Diariofolk

Durante sus actuaciones en vivo al frente de la banda Amores tangos, Jose Teixidó sonríe, siempre sonríe. Esa alegría se contagia a los músicos que lo secundan y de ellos al público. Esta actitud, es obvio, no puede apreciarse en este disco -aunque sí en el DVD que la orquesta está presentando estos días en la Argentina- pero se intuye, se percibe al escucharlo. Como si ese gesto quisiera desmitificar aquel tópico que asegura que “el tango es triste”.
Altamar es el segundo trabajo discográfico de este colectivo argentino que irrumpió en 2008 con una propuesta innovadora y poco habitual en el circuito tanguero. Una propuesta casi lúdica, podría decirse, que convoca a la alegría y al baile. Y apela para ello a un cruce de géneros donde el 2 x 4 sigue llevando el timón, pero convive armoniosamente con milongas, valses, candombes y sonoridades propias del jazz y la música balcánica. Todo eso con una mirada libre y desprejuiciada, pero con arreglos que valorizan las melodías y respetan la pulsación rítmica del tango.
Ese espíritu se evidencia ya en el primer corte del CD, la milonga Sanata; y continúa más adelante en Parararaira -ambas páginas del propio Teixidó- y en el inolvidable bolero Bésame mucho, una versión en clave de foxtrot basada en el arreglo del legendario guitarrista Oscar Alemán, cuya inclusión sea tal vez lo más discutible del disco. Pero no todo es festivo y ligero en Altamar. También hay momentos para la escucha atenta y reflexiva en temas como Tormentosa, un candombe simple pero emotivo muy bien resuelto por las voces de “Limón” García y los integrantes de la Bersuit Daniel Suárez y Germán Sbarbatti. O en la canción Pa´ que volver, con una hermosa letra cantada por su autora, Paola Dell´Erba. No faltan los tangos clásicos revisitados, como la emotiva versión instrumental del discepoliano Sueño de juventud. O esa maravillosa pintura costumbrista que es Los Cosos de al lao, que encuentra su exégesis perfecta en la voz del veterano Osvaldo Peredo.
Dos puntos adicionales hay que subrayar en este disco. En primer lugar, la acertada elección de los invitados, entre los que destacan -además de los nombrados- la Orquesta de Cuerdas Elvino Vardaro, liderada por Lucas Furno, que se luce especialmente en otro tema instrumental de Teixidó, Lo que dejó la marea; y el cantor Hernán “Cucuza” Castiello, en el tema más pegadizo del disco: el candombe Deshojando Margaritas. En segundo término, la solvencia de sus integrantes, exponentes todos de una generación que se ha formado junto a grandes maestros y ha sabido conjugar la música académica con la popular. Un currículum escueto no puede dejar de consignar, por ejemplo, que Jose Teixidó trabajó junto al bandoneonista Rubén Juárez y fue arreglador y director de los grupos de Soledad Villamil y Roberto “Caracol” Pavioti. Que Nicolás Perrone estudió con Pablo Mainetti y Lito Vitale y formó parte de la Orquesta de Horacio Salgán. Que Augusto Argañaraz tuvo como maestros de batería a Oscar Giunta y Pepi Taveira. Que Gerardo De Mónaco abrevó en el jazz, el tango y la música de cámara y grabó con el saxofonista Jorge Retamoza. O que incluso el más joven del grupo, el pianista Juan Tarsia, acompañó a figuras de la talla de Lito Epumer, Oscar Kreimer, Alfredo Remus, Juan Cruz de Urquiza y las cantantes de jazz y blues Laura Hatton y Deborah Dixon.
Cuando el disco acaba, Amores tangos se despide con una glosa de retirada que a los más memoriosos les hará recordar los bailes de los carnavales de antaño. Y a los que aún sigan aferrados al tópico de que el tango es triste, les demostrará que la frase es sólo eso: un tópico.
Jose Teixidó, guitarra, composición y dirección
Nicolás Perrone, bandoneón
Juan Tarsia, piano
Gerardo De Mónaco, contrabajo
Augusto Argañaraz, batería