Fira Mediterrània de Manresa
Empecemos por el propio subtítulo del certamen: antes ofrecía “espectáculos de raíz tradicional”, y ahora es una muestra de “cultura popular y músicas del mundo”. La explicación oficial dice que se han abierto las puertas. Bien. Pero eso no deja de ser una simple excusa para justificar una oferta dirigida a un público más amplio sin reparar en los criterios que deben presidir una programación coherente.
Alguien dirá que ese cambio en la calificación de la denominación es un leve matiz, pero precisamente es en los matices donde se encuentran las diferencias. Y yo me pregunto, ¿por qué los festivales musicales, y esta feria lo es en un buen porcentaje, tienden cada vez más a parecerse los unos a los otros? Ahora mismo no hay mucha diferencia, por ejemplo, entre lo que acontece en Manresa y lo que sucede en el Mercat de Música Viva de Vic, donde buena parte de los conciertos podrían ser intercambiables. Y los mismo sucede con los numerosos festivales de jazz que pululan por el territorio, donde cabe de todo, o hasta en un Sonar cada vez más desnortado o un Pirineos Sur de Huesca, donde no hace mucho acogieron ni más ni menos que a Mark Knopfler. Conclusión: abajo los principios y arriba los negocios. La cantidad (de público) ha ganado a la solvencia (del cartel).
Dejando de lado esta cuestión, que, no obstante, debería ser objeto de un profundo debate que hoy por hoy nadie está dispuesto a afrontar, cabe dudar del aparente éxito de convocatoria de la Fira al atraer nosecuántos periodistas extranjeros, mientras la presencia de la prensa de Barcelona es prácticamente inexistente. Estaría bien saber cuál es al respecto la política de invitaciones que se sigue y valorar hasta qué punto es importante que asista una radio de Chequia, por ejemplo, y no el crítico musical de El Periódico. Pero eso tampoco parece preocupar a quien debiera.
En cuanto a los cambios más físicos, la lonja profesional ha ganado “profesionalidad”, aunque se haya desplazado desde el centro de la ciudad hacia la periferia, lo que dificulta el movimiento del personal, ya que Manresa no es precisamente un paraíso para la circulación rodada, y además hay que buscar los taxis con lupa, por no decir con un microscopio atómico. Por su parte, la feria comercial, víctima de la crisis, ha perdido buena parte de su atractivo al desaparecer muchas paradas vinculadas a las industrias relacionadas con la cultura popular y la artesanía mientras se han incrementado las de productos gastronómicos, ropa y otras chucherías. También han variado muchos de los escenarios: ahora hay menos entoldados y se cumplen los horarios. Y finalmente, el mejor de todos los cambios: la Fira ha dejado de celebrarse a primeros de noviembre para pasar a primeros de octubre, con mejor tiempo y más horas de sol.
A continuación, comentaré una docena de los conciertos que se han programado este fin de semana en Manresa. No son muchos, comparados con las 300 propuestas que se han presentado en la capital de Bages, la mitad de la cuales, aproximadamente, eran de contenido musical. Pero sí creo que son suficientemente representativas, a medio camino entre el interés objetivo y la curiosidad subjetiva. Y la primera conclusión que se extrae del conjunto es que, como indica el título de esta crónica, se ha perdido mediterraneidad y se ha incrementado la falta de raíces reconocibles. ¿Y quién gana, se preguntará alguno? Respuesta: la mediocridad.
Por mi parte, queda abierto el debate.
Jueves 6
Interesante inauguración de la XIX Fira Mediterrània de Manresa, a pesar de que de mediterráneo el espectáculo tuviera bien poca cosa, ya que se trataba de una propuesta vasco-argentina, es decir bañada por aguas atlánticas, protagonizada por los acordeonistas Kepa Junkera y Chango Spasiuk.
El encuentro, con carácter de estreno absoluto, entre el acordeón diatónico, o trikitrixa, de uno, y el acordeón cromático del otro fue feliz en todos los aspectos, ya que sus músicas confluyeron en ese “Mar de fuelles” al que hace alusión el título del concierto. Kepa también se prodigó con el pandero y la pandereta, con la alboka y la txalaparta, y Chango, por su parte, demostró que el chamamé propio del departamento de Misiones, de donde procede, no sólo se nutre de la tradición guaraní, sino que también absorbe los aires de la música ucraniana que mamaron sus ancestros.
El duelo de aerófonos, que en algunos momentos tuvo auténticos detalles de malabarismo musical, se vio completado y complementado por el percusionista y guitarrista Marcos Villalba. Y finalmente, como la guinda que corona el pastel, y tal vez para justificar el alcance mediterráneo de la sesión, compareció en el escenario la cantante Marina Rossell, toda una agradable sorpresa que cautivó a la audiencia que llenaba el teatro Kursaal con una sublime interpretación de “La gavina” arropada per los dos acordeonistas tocando a pelo.
Acabado el concierto inaugural, alcancé a ver en el entoldado de la Taberna Folk al último de los cuatro grupos participantes en la final del IX Concurso Sons de la Mediterrània, La Puça Diatònica (La Pulga Diatónica), una banda ampurdanesa que viste faldas escocesas y mira hacia las tabernas irlandesas con sus canciones festivas que mezclan todo tipo de influencias con el folk como punto de partida y ramificaciones hacia el pop y el rock más desenfadado. Como ejemplo, su repertorio incluyó una versión del tema de “Batman”. Si Prince levantara la cabeza…
La organización informó posteriormente que el concurso lo ganó el duo Criatures, formado por la gralla de Ivó Oller y el acordeón de Marçal Ramon. El premio por votación popular fue para el grupo del Baix Penedès Saurí. La cuarta formación que competía fue la Barcelona Ethnic Band.
Viernes 7
Comienza la ronda en la sala El Sielu, donde me espera un dúo belga. Se trata de Belem, formado per el acordeonista Didier Laloy la chelista Kathy Adam, que cultiva una de especie de folk de cámara de raíces europeas y resolución más bien cerebral.
A continuación, me traslado al teatro Kursaal, donde tiene lugar una de las (desagradables) sorpresas de la Fira. ¿Quién, me pregunto, ha tenido la osadía de programar a una niña repipi como Rozalén, cuyo muy encomiable esfuerzo per atraer al público sordomudo ayudándose de una traductora de signos/bailarina, no compensa la lejanía de la propuesta de las características del certamen, ya que se trata de una canción pop de lo más ñoño, ligero y banal? El local está lleno, por supuesto, pero de un público situado en las antípodas del que debería asistir a un concierto de música con raíces. Porque, por sí solas, la presencia de dos guitarras acústicas, no justifican nada.
De nuevo en El Sielu, la capacidad de sorprenderme no decae ante la propuesta de Bachar Mar-Khalife, un libanés residente en Francia que toca el piano y canta una “chanson” existencialista con ribetes de jazz, mientras un sonador de jazz aporta unos leves matices orientales y a su lado retumba un batería supercañero que en realidad parece el líder de la banda. El resultado no deja de ser bastante incomprensible.
Cambio de escenario. Ahora se trata del teatro Conservatori, donde se presenta una original propuesta: el grupo valenciano de hip hop combativo Aspencant ofrece una versión acústica de su espectáculo “Cap la Mediterrànea” acompañado de la orquesta de cámara manresana Camerata Bacasis. El experimento tiene una resolución feliz, Las dos formaciones, una con el vigor del rap y la otra con el lirismo de las cuerdas, se acoplan a la perfección, a pesar de lo contradictorio de lo que a priori se pudiera suponer. La conjunción desprende un aroma mediterráneo que fluye por los cuatro costados.
Finalizo la ruta del día de nuevo en El Sielu, esta vez frente al despampanante dúo formado por el pianista de jazz Marco Mezquida y el guitarrista flamenco Chicuelo, que ofrecían el estreno absoluto de esta nueva singladura que sin duda marcará un punto y aparte en sus respectivas carreras y también en la historia de la simbiosis entre dos géneros musicales tan aparentemente alejados pero tan profundamente unidos cuando se trata de sumar -y multiplicar- sensibilidades como las de sus protagonistas. La propuesta, que borda la perfección en algunos crescendos sublimes, tiene mucho recorrido por delante y por poco que se lo propongan esta pareja puede comerse el mundo. Pero, más que hablar de pareja, debería hablar de trío, ya que hay un tercer elemento, el percusionista Paco de Mode que también ejerce un notable protagonismo. Y como no hay tres sin cuatro, al final del concierto compareció el trompetista Reynald Colom, que también actuaba en otro bolo de la Fira, para acabar de rematar la faena con una soberbia aportación al trío interpretando solos de su propia cosecha.
Sábado 8
Una vez más visito El Sielu para asistir a dos conciertos consecutivos protagonizados por músicos catalanes, pero de signo bastante opuesto. En primer lugar, otro dúo, el formado por la cantante Rosalía y el guitarrista Raül Fernández “Refree”, basado en un repertorio de coplas y canciones con deje aflamencado. Se diría que Refree se quedó con ganas después de la gratificante experiencia que protagonizó junto a Sílva Pérez Cruz hace unos años, y ahora quiere revivirla con la joven Rosalía, aunque en esta ocasión se decante más por una copla con aires modernos y un toque minimalista.
A continuación, otro estreno absoluto, el de “Càntut”, protagonizado por el acordeonista Carles Belda y el cantautor Sanjosex, que aparecen acompañados de un bajista y una violinista. “Càntut” es una nueva revisión del cancionero popular catalán no exenta de originalidad gracias a varios factores: la frescura y la expresividad de sus intérpretes; el interés del repertorio seleccionado, entre ciertos de canciones, algunas de las cuales son conocidísimas y otras del todo ignoradas, y por último unos acertados y versátiles arreglos que pasan tanto por adaptaciones canónicas como por versiones con bases pregrabadas y ritmo discotequero.
Nuevo cambio de escenario, y otro estreno absoluto. En este caso se trataba del último espectáculo del grupo de percusiones ibéricas Coetus junto a los cantantes Carles Dénia, Ana Rossi y Carola Ortiz. El teatro Kursaal se llenó, como era de esperar, para contemplar el circo de sonidos desplegado por hasta quince percusionistas, algunos de los cuales se desdoblaron con guitarras, bajo y saxos- y tres fenomenales voces, entre ellas las del valenciano Dénia, que ya tiene varios discos en solitario en la calle. La formación viajó por la rica tradición castellana -algunos temas eran del repertorio de su mentor, Eliseo Paara, o, en todo caso, lo parecían-, gallega, valenciana y catalana -bonita versión de la canción “Què volen aquesta gent?”, de Maria del Mar Bonet- y culminó la actuación con toda una festiva descarga brasileña.
Y para irse a dormir con el cuerpo completamente rendido, nada mejor que una dosis de imparable música balcánica, una tormenta de ritmo frenético a cargo de la banda gitana Fanfare Ciocarlia, que ya entrada la madrugada reventó la discoteca Stroika, con una colección de vientos -trompetas, saxos, bombardas, tubas…- que desconocen los límites de velocidad y viajan a mil por hora. Una gran fiesta para despedir la noche.
Domingo 9
Con algunas agujetas y los pies todavía molidos, al mediodía me acerqué al teatre Conservatori para asistir al último estreno de la Fira, la crónica de una resurrección anunciada, la del grupo Coses, un trio vocal que a cuarenta años de una breve existencia plasmada en tres discos, ha regresado a los escenarios para recordar aquel repertorio y grabar un nuevo plástico, en esta caso con la ayuda de la Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona i el multiinstrumentista Juanche Aguiar. Y el resultado es del todo rejuvenecedor: el grupo mantiene la frescura de los años setenta, mientras la Cobla asume un papel discreto, alejado del papel sinfónico sardanístico habitual en este tipo de formaciones, y más cercano a las de una banda instrumental de viento, con unos arreglos singulares, pero con la tímbrica que la caracteriza.
Y hasta aquí mi fin de semana musical en Manresa.
Completamente de acuerdo, soy manresano i participe en su momento junto con las entidades de cultura popular que fueron las pioneras i que generaron el proyecto inicial.
Nuestra visión era sin ninguna duda muy ambiciosa, queríamos generar un mercado eficaz i de calidad que pudiera exponer los proyectos creativos de este sector artístico, para comercializarlos, en bien de la supervivencia en ese momento, ya que está resultaba difícil en un entorno donde entonces no interesaba para nada la cultura popular.
Las cosas han cambiado, afortunadamente en algunos aspectos, i nuestro proyecto ha crecido en otras manos, puesto que en pocas ediciones nos vimos apartados del proyecto con buenas palabras , falsas i malintencionadas.
A pesar de esto siempre hemos seguido dando soporte al evento i participando en los pequeños espacios de participación que nos permitían, encantados i orgullosos de nuestra iniciativa i de nuestra ciudad.
Pero creo que ha llegado el momento, por el bien del proyecto, de abrir filas i ser realistas, después varias ediciones en las que se ha perdido el rumbo i de una programación sin sentido, i en algunos casos incluso de baja calidad, no podemos seguir regocijándonos en un éxito falaz.
Creo que la organización i la programación están encantados de conocerse i no aplican un sentido crítico al proyecto por eso se han vendido al producto fácil (en algunos casos de muy buena calidad, pero otros no) hemos perdido carácter i sin carácter no hay futuro.