EUNICE K. WAYMON (con la colaboración de STEPHEN CLEARY)
Víctima de mi hechizo. Memorias de Nina Simone
Libros del Kultrum, 2018
Compositora, pianista y cantante, la señora Waymon adoptó su nombre artístico en homenaje a su admirada Simone Signoret cuando vio frustrada su aspiración a convertirse en la primera concertista de raza negra de música clásica de los Estados Unidos por culpa de los prejuicios y la discriminación que existían en su país contra el color de su piel. Fue entonces cuando se vio obligada a cambiar su registro para entrar en el circuito de los clubes y los bares musicales, donde, a pesar de todo, también acabo triunfando con su peculiar mezcla de folk, canción protesta, soul, blues y jazz que hicieron de ella una artista única, incomparable en su estilo.
Pero no sólo de eso nos habla este libro, porque en un ejercicio de honestidad, Nina se desnuda literalmente ante los lectores y casi deja de lado la música para contarnos su cúmulo de experiencias y sensaciones, frustraciones, amores fracasados, exilios y también alguna alegría que coleccionó a lo largo de su vida. Pocas veces leeremos una autobiografía tan autocrítica como esta, que a la vez nos ponga tan al día sobre las miserias de la industria discográfica y, más importante todavía, sobre la triste realidad de una primera potencia mundial que trataba y trata tan injustamente a buena parte de su población.
Una cierta incomprensión por parte de su familia, unida al maltrato de mánagers, productores y editores, que la estafaron tantas veces como pudieron, y a la falta de objetivos logrados con su militancia en el movimiento contra la segregación racial llevaron a Nina a exiliarse voluntariamente en diversos países: Barbados , Liberia, Suiza, Francia, Holanda… renunciando a tantas cosas como llegar al extremo de abandonar la actividad musical.
Pero, como en los cuentos de la infancia, al final le llegó el merecido reconocimiento gracias a una especie de milagro que consistió en la reedición de sus discos y de paso, la inclusión de su canción My baby just cares for me en una campaña publicitaria que volvió a lanzarla al estrellato. Y así acaba el volumen, en 1991, y con Nina reconociendo por fin que era feliz.