Teatro López de Ayala y Parque San Francisco de Badajoz
En estos tiempos en los que el jazz, y la cultura en general, no están siendo muy bien tratados en este país (ahí está, a modo de ejemplo, la bochornosa suspensión del festival de jazz en la capital del reino), hay que saludar con satisfacción la gestión de un acontecimiento como en el que nos ocupa. El modesto Festival de Jazz de Badajoz ha vuelto a ofrecer en tres fechas una equilibrada programación (con artistas de las escenas internacional, española y extremeña) en el Teatro López de Ayala, sin aditivos extraños (nada de nombres ajenos al jazz) y con una serie de interesantes actividades paralelas: su primer Seminario de Musicoterapia; master classes con Perico Sambeat, Javier Colina y Guillermo McGill; jam sessions; conciertos gratuitos en el Parque de San Francisco… Tres jornadas de puro jazz desde la mañana hasta altas horas de la noche.
El saxofonista Eric Alexander fue el encargado de abrir la primera velada con un cuarteto armado para su presentación en España, en el que Fabio Miano al piano y Horacio Fumero al contrabajo sustituyeron respectivamente a los habituales Harold Mabern y Nat Reeves, mientras Joe Farnsworth mantuvo su sitio a la batería. El repertorio se paseó de un modo un tanto rutinario por algunos de los temas que frecuenta Alexander, con lo que más de uno nos quedamos con ganas de escuchar la presentación en directo de su admirable Blues At Midnight (editado este año junto al menos seductor Touching). Alexander exhibió su gran técnica dentro del estilo maistream que le caracteriza, aunque sus cataratas de notas sonaron por momentos desangeladas. En los espacios en los que el líder cedió su protagonismo al trío que le acompañaba, Miano dio buenas muestras de su gran solvencia, y Fumero dejó los solos más imaginativos de la noche. Farnsworth, por su parte, se excedió en la duración de sus intervenciones y, no pocas veces, en la rudeza de las mismas. Más allá de los lunares señalados, el cuarteto cuajó un buen concierto, destacando especialmente en las baladas, que marcaron una ejecución más contenida y pusieron de relieve la sonoridad de este ya maduro tenor de ascendencia hard bop surgido a principios de los noventa.
En la segunda noche, Joaquín Chacón (guitarra) y Mariano Díaz (teclados) presentaron su nuevo proyecto, Skytrain (con disco homónimo recién salido del horno), acompañados por tres de los músicos más talentosos de la escena española: Perico Sambeat (saxo alto), Javier Colina (contrabajo) y Guillermo McGill (batería). Las primeras sensaciones no pudieron ser mejores. El quinteto abordó Skytrain -una contagiosa composición de Mariano Díaz- con una energía arrasadora que evidenció la conexión del grupo con el jazz eléctrico de los setenta. Los líderes dejaron unos solos incandescentes y, desde esos primeros momentos, enseñaron una fluida interacción con el resto de la banda. En el diseño del repertorio se sucedieron un par de composiciones más lentas y cerebrales que bajaron la intensidad del concierto, pero luego el quinteto retomó el pulso y reflotó una actuación que, más allá de algunas irregularidades en el terreno compositivo, dejó un buen sabor de boca, con unas interpretaciones impecables.
La actuación del Pat Martino Trio era la más esperada del festival, como pusieron de manifiesto los cientos de personas que caldearon la sala del teatro. El veterano guitarrista de Filadelfia no defraudó, superando seguramente las expectativas de muchos de sus seguidores. En plena forma, casi contradiciendo su aspecto delgado y frágil, Martino fue dibujando un delicioso recorrido por piezas habituales en su repertorio como Catch, Inside Out, Seven Come Eleven, In A Sentimental Mood, Twisted Blues, The Island, Oleo, In Your Own Sweet May, ‘Round Midnight o Começar de Novo, un guiño cómplice –este título de Iván Lins– a la historia de este hombre que nació dos veces como guitarrista (1). Pat Bianchi, exprimiendo con equilibrio su Hammond B3 y Carmen Intorre, preciso a la batería (dos músicos que además comparten otros proyectos), se ajustaron como un guante al hard bop vertiginoso de Martino. El cierre -empapado de soul- no pudo ser mejor, con una demoledora versión de Sunny, el popular tema de Bobby Hebb. Un auténtico broche de oro para las presentaciones en el escenario del López de Ayala.
Las tres noches se prolongaron en el cafetín del teatro de la mano de un cuarteto liderado por el carismático Abdu Salim (saxos tenor y soprano, flauta travesera, silbatos y triángulo) acompañado por tres jóvenes músicos: su hijo Daahoud Salim, con una brillante labor al piano eléctrico, Keke Martín al contrabajo e Iván Sanjuán a la batería. Transitando un hard bop impregnado de blues, este trotamundos del jazz, nos dejó un atractivo puñado de composiciones propias entre las que no podía faltar la deliciosa balada A Rose Without A Thorn. Su notable capacidad para conectar con el público fue perfecta para animar estos conciertos alrededor de la medianoche que dieron pie a unas jugosas jam sesions que se prolongaron casi hasta las dos de la madrugada. En ellas se mezclaron algunos de los músicos que habían tocado en el López de Ayala (Eric Alexander, Mariano Díaz, Perico Sambeat, Javier Colina, Joaquín Chacón) con otros de la escena extremeña como la vocalista Mili Vizcaíno, el saxofonista Narci González, el guitarrista Pepe Olmedo, Alex Jansen (saxo alto alemán residente en Cáceres) o el baterista Javi del Barco. Una fiesta musical de tres noches con sabor a club de jazz en la que destacó especialmente el encuentro entre los saxos de Alexander, Salim y Sambeat en una extensa versión de Body and soul.
Los conciertos matutinos en el Parque de San Francisco presentaron una pequeña selección de grupos extremeños que sirvió para tomarle el pulso a la escena local. Sobre todo, para conocer mejor a una serie de músicos jóvenes que, lamentablemente, no tiene muchas oportunidades de enseñar su trabajo durante el resto del año. El Pedro Calero Trío redondeó una actuación rebosante de swing en la mejor tradición de las formaciones de guitarra, órgano y batería. Piezas como Bye, Bye, Blackbird; Seven Steps To Heaven; Particular u Ostinato (del propio Calero) pusieron de relieve el buen entendimiento entre el líder y la afilada guitarra de Pepe Olmedo, muy bien respaldados por la batería de Pepín Muñoz. Mario Ahijado (piano) y Juanma Preciado (saxo tenor), ofrecieron –con solos muy inspirados– algunas composiciones propias y standards como Confirmation (C. Parker) y Question & Answer (P. Metheny) con un cuarteto que completaron Keke Martín (contrabajo) e Iván Sanjuán (batería). Nono Blázquez, bajista que bebe del legado de Jaco Pastorius, presentó un cuarteto bien ensamblado con el experimentado saxo tenor de Narci González, el piano de Juanlu García y la batería de Javi del Barco. Benny’s Tune (L. Loueke), She Leaves Home (Lennon-McCartney), Three Views Of A Secret (J. Pastorius) y Inner Urge (J. Henderson) fueron algunas de las páginas interpretadas, esta última con un tórrido solo a cargo de González. Muy buena música en el parque para una soleada y estupenda mañana otoñal. Música que merecería tener una mayor presencia en la vida cultural de esta ciudad.
(1) En 1980, Pat Martino debió someterse a una operación cerebral que le provocó una considerable pérdida de la memoria (no reconocía a sus familiares ni recordaba quién era) y de todas sus habilidades como guitarrista. Con la firme voluntad de recuperar su identidad volvió a tocar de nuevo escuchando sus propios discos y siete años más tarde regresaría a los estudios de grabación para registrar The Return.
Fotografía de Sergio Zeni
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