Auditorio El Batel. Cartagena
En Cartagena debieron de quitar todos los espejos para que en ningún sitio Omara pudiera ver sus ochenta y nueve años cumplidos. Risueña, coqueta, juguetona y parlanchina como una adolescente, Omara Portuondo volvió a ser la gran diva que siempre ha sido. Entrando y saliendo de las canciones a placer, improvisando mensajes entre líneas y diálogos con el público.
Desde su debut discográfico con Magia Negra (1958) hasta esta gira “El último beso”, la voz de Portuondo ha estado siempre presente en la música cubana. En esta ocasión, acompañó a la diva el pianista habanero Roberto Fonseca, siempre oculto bajo su sombrero, tratando de no ser deslumbrado ni de robar protagonismo.
La reina del Tropicana interpretó los viejos boleros como si todavía tuvieran la tinta fresca y el amor reciente. Dos Gardenias, Lágrimas negras o Bésame Mucho sonaron como si la espina todavía estuviera sangrando dentro del corazón y esas palabras estuvieran manando por primera vez de la boca de Omara.
Cartagena ha sido puerto de parada de todas las giras mundiales de la cantante desde que en 1998 actuara por primera vez junto a Compay Segundo. En 2014, con el premio La Mar de Músicas, y en 2016, con Diego el Cigala, el público volvió a recibirla con los brazos abiertos. En esta 39ª edición del Cartagena Jazz Festival, algunos dicen que Omara vino a despedirse, que esta es la última gira que hará la vocalista por el resto del mundo. Pero Cartagena no es el resto del mundo, ella lo dejó bien claro desde el escenario: “No va a ser la última vez, ya tú sabes”.
Coqueta como siempre, Portuondo cerró su actuación moviendo las caderas y bailando del brazo de Fonseca. Estiró el brazo para despedirse y echó la cabeza hacia atrás para lanzar una última mirada a El Batel, ese espacio que parece nacido para que en sus paredes resuenen los versos de José Martí musicalizados por Joseíto Fernández: “Yo soy una mujer sincera, / De donde crecen las palmas / Y antes de morirme quiero / Echar mis versos del alma / Guajira Guantanamera”. El público se comprometió a ensayar todas las tardes si Omara promete regresar. El pacto está firmado.
Fotografía: Omara Portuondo y Roberto Fonseca por María Ramos.
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