¿De qué hablamos cuando hablamos de jazz argentino?

06/07/2015 - Fernando Marinelli
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En Jazz argentino, la música “negra” del país “blanco”, la investigadora Berenice Corti se propone un acercamiento reflexivo a la historia y actualidad del jazz en la Argentina, abordando las discusiones que vinculan la música popular con los procesos de significación social, el mestizaje y la identidad.
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En una tira de la popular Mafalda de Quino, Miguelito aparece con una trompeta de juguete diciendo “aquí viene el famoso trompetista de color”, repitiendo el mismo eufemismo que los medios masivos utilizaban para mencionar a Louis Armstrong. Esta identificación del jazz con lo “negro” sigue atravesando los debates sobre la existencia de un jazz argentino. ¿Existe acaso una manera argentina de hacer jazz? Esa es la pregunta que se formula Berenice Corti en el primer capítulo de este ensayo y a la que trata de responder en un meduloso y bien documentado análisis.

A primera vista, la pregunta puede resultar ociosa. El jazz es hoy en día ciudadano del mundo y se toca en infinidad de países, con las particularidades que le imprime cada contexto cultural.

¿Qué tan foránea puede resultar entonces una música que lleva casi un siglo de práctica en la Argentina? En un país que tuvo su primera jazz band ya en 1914, sus primeras orquestas de dixieland y swing en los años ´20 y su primera revista especializada en el tema en 1934. Donde Josephine Baker fue recibida clamorosamente en 1929, concretando 200 presentaciones. Donde los Dixy Pals realizaron el primer concierto de jazz anunciado como tal en 1937. Donde en 1948 ya había un Hot Club y apenas dos años más tarde un Bop Club. Un país donde las orquestas de jazz disputaban mano a mano los escenarios con las “típicas” de tango en los tempranos años ´20. Que llegó a tener más de 50 orquestas del género a comienzos de los ´40. Que incorporó al free y al jazz modal en los ´60, comenzó a experimentar con la fusión con el folklore en los ´70 y ha parido músicos de proyección internacional como Oscar Alemán, Enrique “Mono” Villegas, Gato Barbieri, Lalo Schifrin o Dino Saluzzi.

La pregunta tiene sentido, no obstante, cuando se la formula desde un país de matriz multirracial como la Argentina, donde el tema de la identidad es casi una obsesión. Y lo que Corti se plantea es cómo se hace una música que históricamente ha sido construida como “negra” en una nación que se ve a sí misma como criolla y europea y se ha caracterizado por negar la influencia africana en su cultura.

Animada en desentrañar cómo se consigue hacer jazz desde la Argentina, la autora comienza con un resumen histórico de las experiencias anteriores al relevo generacional que trajo el nuevo siglo, para luego focalizarse en la década que va de 1996 a 2005. Hace una distinción entre los diferentes discursos musicales, que divide en metafóricos, racionalizadores y analíticos y se ocupa del carácter de la música como productora de significaciones sociales, adentrándose en las cuestiones de identidad y los procesos de mezcla, hibridación y fusión. El problema es que lo hace en un lenguaje alambicado y académico, pletórico de llamadas al pie y de términos provenientes de la semiología, la lingüística y las ciencias sociales. Un discurso más propio de una tesis de graduación universitaria que de un libro de divulgación.

Lo más ameno y jugoso es, sin duda, la segunda parte del libro, donde Corti transcribe entrevistas realizadas entre 2006 y 2011 a músicos activos del jazz argentino, de distintas generaciones y estilos, con diferentes posturas estéticas o identificaciones culturales, agrupadas por categorías de identidades: los que se apegan a la tradición jazzística como idea de autenticidad; los que se abren hacia un diálogo con otras tradiciones y los que priorizan la innovación y la experimentación. Así, desfilan testimonios de primera mano de músicos como el baterista Eduardo Casalla, el cornetista Enrique Norris, el saxofonista Rodrigo Domínguez, el bajista Alejandro Herrera, la cantante y compositora Eleonora Eubel o los pianistas y compositores Nicolás Guerschberg, Paula Shocron y Ernesto Jodos, entre otros.

Jazz Argentino, la música “negra” del país “blanco” viene así a saldar la deuda que la escritura tenía con el jazz en la Argentina, con las honrosas excepciones de Jazz al sur, de Sergio Pujol y unos pocos libros más. Pero su lectura resulta más adecuada para estudiosos y entendidos que para un público más amplio y menos erudito.

Tal vez, la aproximación más sencilla y clara de un jazz hecho en la Argentina es la que la misma autora cita en una parte del libro: “folkloreishon”, expresión acuñada en fonética anglo-santiagueña por el armonicista Hugo Díaz para denominar a las reuniones musicales que se hacían en los años ´60 en casa del pianista Eduardo Lagos, donde músicos de distintas vertientes se divertían rompiendo la ortodoxia imperante incorporando elementos del jazz y la improvisación.

Jazz argentino. La música “negra” del país “blanco”
Berenice Corti
Editorial Gourmet Musical
192 páginas
ISBN 978-987-3823-02-2


Hay 2 comentarios. ¿Quieres dejar el tuyo?

  1. morton

    Como siempre el jazz tradicional de los últimos 20 años no existe para estos «investigadores».

     
     

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