Teatro de la Abadía
Alegrías, soleá, soleá por bulerías, tangos, aires de levante, y por supuesto bulerías… En el recuerdo estuvo en primer lugar el inevitable Camarón, cuyo repertorio discográfico versiona Jorge con enorme acierto. Nostalgia camaronera absolutamente lícita y justificada, viniendo de un músico que compartió escenario y vivencias con el genio de la Isla. En la misma línea, tampoco faltaron los guiños a la música del Maestro Paco de Lucía.
No obstante, Jorge quiso alejarse también de las sus referencias más cercanas, abriendo otras ventanas menos evidentes pero igualmente acertadas, como su magnífica versión del Bolero de Ravel, enredado ahora en el diabólico compás de la omnipresente bulería, verdadero elemento catalizador del jazz-flamenco.
Generoso sobre el escenario, Jorge repartió protagonismo entre toda la formación. Su exégeta en la trompeta, Enriquito, tuvo su solo, igual que los tuvieron la deliciosa guitarra de Juan Diego, el sensual baile de la mexicana Karen Lugo, los ecos post-camaroneros de Piculabe y la acertada percusión de Bandolero. Todos tuvieron ocasión de brillar con luz propia.
Si tal vez esta propuesta de Jorge no consigue transmitir la fuerza y la cohesión en directo que alcanza con otras formaciones, este formato ofrece en cambio una nueva variedad de matices, poniendo en valor formas y melismas más propios del cante flamenco, que hasta la fecha habíamos disfrutado fundamentalmente a través de sus discos más que en sus actuaciones en directo.
Este es un Jorge Pardo más entre los muchos posibles. Y magnífico también, como lo es en todas sus formas y variantes.
Formación:
Jorge Pardo: saxo y flauta.
Juan Diego: guitarra flamenca
Bandolero: percusión.
Enriquito: trompeta y fiscorno
Piculabe: cante flamenco.
Karen Lugo: baile flamenco