Notorius, Buenos Aires
Arte en parte es un ciclo de música argentina que viene difundiendo una variada gama de propuestas musicales, tanto de artistas de reconocido prestigio como de otros que están comenzando su andadura. Por allí han desfilado figuras como Jorge Cumbo, el Quinteto Tiempo, el trío de Rodolfo Mederos, Chany Suárez y el cantautor Alejandro del Prado, por citar sólo algunos nombres de una extensa lista.
En el último concierto del año uno de sus organizadores –el compositor, pianista, arreglador y gestor cultural Oscar Laiguera– subió al escenario del club Notorius para prologar una noche que, con la excepción que siempre confirma la regla, estuvo íntegramente animada por mujeres.
La encargada de abrir el fuego fue Marina Ruiz Matta, una interesante pianista, cantante y compositora de cuyo último trabajo discográfico hemos dado cuenta aquí en Diariofolk. Con un estilo sumamente personal, enérgico y de un controlado dramatismo, Marina desgranó algunas composiciones propias, como El apurado, Querida encogí a los niños o Ladrón de caballos, una obra de aires latinos y climas atrapantes inspirada en un personaje del escritor peruano Manuel Scorza; entre las que intercaló muy buenas interpretaciones de obras ajenas, como una versión cantada de Maturana o un anticipo de su trabajo sobre la tradicional chacarera Puente carretero.
Con el escenario ya caldeado, llegó el turno de Flores negras, el cuarteto vocal femenino que se formó en 1995 y se reformuló –luego de un paréntesis– en 2007, con tres de sus miembros originales, Cecilia Bonardi, Alejandra Cañoni y Laura Esses y la incorporación de Laura Hatton, una soprano de larga trayectoria en el circuito de jazz argentino que ha grabado también con más de cien artistas de diversos géneros e integró, allá por los 70, el colectivo Buenos Aires 8, una referencia inevitable al hablar de grupos vocales en la Argentina.
Con esa impronta tanguera de Buenos Aires 8, que se manifiesta ya desde el nombre que eligió el cuarteto para identificarse (el célebre tango de Francisco De Caro y Mario César Gomila), Flores negras fue recorriendo un catálogo de milongas y tangos clásicos donde brillaron, entre otros, Che, bandoneón (de Troilo y Manzi), Afiches, Milonguita, una de las varias versiones con letra de La cumparsita y hasta iconos del repertorio de Carlos Gardel como El día que me quieras y el corrosivo Al mundo le falta un tornillo. El adecuado contrapeso vino de la mano de páginas más actuales de Astor Piazzolla, como las milongas El títere (con letra de Jorge Luis Borges) y Milonga de la Anunciación (de la operita María de Buenos Aires) y el inefable Libertango.
Las interpretaciones de Flores negras están muy lejos de la solemnidad. Con un buen manejo del humor y la ironía, sus cuatro integrantes logran –con la complicidad de su guitarrista, el versátil y fogueado Rodolfo Gorosito– crear un clima relajado que el público disfruta y agradece. Y como prueba cabal de ello allí está su refrescante versión del Vals ecológico, del cantautor humorístico Hugo Varela, que entregan hacia el final del concierto. Pero es sin duda en el aspecto técnico donde el colectivo destaca. Estas flores tienen la particularidad de no sonar como si fueran un coro, siempre hay una voz líder que va rotando, pueden cantar al unísono, conformar dúos momentáneos o alternar el protagonismo, siempre con una afinación impecable y un balance perfecto.
Ya llegando al final del show, Oscar Laiguera, también responsable de los delicados arreglos del cuarteto, se sentará al piano para cerrar a ritmo de canbombe una noche donde la musa de la Música hizo de las suyas. Con originalidad, buen gusto y simpatía.
Fotos: Fernando Marinelli
Excelente crónica de Fernando Marinelli
Muchas gracias!
¡Gracias Marinelli ! Impecable la nota.
Gracias por tu interés en Diariofolk.