Jamboree Jazz. Barcelona
Qué pena que en España tengamos tan pocas oportunidades de disfrutar en directo de los músicos de jazz que residen en países vecinos. La cuota que le asignan los festivales tradicionales a las propuestas europeas suele ser mínima o, directamente, inexistente. Afortunadamente, los clubes, de vez en cuando, consiguen paliar esta carencia. Buen ejemplo de ello han sido los dos pases, con la sala llena, que ofreció Stéphane Belmondo en el Jamboree Jazz, un músico que había dejado muy buen sabor de boca en los conciertos que, en 2007, dio en el festival de jazz de Terrassa y en el hoy añorado San Juan Evangelista de Madrid, cuando con su hermano Lionel y el veterano Yusef Lateef presentaron Influence.
En esta ocasión, el músico de Hyères nos visitó para adelantarnos el material que verá la luz el próximo mes de abril, un álbum que rinde tributo al legado de Chet Baker, una de sus principales influencias. Al fiscornio (ocasionalmente, a la trompeta), Belmondo se movió con personalidad y una gran soltura por un repertorio que conoce como las habitaciones de su casa (My funny Valentine, Whith a song in my heart, Love for sale…). Completaron el original formato de trío el guitarrista holandés Jesse Van Ruller y el contrabajista galo Thomas Bramerie. Dos músicos que desempeñaron una gran tarea sosteniendo la brillante perfomance del líder, complementándose entre ambos, alternado roles, interactuando y, especialmente en el caso del de Amsterdam, brillando en los solos. Alternando baladas y temas empapados de swing, el trío se dejó llevar en extensas versiones que construyeron una atmósfera llena de vida.
Habrá pues que estar atentos a la edición de Love for Chet. Lo que hemos escuchado en Barcelona invita a esperarlo con optimismo.
Foto: Stéphane Belmondo en el Jamboree. © Antonio Narváez.