Aventuras en Cinecittà

27/03/2015 - Pablo Terés
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Sex Mob - 20-03-2015
Jamboree Jazz. Barcelona
Sex Mob, fiel al estilo que ha marcado su trayectoria, celebró en Barcelona su desenfadado homenaje al cine del gran Federico Fellini.
2015-03-20 23.12.40 Steven Bernstein 250 px

“Pensé que nunca volvería a hacer otro álbum con Sex Mob” afirma Steven Bernstein en las notas que acompañan la edición de Circus, Cinema & Spaghetti: Sex Mob plays Fellini. El último registro en estudio de la banda se había producido en 2005, Sexotica (Thirsty Ear, 2006), y amenazaba con ser el último, pero afortunadamente, en 2013 se dieron las condiciones para que el grupo nacido en la Knitting Factory retornara a las andadas y nos regalara su atrevido acercamiento al universo del célebre director de Rimini.

Hay que decir que si el disco es una desmelenada explosión de energía por las partituras de Nino Rota, su exposición en directo resulta una aventura demoledora. Sex Mob aúna, como quizás ninguna otra agrupación, la alegre vitalidad de los orígenes del jazz con la atrevida libertad de la vanguardia. Extrovertido, carismático y conversador, Bernstein (The Lounge Lizards, Spanish Fly, The Millennial Territory Orchestra, The Kansas City Band) sintetiza en escena el carácter divertido que ha sabido imprimirle a este cuarteto del downton neoyorquino con guiños a la cultura popular, capaz de construir singulares versiones partiendo de temas de James Bond, de una composición de Abba o de la Macarena de Los del Río.

Sex Mob plays FelliniLos conciertos en el Jamboree pusieron en evidencia que, dieciocho años después de dar sus primeros pasos, Sex Mob continúa divivietiéndose de un modo contagioso con su música. Sus extensas, y por momentos irreconocibles, versiones de páginas como La dolce vita o Giulietta degli spiriti, enseñaron la musculatura de la formación, construida sobre la base potente de un Tony Scherr (bajo) por momentos rockero y un Kenny Wollesen (batería) siempre inspirado. Sobre su ritmo endiablado, Bernstein (trompeta de varas) y Briggan Krauss (saxofón alto) tejieron un desbocado juego de texturas sonoras.

Las memorables composiciones de Rota, despojadas de su tradicional elegancia, se convirtieron en un vehículo ideal para dar rienda suelta a la exuberante imaginación del grupo. Guiado por la terrosa trompeta de Bernstein, el lenguaje festivo y promiscuo de la banda bebió del dixieland, el punk, el blues, el post-bop, el klezmer… Así, con un estilo muy diferente al que se escucha en las películas del director de La Strada, el cuarteto conectó de alguna manera con esas potentes fanfarrias que de pronto brotan como chorros en los filmes del italiano.

Sex Mob regresó con una vitalidad notable. En ella, Bernstein parece hacer suyas las palabras de Fellini: “No hay final. No hay principio. Es sólo la infinita pasión de la vida.”

 

 

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