Conde Duque
Romano, Sclavis y Texier son tres grandes músicos veteranos –suman entre todos 200 años- que podrían sostener sobre sus hombros todo el jazz europeo. En su esperada cita madrileña se repartieron a partes iguales las composiciones en un concierto superlativo en que no hubo espacio para las palabras.
El francés Henri Texier ofreció, como es habitual, una clase magistral con su contrabajo. Sus composiciones miran hacia África -African Panter 69 o Daoulagad- y sus solos son por momentos intimistas y delicados. Por su parte, el también francés Louis Sclavis, desplegó su colección de instrumentos sobre una tela, como las herramientas de un cirujano, y nos atrapó con su free más desbocado, que tuvo su punto álgido con Surreal Politik -incluida en el legendario álbum African Flashback y que bien podría servir de banda sonora para una versión moderna de Amarcord-, donde desplegó toda su artillería y su sentido del humor . Sclavis aportó también momentos melancólicos, como en su composición Dieu n’existe pas, e impresionantes lecciones de técnica, como el solo con respiración circular en Les petits lits blancs.
Tras sus incursiones vocales, el baterista italiano Aldo Romano hace en este trío lo que mejor sabe: resolver con los recursos y el aplomo de un maestro. Romano es por momentos un baterista de rock y aporta composiciones como Standing ovation (for Mandela), un tema que resume lo que este trío es capaz de hacer, con magníficos solos y momentos a dúo y trío cargados de gran fuerza.
En suma, el trío ofreció un concierto sin fisuras de nivel estratosférico que abrió la serie de platos fuertes de este renovado festival. Si no fuera porque aún quedan muchas actuaciones, diríamos que estamos ante el mejor festival de jazz del otoño madrileño.