Teatro Lope de Vega, Madrid
El pasado 5 de marzo presentó su nuevo disco, Antología del cante flamenco heterodoxo, en triple LP (en CD también se vende, aunque a estas alturas el desprestigio de este formato es tal que ni se menciona) con 27 canciones, que el cantaor confesaba no haber escuchado entero todavía. Junto a él, dos músicos que complementan y sostienen su propuesta: Raúl Cantizano a las guitarras y percusiones, y Susana Hernández con la electrónica.
Nada más aparecer en escena, el cantaor descolocó al público que llenaba el Teatro Lope de Vega de Madrid, cambiándose de ropa en el mismo escenario para ponerse un traje “de etiqueta”, la única que fuimos capaces de poner a su espectáculo, imposible de clasificar pero que nos cautivó de principio a fin. Luego, tras un comienzo musical multilingüe, nos explicó que él canta ese flamenco del que, de manera aberrante, la Junta de Andalucía se ha querido adueñar para hacerlo patrimonio propio. Y flamenco escuchamos, entre efectos vocales, electrónicos y ruidos -como en esas Seguiriyas del silogismo cantadas en latín-, y referencias constantes al cante tradicional. Entre ellas, “cantos urbanos de labor” recogidos de cancioneros que cantara Joaquín Díaz, donde Contreras superpone su propia voz a las grabaciones antiguas, con efectos electrónicos y una guitarra rasgada con arco de violín. Y más flamenco, con una emocionante y desconcertante triada de Lorca, entre aullidos hilarantes, en una primera canción de cuna que bebe tanto del poeta como de Robert Crumb, seguida de exhortaciones a Tim Buckley y a Shostakóvich.
Desconcertante es también Niño de Elche cuando ofrece su lado más cañí y deja fuera de combate a su público más alternativo con pasodobles entre luces rojigualdas, o esa bomba gitana final firmada por Lola Flores.
El concierto se cerró con una merecida gran ovación. Ya lo dijo el artista, “da gusto ver que sois más frikis que yo”.