I una fada trasmuda
Satélite K 2015
Como un francotirador que dispara las balas desde su atalaya situada en la localidad de Almacellles, cerca de Lleida, Xavier Baró ha ido forjando su carrera paso a paso, con tanta meticulosidad que no ha hecho ningún ruido; más bien un clamoroso silencio. Sus diez discos en solitario avalan una carrera labrada con la firmeza de quien esculpe el granito, adentrándose poco a apoco en el terreno de la canción tradicional, o “la música primitiva”, como la denomina él, para hacerla brotar de nuevo gracias a un proceso de recreación que parte de la identificación con la tierra, con su tradición poética y musical, pero que no busca su reproducción, sino su trascendencia.
Todo esto se concreta ahora en I una fada trasmuda (Y un hada trasmuta), que no deja de ser un conjunto de romances que a menudo hablan de las fuerzas de la naturaleza y de personajes mitológicos, pero que en el fondo son “canciones de amor y de misterio” bordadas con suma delicadeza, con una cierta austeridad de medios que, no obstante, se muestran pletóricos de expresividad. Unas guitarras, unos mínimos instrumentos de viento, algunos otros de cuerda, unas pocas percusiones, un piano y sorprendentemente, un órgano que certifica el carácter telúrico -litúrgico- de la aventura, componen el vestido sonoro de la nueva propuesta de Xavier Baró, que sobresale en Desbordament, con su atmósfera de western decadente, y Rosa dels vents, donde el piano ejerce un romántico protagonismo. Todo con un inconfundible aroma dylanesco, del Bob Dylan de los buenos viejos tiempos, por supuesto. Y como guinda, una poco reconocible versión de So qui so, escrita por el poeta renacentista valenciano Joan de Timoneda y musicada por su paisano Raimon.