Centro Cultural Kirchner. Buenos Aires
Si es cierto lo que dicen los italianos, que “piano piano si va lontano”, el Festival Piano Piano que se viene desarrollando desde comienzos de este mes en el flamante Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires está llevando al público aficionado a ese instrumento hasta confines musicales que no suelen alcanzarse con frecuencia.
Luego de su apertura, el 3 de julio, a todo vapor con un merecido homenaje de los pianistas argentinos al maestro Manolo Juárez, este ciclo internacional de piano –que cuenta en su cartel con figuras como Craig Taborn, Ernesto Jodos, Hugo Fatorusso, Danilo Pérez, Horacio Lavandera, Mario Laginha, Carlos Negro Aguirre, Gonzalo Rubalcaba, Hilda Herrera, Guillermo Klein o Leo Maslíah– se extenderá, a lo largo de veinte noches, hasta el próximo 8 de agosto.
El jueves 16 fue el turno del argentino Adrián Iaies y del serbio Bojan Z, ambos en formato solo piano. Dos personalidades y dos estilos completamente diferentes, pero que tienen en común empujar hasta los límites las fronteras del jazz.
Iaies es uno de los músicos más respetados entre la generosa camada de pianistas talentosos que ha dado la Argentina en los últimos años. Se caracteriza por su particular acercamiento al tango y a otras formas de la música popular argentina desde una estética claramente jazzística, pero disfruta también del encuentro con artistas provenientes de otras tradiciones y géneros. Con casi 20 discos grabados, Iaies se ha presentado en varios países, en solitario o con diversos formatos, haciéndose acreedor a numerosas distinciones y elogiosas críticas en medios como Cuadernos de Jazz, Down Beat, Jazziz y las revistas francesas Jazzman y Jazz Magazine. Desde hace unos años, además, es director artístico del Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires.
El argentino arrancó su set con una composición propia, en un tono intimista que predominaría a lo largo de casi todo el concierto. Sin tomar excesivos riesgos, continuó luego con un repertorio donde conviven armoniosamente standards de jazz, como My one and only love, con tangos tradicionales como La casita de mis viejos, pero interpretados en clave de jazz, con amplio espacio para las improvisaciones.
Iaies posee un estilo sobrio, sumamente prolijo, pero no exento de carácter. Y hace gala de un sonido diáfano y cristalino. Su versión de la bellísima Serenata para la tierra de uno, de María Elena Walsh, resultó de lo más destacable, tal vez por su melodía fácilmente reconocible.
Pero lo más sorprendente de la noche para el público local resultó sin dudas la presentación –por primera vez en la Argentina- del pianista serbio Bojan Z (la Z es por Zulfikarpasic), anunciado por Iaies con profusos elogios.
El serbio –que esa tarde ofreció en el mismo centro cultural su clase magistral “Tradición y modernidad en la música de hoy”– inició su actuación de pie frente al piano, haciendo percusión sobre las cuerdas y la caja del instrumento, para continuar –ya sentado frente al teclado- con la mano izquierda manteniendo el compás y dejando que la derecha mostrara todo su carácter e intensa sonoridad en las improvisaciones de Full half moon, de su álbum Soul Shelter, hasta concluir el tema con el mismo recurso del principio.
Esa actitud corporal, lejos de ser casual, refleja su personalidad como músico: Bojan es una verdadera máquina de tocar. Tal vez influenciado por su maestro Clare Fischer, no tiene prejuicios en mezclar la libertad del jazz con la técnica académica de la música clásica. Toca con nervio y pocos silencios, pero puede pasar de frenéticos ostinatos a pasajes de gran sutileza durante la misma composición. Su música puede ser vertiginosa o intensamente delicada, pero nunca monótona. Ya sea cuando interpreta un tema de Duke Ellington, una libérrima versión de la rapsodia húngara que solía tocarle su padre o cuando deja filtrar en una tema la inconfundible melodía de In my life, de The Beatles.
Con más de media docena de discos grabados en su haber (como solista o liderando distintas formaciones) y muchos más tocando con músicos de las más diversas latitudes, Bojan Z ha recibido numerosas distinciones por su trayectoria y no es fortuito que haya sido reconocido, en 2005, como el Mejor Músico de Jazz Europeo. Algo que el público presente en la espléndida sala La Ballena Azul pudo corroborar en un concierto al que podría calificarse como redondo, porque concluyó en el mismo punto donde había comenzado: con Bojan Z de pie, pellizcando las cuerdas del piano, como tratando de sacarle aún más a su instrumento.
Foto: Bojan Zulfikarpasic en el CCK por Fernando Marinelli.
Fué un CONCIERTO EXTRAORDINARIO, FELICITACIONES!!!.¿ Se podrá obtener la grabación del mismo?. Saludos Rodolfo.