Entre ellos, la editorial Milenio ha relanzado una obra publicada en el Estado español en 2008, escrita por el holandés Marc Hendricks, un autor que ya ha trabajado biografías tan diversas como las de Richard Nixon, Elvis Presley, Casius Clay o Keith Richards.
Pero en realidad, Leonard Cohen. Un buscador de la verdad no es una biografía al uso. De hecho, después de leerla, todavía ni sé que es exactamente. Subtitulado “El hombre, su poesía y su obra”, este libro no indaga sobre la vida del genial trovador, ni sobre su poesía, ni sobre sus canciones, porque se limita a divagar sobre las “parcelas de conocimiento” de su trayectoria vital y artística, sin acabar de profundizar en su legado. Tan sólo parece merecer la atención del narrador el trasfondo religioso de un individuo que nació en el seno de una familia judía, creció y se desarrolló en una comunidad eminentemente cristiana, y acabó abrazando de alguna manera la filosofía budista. Todo ello, completado con algunos fragmentos de sus composiciones y de sus declaraciones, y trufado con constantes paralelismos entre la vida del objeto de estudio y de quien lo estudia, que incluso se permite la confianza de definir a Cohen como “mi compañero de fechorías”.
Por lo menos, cabe apuntar, entre otros aciertos del libro, este apunte: “Así como Bob Dylan había abierto una puerta utilizando textos hasta entonces inéditos dentro de la música pop, el papel de Cohen consistió en explorar el mundo más allá de esa puerta”. Por eso, añado yo, tal vez debían haber concedido el último premio Nobel de Literatura al bardo de Quebec, y no al de Minnesota.
Leonard Cohen. Un buscador de la verdad – Marc Hendrickx.
Editorial Milenio.