El tango también tiene sus canciones rebeldes

10/08/2015 - Fernando Marinelli
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En el primer libro que edita con letras de sus canciones, el poeta argentino Alejandro Szwarcman demuestra que hay otros tangos, profundos y bellos, más allá de La última curda, Naranjo en flor o Sur. Y mucho más actuales.
Alejandro Szwarcman

“El tango atrasa”, disparó a quemarropa la cantante Patricia Barone entre canción y canción, durante la presentación de Canción Rebelde, el primer libro que reúne las letras de Alejandro Szwarcman. Y lo hizo nada menos que desde el escenario de la Academia Nacional del Tango de Buenos Aires, baluarte tradicional del género, que no por casualidad tiene su sede junto al mítico Café Tortoni de la Avenida de Mayo. Se refería, en ese contexto, a la actitud de una gran mayoría de intérpretes que, sea por apostar a lo seguro, por no salirse de la zona de confort o simplemente por desconocimiento, continúa armando su repertorio en base a tangos clásicos, donde la mayor audacia llega hasta la inclusión de nombres como Horacio Ferrer, Eladia Blázquez o Héctor Negro, con algunas honrosas excepciones.

Afortunadamente para la supervivencia y evolución del tango existe un puñado de letristas que desafían el anquilosamiento temático y el conservadurismo nostálgico y, aunque no siempre llevan las de ganar, continúan con una tarea de renovación que –en un medio tan adverso– se parece más a una lucha que a un trabajo. Alejandro Szwarcman es una de las cabezas más visibles de esa movida de poetas del tango que no sólo se dedican a renovar el género, sino también a asegurar su continuidad a través de la formación de futuros letristas.

Canción rebelde, el libro que acaba de presentar junto a un volumen de poemas (ambos publicados en la Colección Mandrágora Porteña, de Editorial Milena Caserola) es una selección de cuarenta de sus canciones, con mayoría de tangos, valses y milongas, muchos de ellos musicalizados por reconocidos artistas como Franco Luciani, Néstor Basurto, Marcelo San Juan, Javier González, José Ogivieki, Juan Subirá  o Ariel Prat y grabados por intérpretes como Rubén Juárez, José Ángel Trelles, Néstor FabiánJacqueline Sigaut, Morena Albert, la mencionada Patricia Barone o el recientemente fallecido Roberto “Caracol” Paviotti.

Szwarcman se tomó su tiempo para publicar sus letras en forma de libro, pero no es un recién llegado a estas lides. Nacido en el porteñísimo barrio de San Cristóbal en 1961, lleva recorrido un largo camino como poeta, compositor, cantautor, ensayista y docente, actividades a las que suma su participación en Odessa Mama, una banda de música klezmer.

Los temas que toca el autor en sus letras son los tópicos eternos de la poesía: la infancia, el barrio, la ciudad, las raíces, los viajes, los adioses, (¿es que acaso hay otros?). El propio Szwarcman lo confirma cuando expresa: “Prefiero escribir versos que declaran mi obsesión por cuestiones tan irrelevantes hoy en día como el amor, la mujer, el sueño, el insomnio, el paso del tiempo o la muerte”.

Si bien la mayor parte de estas canciones se inscriben en la tradición tanguera, el poeta las aborda con una mirada actual, por donde se filtra inevitablemente el contexto que le ha tocado vivir. Szwarcman –vale la pena consignarlo– fue uno de los primeros letristas de tango (sino el primero) en tocar el tema de la dictadura militar que ensombreció a la Argentina entre 1976 y 1983, con su tema Pompeya no olvida, sin duda su canción más conocida. Una temática que retomó más adelante para llevarla a un escalón poético aún más elevado en la emotiva Canción de cuna. Con todo, Szwarcman no reniega de algunas expresiones lunfardas ni desdeña el humor y la ironía, como en Señor Pamela, o El día que llovieron tenedores: La vez que me contaron las costillas/ tan oscuro era mi aspecto/ que tenía una de más. / La vez que me tocó la ventanilla/ era un tren que iba directo/ a una cámara de gas. Pero lo hace siempre con una preocupación obsesiva por la estética, conjugando armoniosamente el vuelo lírico con el oficio. Su manejo de las rimas internas, la metáfora, la anáfora y otras figuras retóricas denotan un profundo conocimiento de la obra de los grandes poetas del tango, como Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo y Homero Expósito, fundamentalmente, a quienes considera referentes ineludibles para cualquier letrista.

Canción Rebelde cuenta con prólogos y comentarios de tres prestigiosos colegas: Rafael Amor, Adrián Abonizio (uno de los puntales de la trova rosarina) y Bebe Ponti, quien afirma: “Cada pieza de este libro es un breve reloj, un poema perfecto, un lugar para reconciliarse con la vida y entrar a la música con guantes de pájaros. Si alguien creía que la canción había muerto, Alejandro Szwarcman, con una sola rima, lo desmiente”. Es de esperar que Canción Rebelde contribuya a dar a conocer no sólo la obra de Alejandro Szwarcman, sino la de toda una nueva generación de letristas, cuyo aporte el tango está reclamando.

Canción Rebelde
Alejandro Szwarcman
Milena Caserola, colección Mandrágora porteña.
Buenos Aires, 2015.
88 páginas. Formato 20 x 14 cm.

Alejandro Szwarcman

Canción rebelde
Música: Carlos Andreoli
Letra: Alejandro Szwarcman

A esa tristeza que quita el aliento
que aplasta los techos,
que teje el hastío.
A esa tristeza de escarcha y de viento
que viene del hueso más hondo y sombrío…

A esa tristeza que trepa los muros
que llega sin prisa,
que a veces no avisa,
que asoma su gesto arrugado y oscuro
no quiero nombrarla en esta canción….

Esta canción no tiene dueño, dios, ni templo,
ni quiere ser un buen ejemplo de canción.
Esta canción no anda llorando todo el tiempo
ni va a mostrarte como sangra un corazón…
Esta canción ya sepultó a todos sus muertos.
A esta canción ya no le cabe otro dolor…
Esta canción no es un profeta en el desierto:
¡Esta canción sale a gritar su rebelión!

A esa tristeza que da el pesimismo,
que agita fantasmas,
que te hace cobarde,
a esa tristeza que empuja al abismo,
que suele llegar un domingo a la tarde…

A esa tristeza de barcos anclados
que achica el espacio,
que mata despacio,
a esa tristeza que llora el pasado
no quiero nombrarla en esta canción…

Esta canción no va a morirse de tristeza
ni aunque se vengan degollando en malón.
Esta canción te va a poner de la cabeza
para enterrar a tu tristeza en un cajón…
Esta canción igual que el barro se subleva
contra esa pálida suicida del bajón.
Esta canción quiere arrancarte de la cueva:
¡Para que salgas a gritar tu rebelión!

 

Canción de cuna
Música: Javier González
Letra: Alejandro Szwarcman

He tenido que parir algunas flores
con oficio maternal tras tu partida,
preservarte del olvido con mis alas,
con la angustia de otras alas compartidas.
He buscado en tus cuadernos las señales
que marcaron de antemano mi destino.
Y he llorado por la suerte de tu anhelo
y he tomado como propio tu camino.
Hijo mío, yo he nacido imprevisible
en el tiempo acribillado de tus ansias.
Como madre soy tu hija, tu simiente…
Yo he nacido de la lucha y la constancia.
Y aprendí definitiva a comprenderme,
a saberme necesaria, ineludible
y a quitarle a cada intento de la muerte
otros hijos, con mi grito imprescindible.
He tenido que parirte en la tormenta,
protegerte de las balas y del agua.
Aprendiendo a caminar haciendo surcos
en la ronda silenciosa de la fragua.
Y en los márgenes precisos de mis horas,
no he dejado de nombrarte un solo día.
Y he trazado tu poema en mi pañuelo
y en las plazas que me quedan todavía.

 

Pompeya no olvida
Música: Javier González
Letra: Alejandro Szwarcman

Abril se quedó suspendido en la siesta
las horas no fluyen ni quieren morir,
un sol de aluminio remeda la cresta
del gris caserón de la calle Cachí

Las mismas veredas, de tarde, me cuentan
historias perdidas flotando en Abril,
y vuelvo al portón de los años setenta
vestido de asombro, con sueños de jean.

Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.

Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.

Abril se quedó suspendido en la siesta,
me veo en la anchura de un mar de adoquín,
un torpe camión se sacude en la cuesta,
y escapa a la sombra de aquel chiquilín.

Yo era esa sombra mirando la tarde
y a veces me da por pensar que en Abril
pasó por Pompeya un fantasma cobarde
llevándose pibas “carita de anís”

Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.

Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.

Hay 3 comentarios. ¿Quieres dejar el tuyo?

  1. Ana Maria Justo

    Muy interesante la nota. Me alegra saber que se siguen escribiendo letras para tango. Gracias.

     
     
    • Fernando

      Así es, Ana María. Te recomendamos también las letras de Raimundo Rosales, Bibi Albert, Bebe Ponti y Alejandro Martino.
      Gracias por tu comentario.

       
       
  2. Patricia

    Excelente y merecida nota.

     
     

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