Sala Apolo. Barcelona
Tras el melodioso Mon Pays (2013), impregnado por las sonoridades de los instrumentos tradicionales africanos, y su cuestionable asociación con la cantante estadounidense Julia Easterlin en Touristes (2015), el guitarrista, cantante y compositor ha dado un nuevo giro a su música. En un concierto que adelantó buena parte de su próximo álbum, el hijo del añorado Alí Farka Touré compareció –sin koras, ngonis ni shakeres– con sus compañeros de Costa de Marfil: Valery Assouan al bajo y Jean Paul Melindji a la batería (sustituyendo a su fiel Timothy Keiper). Un trío arrollador que recordó aquel tópico que presentaba a Vieux Farka Touré en su primera época como “el Hendrix del desierto”.
Con una tremenda pegada, composiciones directas y contagiosas, un especial carisma en escena y una rítmica sin grandes pretensiones, pero siempre precisa y eficiente, Vieux tardó muy poco en meterse en el bolsillo al público de la Sala Apolo. Ni qué decir cuando comenzaron a brillar sus solos incandescentes, sublimes cuando se empapaban de blues. La guitarra punzante y distorsionada del maliense exudaba africanidad por cada uno de sus poros enseñando dónde está el corazón de su personalidad musical. Tras poco más de hora y media de música compartida con alegría arriba y abajo del escenario, Farka Touré cerró un show redondo que nos lleva a preguntarnos una vez más por qué no recibimos más a menudo visitas como las que están protagonizando este pequeño ciclo de La [2] del Apolo.
El estupendo nivel de las recientes presentaciones de Imrahan y del Vieux Farka Touré Trio, invitan a esperar con alegría la próxima cita africana, con Bombino, el miércoles 18 de mayo. Será, sin lugar a dudas, una nueva fiesta para nuestros oídos.