La Biblioteca Café, Buenos Aires
El acogedor local de La Biblioteca Café, con sus paredes tapizadas de libros, está casi colmado. El primero en aparecer sobre el pequeño e improvisado escenario es Goyo Álvarez, un guitarrista nacido en Cuzco, Perú, pero que vive en la Argentina desde su infancia. Álvarez es también compositor y arreglador, comanda su propio trío y desde hace catorce años acompaña nada menos que a Jaime Torres, uno de los próceres del folclore argentino. Primero un huayno de su autoría y luego un popurrí de cuecas y marineras peruanas le bastan para dejar en claro lo que se irá confirmado con el transcurrir del espectáculo: su guitarra virtuosa es el pilar musical del Proyecto Cuzco.
El segundo en acudir es Buby González, un cantautor bonaerense, pero de indisimulables raíces santiagueñas. Un clásico del folclore latinoamericano, Canción y Huayno, y una composición propia, ratifican al cantor montaraz y versátil que asomó en Flor y semilla, el disco debut que grabó con la participación de artistas como Laura Ross, Rubén “Mono” Inzaurralde y Bruno Arias. Su dúo de guitarras con Álvarez en El Antigal, la célebre zamba de Toro y Petroccelli, quedará como uno de los momentos más vibrantes del concierto.
El tercero en presentarse es Alejandro Szwarcman, un “porteño de ley” más conocido como poeta –y autor que le ha dado letra a cantores de la talla de Rubén Juárez, José Ángel Trelles, Caracol, Néstor Fabián y Juan Vattuone, entre muchos otros– más que como intérprete, Szwarcman arremete con la célebre Milonga del solitario, de Atahualpa Yupanqui, que canta con entusiasmo y sentimiento, intercalando los poderosos versos de Los heraldos negros de César Vallejo. Una feliz combinación que gana brillo con las variaciones que aporta la guitarra de Goyo Álvarez.
El propósito de Proyecto Cuzco, cuyo subtítulo De la zamacueca al tango prometía mostrar de qué manera se fueron mezclando la música andina y los ritmos que traían los primeros esclavos africanos con elementos de la música española, aún no ha sido explicitado a esta altura de la noche. Quizás no haga falta: aun desordenadamente, las canciones van explicando por sí mismas el derrotero de una identidad musical que llega hasta la actualidad desde una raíz muy poderosa. Quizás el objetivo trazado sea una simple excusa para que tres personalidades bien diferenciadas, pero que comparten una visión musical y poética similar, se junten para cantar y compartir canciones ajenas y propias que buscan sondear y reafirmar esa identidad cultural. Y eso es válido. Dentro del primer grupo de esas canciones suena a continuación una sentida versión de Pa´l que se va, la inolvidable chamarrita de Alfredo Zitarrosa. Del segundo grupo afloran la Chacarera de la esperanza de Buby González, que arranca en el público las inevitables palmas; y Melancolía es tu nombre, con letra del propio Szwarcman y música de Néstor Basurto. A ellas seguirán más adelante Milonga para Pablo, de la misma dupla, dedicada a un interno de un hospital psiquiátrico, y otras composiciones de los integrantes del trío, como la Chacarera del Águila, donde González introduce con picardía algunos acordes del Hotel California de The Eagles; o la nostalgia dulzona de El potrero de la vida, un candombe suyo que viene sonando en las radios argentinas. Pero ahora es el momento de presentar a los invitados de la noche. Una referencia al Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, que se conmemora por estas horas, le da pie a Alejandro Szwarcman para presentar a la dupla que contribuyó a popularizar uno de sus tangos más célebres. Hablamos de la cantante Patricia Barone y el guitarrista y compositor Javier González, puntales del nuevo tango. Y hablamos de Pompeya no olvida –probablemente el primer tango en abordar el tema de los desaparecidos por la última dictadura militar argentina– que sonará en un rato, con el jugoso relato de su creación y su increíble derrotero. Pero antes vendrán Palomas, una página de ambos; y Complicidad, con letra de la poeta María del Mar Estrella. Y después, Tiem-posmodernos, de González y Szwarcman. Interpretaciones que mostrarán a una cantante de fuerte personalidad y gran manejo escénico, donde importa menos la técnica que la manera de decir. Y a un Szwarcman al que el poeta Héctor Negro definió como un autor que “además de reflejar a la ciudad de nuestro tiempo, se compromete con la problemática del hombre actual (…) manteniendo sin concesiones su fidelidad con el lenguaje poético sin apartarse de lo popular”. Una definición que el aludido revalidará más adelante, cuando interprete una de sus últimas creaciones: El sainete del diablo, una actualización del espíritu “discepoliano” con música de Franco Luciani.
Luego de este inserto a cargo de Barone y González, los creadores de Proyecto Cuzco vuelven a alternarse y a reunirse en el escenario para continuar este viaje musical por el sur del continente americano con destino final en el candombe y escalas previas en la chacarera, la milonga y la zamba. Afuera, un impensado diluvio otoñal hace difícil el regreso a casa. Dan ganas de quedarse a seguir escuchando.