Diariofolk

A estas alturas poco hay que añadir a la catarata de elogios que se vuelcan sobre cada nuevo trabajo de Marco Mezquida. Con tan sólo 34 años, el pianista menorquín se ha convertido en todo un clásico, y no sólo del jazz, ya que también se ha adentrado en otros territorios como el flamenco, la canción de autor o la música clásica.

Talismán es un disco que no sorprende porque al fin y al cabo su autor ya ha sorprendido bastante, pero sí que confirma una carrera en ascenso imparable que en esta ocasión ha escogido dos buenos escuderos para llevar a cabo la aventura: Martín Meléndez (chelo) y el ubicuo Aleix Tobias (percusión). Junto a ellos, Mezquida ha elaborado un repertorio colorista, lleno de matices, que no deja de ser una muestra de la amplitud de miras estilística de este músico.

Así, en un solo CD nos podemos encontrar con muchas de las diversas caras -porque seguro que hay más- que ofrece la concepción jazzística del pianista formado en Barcelona. Desde la más alegre y tocada con acentos latinos de Vientos Eliseos -dedicada a Eliseo Parra- y Carpe diem, a la más enérgica de No passis pena y Serotonina, pasando por la placidez de Alfajor, la lírica de Lluvia muda -en la que se vislumbra la influencia de Keith Jarrett- y culminando el trabajo con dos obras maestras como son la apoteosis del romanticismo que representa la ya conocida Es jardí de ses ànimes y la maravillosa adaptación del tema tradicional menorquín Na Cecília, que es la única pieza del disco que no ha compuesto Mezquida.