Farsa (género imposible)
Universal 2020
La última singladura en solitario de Sílvia Pérez Cruz es un ejercicio con el que, desde la música, pretende acercarse a otras disciplinas artísticas, como la pintura, la danza, el cine, el teatro y también la fotografía, aunque en este caso no lo hace a través de las canciones, sino trabajando una inusitada imagen personal, como se refleja en la misma portada del disco.
Comenzando por su propio enunciado, Farsa (género imposible) es un CD que, sin suponer una gran ruptura con sus obras anteriores, sí que implica un decisivo paso adelante en el que la autenticidad y la sinceridad se imponen ante cualquier artificio. Así pues, a pesar de lo que pueda sugerir el título, la intérprete ampurdanesa ha realizado su trabajo más genuino, escarbando en la canción de autor -que no olvida las raíces- tal vez como no lo había hecho hasta ahora.
Basándose en una instrumentación bastante sucinta -principalmente violines, piano, guitarra y algunos coros-, e incluyendo algunas colaboraciones de lujo, como las de Javier Mas tocando el archilaúd o el percusionista Aleix Tobias, Sílvia va desgranando en su particular farsa un repertorio eminentemente intimista, a menudo se diría que susurrado a la oreja del oyente, con incursiones en tradiciones cercanas, como la ranchera y el mariachi mejicanos -Mañana, Futuras madres del mundo-, el tango argentino -Tango de la Via Láctea- o el fado portugués -Grito pelao-. Pero si tengo que quedarme con alguna composición en concreto, me decantaría por Plumita, Intemperie -original de Javier Ruibal- y sobre todo Todas las madres del mundo, uno de los temas más bonitos que ha cantado nunca.