Sala Galileo Galilei. Madrid. Presentación del disco Dagas de fuego sobre el laberinto.
Sí, ha pasado mucho tiempo desde que se le viera hace más de un decenio en esta misma sala, cuando presentó su último disco en solitario, Ouroboros, pero su capacidad para conmovernos y provocar emociones no ha disminuido ni un ápice.
Tras la escucha del disco, las diferencias con el directo son evidentes. La grabación adolece de cierta frialdad que se transforma en calidez con los músicos sobre el escenario. A Javier le acompañan dos grandes músicos: Josete Ordóñez con los instrumentos de cuerda y Manuel de Lucena, de percusión. El primero también ha compuesto algún tema y es el que aporta el aire aflamencado, pero imperan los ritmos mediterráneos, desde los endiablados 7/8 de los Balcanes hasta los gnawa que los descendientes de los esclavos africanos llevaron a Marruecos. Hay también ritmos del interior de nuestra fértil Península, como unos deliciosos ajechaos en Con el tiempo en la mano. Pero sus saxos y flautas destilan sobre todo jazz, porque en el fondo, a lo que realmente asistimos fue a un magnifico concierto de jazz, quizá en una de las mayores demostraciones que a tal efecto haya realizado Paxariño.
Se agradece la información que aportó en cada tema interpretado, algo inexistente en el disco, carente prácticamente de información. Así, supimos que Juegos con Zaira está dedicado a su hija, o El alma en el suelo, al dolor del maltratado pueblo palestino. Paseo de la farola es una bulería y Fiesta en el Realejo es un recuerdo al barrio granadino donde nació. Y Ladrón y kumardji está basado en un envolvente e hipnótico ritmo gnawa.
Ojalá no pasen tantos años hasta que volvamos a ver al saxofonista en directo presentando un disco propio. Los aficionados a la música lo necesitamos.
Músicos:
Javier Paxariño, vientos
Josete Ordóñez, cuerdas
Manuel de Lucena, percusión