Diariofolk

En Galicia suele decirse que Buenos Aires es “la quinta provincia gallega”, por la gran cantidad de ciudadanos de ese origen que reside en ella. Pero recurrir a este aserto para explicar el aforo del Teatro ND completo durante la presentación de Luar na Lubre sería demasiado simplista. Es cierto que buena parte de los presentes eran gallegos o descendientes de gallegos (como se pudo comprobar cuando uno de los integrantes del grupo pidió a éstos que levantaran la mano), pero las razones de semejante convocatoria habría que buscarlas por otro lado. En las frecuentes visitas de la banda a Buenos Aires, por ejemplo (con esta ya van por la cuarta), lo que les ha permitido construir un núcleo de seguidores fieles. Pero también en la calidad artística y la entrega del colectivo gallego, que se traduce sobre el escenario en unas performances arrolladoras, fruto evidente del perfecto ensamble de sus integrantes, de su proverbial simpatía para conducir un show interactuando permanentemente con la audiencia y de una música potente y movilizadora, indisolublemente ligada a la celebración y la emotividad.
Lo de Luar na Lubre fue un recorrido musical -pero también geográfico e histórico- por Galicia y sus adyacencias, guiados por las anécdotas y leyendas que con acertado tono didáctico fue intercalando su líder y fundador, Bieito Romero. A través de un repertorio donde pueden rastrearse, como en un generoso caldero, las influencias de numerosas culturas.
El viaje se inició con un tema de su último CD editado, Mar maior, y se extendió en el tiempo y la distancia hasta culminar, luego de incontables bises, en las costas de Chile, donde recalaron con El derecho a vivir en paz, de Víctor Jara, una cabal demostración de la amplitud musical del grupo.

Entre ambos extremos, el periplo fue haciendo escalas en la poesía de García Lorca, la lírica medieval gallego-portuguesa, la Italia renacentista, la relación de la banda con Mike Oldfield, las cantigas de Santa María del rey Alfonso X el sabio, la picaresca de las canciones de taberna, las infaltables muñeiras y hasta la tragedia del petrolero Prestige, recordada con la emotiva balada Memoria da noite.
No faltaron por supuesto sus hits más conocidos y reclamados por el público, como O son do ar o Camariñas. Ni tampoco los músicos invitados, entre los que descolló el percusionista Gastón Lamas, en representación de la que probablemente sea la mejor agrupación de música celta de la Argentina, Xeito Novo.
Mención aparte merece la interpretación de algunas páginas de su más reciente proyecto, Torre de Breoghán, un relato musical tan rico en imágenes y climas sonoros que enaltecería como banda sonora cualquier película de “espada y brujería”.
Luar na Lubre se despidió de “Bos Aires” dejando la promesa de un próximo disco y un poco de morriña en sus seguidores de este extremo del mundo. Aún los esperaban las ciudades de La Plata, Córdoba y Rosario, para continuar avivando ese eterno abrazo entre Galicia y la Argentina.
Fotos: Fernando Marinelli