Segovia
En lo estrictamente musical, como cada año, la programación ha estado plagada de sorpresas que hacen que siempre merezca la pena una visita a Folk Segovia. La imaginación de la organización y la generosidad de muchos artistas han permitido que un año más podamos pasar unos días inmersos en este histórico festival, aunque la maldita crisis, el descenso de dinero público y la voracidad recaudatoria hayan dejado muy tocado su presupuesto.
Como en cada edición a lo largo de estos años, las actividades se han repartido por distintos escenarios de la ciudad. En la Plaza de San Martin, escenario reservado habitualmente para propuestas de calle y multitudinarias, pudimos disfrutar del grupo lituano Neda y Labutis Jazz Quartet, que integra desde hace más de 20 años jazz y rock con los sonidos tradicionales de su país. Neda es una cantante con carácter que sigue la estela de las grandes divas de jazz, una de las mejores voces que hemos escuchado últimamente, con un dominio sorprendente de la flauta travesera. A su lado, el veterano saxofonista Vytautas Labutis demostró que es uno de los grandes instrumentistas del jazz europeo y juntos ofrecieron dúos memorables que sedujeron al público.
Este espléndido marco también sirvió de escenario para el concierto de la Parranda El Cerrillal, una numerosa agrupación canaria que interpretó temas de su nuevo disco, titulado Del trabajo al baile. El público que llenaba la plaza bailó con sus cantos de trabajo, romances y temas de fiesta, interpretados con un profundo respeto a la tradición canaria.
En Folk Segovia también hay espacio para los nuevos valores y año tras año descubrimos en el escenario de La Alhóndiga a los que serán los grandes nombres del folk. En esta edición, el joven Xavier de Bétera nos sorprendió con su dominio del cant d’estil valenciano. Acompañado por un excelente cuarteto de cuerdas, el cantador ofreció su particular versión del folclore valenciano con títulos como Fandango del Whatsapp o Romance del Facebook, como muestra de que la tradición está más viva que nunca y sigue por los caminos de siempre.
También sorprendió el cuarteto Thalassa con su música delicada y su recreación del detalle. El grupo está integrado por músicos muy jóvenes que demuestran una sólida formación. Su repertorio está basado en temas tradicionales ibéricos y hebreos, canciones de García Lorca y Manuel de Falla y alguna composición propia. La bonita voz de Gemma Humet encuentra un perfecto acomodo junto a la guitarra de Marina Mir, el contrabajo de Miguel Ángel Cordero y la percusiones de Carlos Cortés. Una delicia.
También en La Alhóndiga tuvieron lugar las presentaciones de nuevas ediciones relacionadas con el folk. En el ámbito editorial, se presentó la reedición del popular Cancionero de Agapito Marazuela a cargo de la editorial Derviche y el Instituto de Cultura Tradicional Manuel González Herrero, un trabajo muy buscado por los profesionales y aficionados e imposible de encontrar en los últimos años. En el apartado de ediciones discográficas, el dúo Ethnos Atramo, integrado por Pepa Lillo y Gabriel Navalón, presentó su primer trabajo en el que reúne temas del repertorio sefardí con piezas del Códice Calixtino, cantigas de Martín Códax y canciones tradicionales de Grecia y Armenia. Los sonidos de síntesis se dan la mano en este proyecto con percusiones étnicas, el sonido del salterio y el del rabel cántabro con un resultado fresco y original.
El veterano grupo extremeño Muérdago también acudió a la Alhóndiga para presentar su cuarto trabajo, Al salir el sol, en el que el quinteto reinterpreta el folclore de La Vera extremeña. Al mismo tiempo Muérdago presentaba a su nueva cantante, Isabel Martín, componente del dúo Milo Ke Mandarini, que se embarca así en una nueva aventura musical. Por último, José Antonio Alonso llegó con su último trabajo A la luz del crepúsculo, que ilustró con la interpretación de una olivera alcarreña y un canto de sopeta. Días antes y sobre el mismo escenario, el propio Alonso había recibido un merecido homenaje de manos de la organización del festival por su extensa carrera alrededor de la música y la cultura tradicional.
Las propuestas más formales de Folk Segovia se desarrollaron este año en el Teatro Juan Bravo, un espacio casi centenario que conserva el encanto de otros tiempos. Olga y Los Ministriles, herederos del histórico grupo Hato de Foces, ofrecieron un repertorio de temas tradicionales y composiciones basadas en el folclore aragonés en el que no faltaron las canciones del recordado José Antonio Labordeta. La voz potente y clara de Olga Orús brilló en temas como El río o La Albada, bien arropada por los músicos de la formación. Una pareja de bailarines acompañó a la banda en algunos temas en una reinterpretación paralela de las danzas tradicionales aragonesas.
El plato fuerte de la programación de este año lo pusieron los madrileños de Hexacorde, que siguen creciendo de concierto en concierto. Este sexteto instrumental de sonidos concienzudamente elaborados consigue un excelente equilibrio entre la complejidad de conjuntar tantos instrumentos en escena y la maestría de sus individualidades. La guinda la pone la potente voz de Vanesa Muela, que colabora en los últimos años con el grupo y está cada vez más integrada en su sonido. Canciones como La casa de los locos o Camino al Dom levantaron ovaciones en un teatro casi lleno, la mejor entrada del festival.
Y con este buen sabor de boca dejamos los escenarios segovianos. El año que viene volveremos para disfrutar de nuestra ración de música, actividades paralelas y charlas con los amigos y compañeros, porque Folk Segovia es insustituible y lo será por muchos años. Se impone sentarse a pensar cómo mantener y si es posible aumentar las actividades de este festival, los aficionados lo necesitamos.
Fotografías: Carlos Monje
..se os olvida Antonio Zambujo, conciertazo!