Diariofolk

Si existe una discografía de un músico en España a la que podamos poner el adjetivo de sobresaliente, esa es sin duda la de Javier Bergia. Trece discos que conforman una excelente colección de vivencias, poesía, nostalgia, compromiso y rebeldía, excelentes letras envueltas en una música reconocible, con un estilo propio que a la vez ha bebido de cientos de fuentes, desde la India a Madrid, con los pies hundidos en el folk y los ritmos étnicos.
Tal es la excelencia de la discografía de Bergia, que si un disco no quedaba a su gusto, se volvía a grabar años después hasta dejarlo bordado, como pasó con su obra maestra Caracola.
Punto y Aparte, su último disco, hace de nuevo acopio de todas las virtudes de las canciones de Javier Bergia para presentarnos un ejercicio de memoria personal, una mirada atrás con cierta nostalgia en lo que él mismo ha llamado ‘un disco de madurez’. Este sentimiento se pone de manifiesto en canciones como la delicada Agua, la descriptiva Postales de Mileto o la autobiográfica Retrato, tres visiones personales del amor, el desamor y la vida en las que es difícil no sentirse reflejado y que quizás por eso llegan tan adentro.
La nostalgia se transforma en reivindicación y cabreo ante la injusticia y la vergüenza por un mundo tan cruel en canciones como la durísima Malos Tratos y en la incendiaria Silencio, una bomba directa al corazón de nuestra conciencia (o de la falta de ella).
En Punto y Aparte, Bergia se ha rodeado de un grupo de excelentes músicos que han llenado de colores y matices las canciones: Milena Fuentes al violín, Cuco Pérez al acordeón, Josete Ordóñez a las guitarras, Javier Paxariño al saxo y flauta, Eduardo Laguillo al sarod o Germán Díaz a la zanfona, una excelente nómina de amigos entre lo más granado de la música de este país. Mención especial para la colaboración de Luis Delgado con el laúd árabe en Quijotesis.
Esta nueva obra maestra se redondea con la inquietante ilustración de Juan Alberto Arteche para la portada, que encierra las canciones de Bergia en un envoltorio desasosegante y reivindicativo.
Si la presbicia no nos deja leer las letras de las canciones impresas de forma poco legible en el folleto, siempre nos quedará la muy recomendable y casi perdida costumbre de escuchar las canciones hasta aprenderlas. Como hacíamos de adolescentes, escuchar un disco hasta casi desgastarlo, Punto y Aparte invita a ello.