Galileo Galilei, Madrid
Atraía, sin duda, el cartel. Carlos Beceiro y Jaime Muñoz acompañados de un trío entre los que se encuentra el percusionista Sebastián Rubio (ex de Radio Tarifa), con el cual ya han tocado en alguna ocasión, y el magnífico y versátil guitarrista Antonio Toledo, acompañante en tiempos de Javier Ruibal y más recientemente de Andreas Prittwitz o del tristemente desaparecido timplista canario Jose Antonio Ramos, entre otros muchos. Pero la novedad principal era la figura de la vocalista Marta de la Aldea, que acompaña habitualmente a Antonio Toledo, al cantautor Antonio de Pinto y que ha colaborado asimismo con Javier Bergia. Una sorpresa a priori, aunque no tanto, porque ya sabemos que La Musgaña busca desde hace tiempo engarzar su música instrumental tradicional castellana con una voz. Ha habido ejemplos sobresalientes, como Carmen París en el tema Espejo sol y luna de su disco Temas profanos, o Manuel Luna, que también ha aportado su voz en varias ocasiones, como en aquel lejano disco, Lubicán. Pero hay otra novedad no menos importante, como es la utilización del bajo, después de mucho tiempo, a cargo de Carlos Beceiro. Todo en aras de dotar de mayor contundencia a su música.
No sabemos realmente si esta nueva formación significa un giro radical del grupo o es un experimento que aún debe desarrollarse más. Se han endurecido, sin duda, y no tanto tendiendo hacia el pop, como anunciaba su nota promocional, sino hacia el rock y el jazz, con la sólida y contundente aportación de Sebastián Rubio en la batería y esos flirteos con el rock andaluz de Antonio Toledo, que tuvo momentos gloriosos con su virtuosismo en la guitarra y el laúd. Fue magnífica la interpretación de El rondador desesperado, melodía que ya conocemos de la estremecedora Estremera (imposible no recordar a Manuel Luna cantándola en el disco en directo) que nos hizo recordar por momentos a Triana. La voz de Marta, limpia y precisa sin preciosismo, se adapta perfectamente a esta nueva orientación de La Musgaña.
El concierto fue un recorrido por toda la discografía de los madrileños, incluido un disco que ha pasado casi desapercibido, El paso de la estantigua, al que incomprensiblemente parecen no darle la importancia que se merece. Temas tan destacados como Arribes, Romance de la Gallarda, Danzas de Burgos y la preciosa recreación que hicieron del Picao, en la que recordaron al siempre añorado Quique Almendros. Convaleciente de su larguísima enfermedad, su figura siempre está presente en cada concierto. Fue el momento “más Musgaña”, más emotivo también, con Jaime, Carlos y Sebastián en el escenario.
Muchas novedades en esta reinvención de la banda, que hasta hace bien poco se había reconvertido en dúo tras un largo período de reflexión en el que estuvieron a punto de dejarlo. Ahora se presentan en quinteto y a pesar de su voluntad por darle un aire nuevo y fresco a su música, ofrecen algunas incógnitas que han de despejarse. Es muy posible que sus muy puristas seguidores aún se estén frotando los oídos, pero también con esta formación se acercarán a un público más amplio. Hay que darles el tiempo que necesiten. Lo que es seguro es que su calidad y creatividad no han mermado un ápice y seguirán ofreciéndonos grandes momentos. Sea por tanto bienvenida esta nueva y poderosa Musgaña.
Músicos:
Jaime Muñoz, instrumentos de viento
Carlos Beceiro, bouzuki y bajo
Sebastián Rubio, batería
Antonio Toledo, guitarra y laúd
Marta de la Aldea, voz