Ahora, este autor nos ha sorprendido con otra biografía, tan aclamada como la mencionada, la del pianista norteamericano Keith Jarrett. Pero vaya por delante que no se trata de un repaso a la vida, las andanzas y las anécdotas que puedan salpicar la trayectoria personal de este artista nacido en 1945. Quien quiera conocer aspectos de su privacidad o de su intimidad quedará del todo defraudado. Porque más que una biografía, este libro es un análisis, completísimo, eso sí, sobre la dilatadísima obra de un jazzman que ha ultrapasado las fronteras del género para convertirse en un músico o, mejor dicho, en un multiinstrumentista que ha tocado muchos otros estilos y en todos ha brillado con luz propia.
Es evidente que el primer mérito que hay que reconocer a Sandner es su capacidad para ganarse la confianza de un hombre esquivo y desconfiado como Jarrett y conseguir descubrir los secretos de su dilatada obra. Luego hay que perdonarle que haya escrito un libro más cercano a la hagiografía que a otra cosa, seguramente porque el objeto de su estudio se lo merece. Y finalmente hay que quitarse el sombrero ante el riguroso trabajo que ha efectuado a la hora de diseccionar sus discos.
De la carrera de Jarrett solo destacaré dos aspectos primordiales: primero, su aprendizaje junto a tres monstruos de la talla de Art Blakey, Charles Lloyd y el citado Miles Davis; y segundo, su alianza con el productor y editor discográfico alemán Manfred Eischer, fundador del sello ECM. Tal vez estos sean los grandes pilares sobre los que el teclista ha afianzado su obra, desafiando todo tipo de convenciones, crisis económicas y matrimoniales y graves enfermedades. Otro elemento clave que en este caso ha presidido toda su carrera, es su trabajo como solista y, sobre todo, como improvisador nato, aspecto al que el autor del volumen presta la mayor atención, por encima de sus colaboraciones con sus grupos americanos (Dewey Redman, Charlie Haden y Paul Motian por un lado y Gary Peacock y Jack Dejohnette por el otro) y su cuarteto europeo (Jan Garbarek, Palle Danielson y Jon Christensen), sin olvidar sus incursiones en el mundo de la música clásica (de Bach a Sostakóvich pasando por Mozart) y en la música popular norteamericana.
Y hablando de improvisaciones, es una auténtica sorpresa descubrir que la joya de la corona de la discografía de Jarrett, The Köln Concert (1975), que ha vendido cerca de cuatro millones de copias, fue interpretado con un piano literalmente hecho polvo. De esta manera se cumplía una de las aseveraciones del genial instrumentista: “Nunca sabemos lo que va a salir cuando pisamos el escenario”. Porque, como remata Sandner, “sus conciertos son como operaciones a corazón abierto”.
Traducción de Richard Gross
Libros del Kultrum, 2019
