi, Bill Evans y Lionel Loueke como principales protagonistas.
Jerry BergonziJerry Bergonzi. Foto: Sergio Zeni

El cuarteto del saxofonista bostoniano Jerry Bergonzi fue el encargado de subir la primera noche al escenario del Teatro López de Ayala en el que sería el concierto de mayor riqueza del festival. Instalado en plena madurez en ese mainstream del siglo XXI que viene cultivando con tanto acierto, Bergonzi moldeó una actuación que fue de menos a más. Su tenor coltraneano contó una vez más con el apoyo de una rítmica ya muy compenetrada: Dave Santoro al contrabajo y Andrea Michelutti a la batería. Al piano, Carl Winther (ganador del concurso del Festival de Jazz de Getxo en 2011) enseñó que se está adaptando muy bien al cuarteto. Sus intervenciones estuvieron muy dosificadas (fueron largos los pasajes en los que sus tres compañeros tocaron solos, recordándonos al estupendo Three For All) pero cada vez que el danés apareció dejó unas pinceladas de gran elegancia.
La energía y la creatividad de Bergonzi quedó plasmada a todos los niveles: en sus composiciones, en sus arreglos, en sus interpretaciones, en sus solos, en sus interacciones con el resto del grupo. En el repertorio destacaron piezas como Awake; Gabriella, escrita por Bergonzi para su hija; Johnny Progress; I’ll Wait And Pray (de J. Coltrane) dedicada a Barack Obama y la vigorosa Tetragonz, de Winther, dejando la impresión de que Bergonzi siempre se crece en directo dando lo mejor de sí.
La jornada siguiente trajo a la Bill Evans Soulgrass Band, con la que el exmúsico del Miles Davis eléctrico amplía aún más el terreno de su jazz fusión en una propuesta en la que tienen cabida los cruces con el pop, el funk, el rock, el blues, el soul o el bluegrass. El grupo lo integran Ryan Cavanaugh al banjo, con diferencia, el músico más interesante de la noche; Mitch Stein a la guitarra, que con sus solos afilados subrayó el perfil más rockero de la banda; Frank Gravis, machacón al bajo eléctrico; Josh Dion, capaz de simultanear sus roles de baterista y cantante con gran habilidad, solvente pero sin brillar especialmente en ninguna de sus facetas, y el líder, volcado con energía al saxofón tenor, y por momentos al soprano y los teclados.
El concierto estuvo dedicado a presentar el último disco de Evans, Dragonfly, en el que el saxofonista se acerca más al pop -con la ayuda de Dion y Stein- y al bluegrass de la mano de Cavanaugh (siguiendo la línea marcada anteriormente por Bela Fleck). Entre las piezas interpretadas estuvieron Time (en la que echamos de menos los solos de John Medeski), I don’t know about love, Nothing To Believe In, Lay It Down, la trepidante Dragonfly… pero lo más destacado fue el trío impregnado de bluegrass que improvisaron Cavanaugh con su banjo marchoso, Evans al tenor y Dion con su pandereta.
Lionel Loueke, en su única presentación en España en esta gira, trajo a su nuevo trío, el mismo que –con la colaboración de Robert Glasper al piano en algunos temas– registró el reciente Heritage (Blue Note Records, 2012), es decir, con Michael Olatuja y Mark Guiliana. Si bien el guitarrista de Benin sigue moviéndose en eso que se ha dado en llamar jazz étnico -con una clara presencia de elementos de la música africana-, el cambio con respecto al trío anterior (con Massimo Biolcati y Ferenc Nemeth) es notable. El paso del contrabajo de Biolcati al bajo de Olatuja le dió a este trío de Loueke una sonoridad muy diferente, la música se torna por momentos más dura -y quizás más superficial-, la guitarra tiende a fundirse más con el sonido de las cuatro cuerdas y la batería tiene una presencia más explosiva.
Como en sus presentaciones anteriores en nuestro país, Loueke demostró poseer una técnica impresionante tanto con la guitarra como en su manejo de la voz (muy en línea con el trabajo de vocalistas africanos, como Richard Bona por ejemplo), cayendo a veces en demostraciones un tanto pirotécnicas que llevaban la música a caminos previsibles. Los temas (Ifê, Ouidah, Ami O, Freedom Dance…) generalmente estaban precedidos de una larga introducción del guitarrista para estallar luego empujados por el nervio desbordante de las baquetas de un gran Guiliana. La compenetración entre los tres músicos no tuvo fisuras ofreciendo versiones muy desarrolladas del material presente en las grabaciones discográficas.
Estas tres actuaciones se vieron complementadas por una serie de conciertos más modestos y jam sessions que se desarrollaron a continuación en el Cafetín del López de Ayala y que permitieron tomarle el pulso a la escena local, con especial atención a sus músicos más jóvenes.
El jueves, el hilo conductor fue un homenaje al trompetista Félix Bote -a cinco años de su fallecimiento-, pionero del jazz en Extremadura. En diferentes formaciones, estuvieron presentes algunos de los músicos que tocaron en los grupos de Bote repasando algunas de las piezas que solían incluir en sus repertorios. Así junto a  Diego Antúnez (flauta), Pedro Martín (bajo) y Joaquín Mora (batería) desfilaron una serie de músicos que dejaron muy buen sabor de boca, destacando especialmente el dúo que bordaron las jóvenes vocalistas Nandy Cassal y Mili Vizcaíno.
El viernes, fue el turno del Marco Martins Project. Liderados por el bajista portugués, enseñaron su buen hacer Javier Ortí al saxo tenor, Juanlu García al piano y Javier del Barco a la batería. Por último, el viernes, el Ahora Jazz Septet, con el saxo tenor Narciso González como jefe de filas, rindió homenaje al hard bop de los Jazz Messengers con unas lecturas muy fieles de algunos de sus grandes éxitos como Moanin o Blues March.
Fueron tres jornadas de música (con una serie de actividades paralelas) que, más allá del buen nivel de los conciertos, pusieron de relieve la importancia de mantener viva esta enriquecedora cita cultural. Un encuentro que continúa teniendo, a pesar de los difíciles tiempos que estamos atravesando, una muy buena respuesta por parte del público.

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