En esta tercera entrega: El Cachafaz, José González Castillo, Vicente Greco, Francisco Canaro y Pascual Contursi y Tangos al pie de la letra.
Ovidio Bianquet, “El Cachafaz” (1885-1942). No son pocos los bailarines que destacan en las primeras décadas de este género musical -por lo general actores y actrices provenientes del teatro, aunque también hay otros que surgen de los concursos populares de tango-, pero solo “EL Cachafaz” (en lunfardo: bribón, descarado, insolente, pícaro), conocido también como Benito Biancheti, llega a ser una figura legendaria. Pasea su arte por los escenarios porteños, así como por Estados Unidos y París, y su presencia es frecuente en los duelos de baile, que más de una vez acababan a cuchilladas. Su imagen queda registrada en la película “Tango” (1933) con la que fue una de sus compañeras de baile, Carmencita Calderón. Como afirma José Gobello; “Haya sido realmente el máximo bailarín de tangos o no lo haya sido, por tal se lo tendrá siempre”.
El cachafaz es un tipo
de vestir muy elegante
y en su presencia arrogante
se destaca un gran señor.
(…)
El cachafaz, bien lo saben,
que es famoso bailarín
y anda en busca de un festín
para así florearse mas.
El cachafaz cae a un baile,
recelan los prometidos,
y hasta tiemblan los maridos
cuando cae el cachafaz.
Fragmento de “El Cachafaz” letra de Ángel Villoldo y música de Manuel Aróstegui.
José González Castillo (1885-1937). Letrista de Buenos Aires que destaca también como dramaturgo y libretista de cine. Su personalidad resulta catalizadora en el barrio porteño de Boedo, donde un numeroso grupo de destacados tangueros lo reconoce como maestro. Tras la irrupción de las letras de Pascual Contursi que imponen el “tango canción”, los versos de González Castillo irrumpen con fuerza en los años 20, primero con “Sobre el pucho” (1922), luego con la memorable poesía descriptiva de “Silbando” (1923) y más tarde con la letra excepcional de “Griseta” (1924), que evoca –en el primer “tango romanza” – los personajes de la literatura romántica francesa. Las letras de González Castillo (que posteriormente forma un peculiar binomio creativo con su hijo Cátulo) se caracterizan por unas agudas descripciones que suelen encerrar entre sus pliegues alguna reflexión moral o social.
Nunca el triunfo de otro
me trajo una pena,
ni sentí amargura
por la dicha ajena;
y hoy, ante el espejo
cruel de mi pasado,
veo qué cambiado
me tiene el rencor.
Envidia, envidia tengo en mi seno;
envidia del que a tu lado
es feliz por ser amado
mientras muerdo mi pasión.
Fragmento de “Envidia”
“Silbando” (música: Sebastián Piana) en la voz de Adriana Varela y la guitarra de Esteban Morgado.
“El aguacero” (música: Cátulo Castillo) por Rubén Juárez.
“Griseta” (música: Enrique Delfino) por Edmundo Rivero
http://youtu.be/gTFVEQAhA4M
“Sobre el pucho” (música: Sebastián Piana) por Tita Merello.
http://youtu.be/-nQjvFCvSI4
Vicente Greco (1888-1924). Compositor, director de orquesta y bandoneonista autodidacta proveniente de una humilde familia de músicos de Buenos Aires, es uno de los músicos más representativos de la Guardia Vieja. Tiene una influencia considerable sobre Francisco Canaro (vecino con quien comparte numerosas presentaciones en el barrio porteño de La Boca) y Carlos Gardel, amigo suyo que graba varios de sus tangos. Greco es el primero en utilizar la denominación “Orquesta Típica” para un conjunto tanguero. Una denominación que hoy continúa utilizándose para agrupaciones de tamaño mediano (pueden incluir piano, bandoneones, violines, contrabajo, guitarra, flauta, viola o violonchelo). Es recordado por tangos como “Ojos negros”, “Rodríguez Peña”, “La viruta”, “El flete” o “El pibe”.
“La viruta” por la Orquesta de Osvaldo Fresedo.
“Rodríguez Peña” por la Orquesta de Carlos Di Sarli.
“Ojos negros” por Dino Saluzzi & Anja Lechner.
“El Flete” por Juan d’Arienzo y su Orquesta Típica
“Pobre corazoncito” por Carlos Gardel.
Francisco Canaro (1888-1964). Director de orquesta, violinista y prolífico compositor. Es el primer director en incorporar a la orquesta la voz de un cantante (Roberto Díaz) para que intepretara el estribillo central de cada tango, dando pie a la era de los “estribillistas”. Comenzó a trabajar de forma continua como músico en 1908, en el barrio porteño de La Boca, y en 1912 se inició como compositor. Con diferentes formaciones (su orquesta llegó a sumar 32 músicos) obtuvo un gran éxito en sus giras por Europa y Estados Unidos, en sus ediciones discográficas, en la radio y en el teatro de revistas. Entre sus numerosas composiciones destacan títulos como “Madreselva”, “Mano Brava”, “Se dice de mí”, “Sentimiento gaucho”, “La última copa”, “Nobleza de arrabal” o “Adiós pampa mía”.
“La última copa” (música: Francisco Canaro, letra: Juan Andrés Caruso) en la voz de Jorge Falcón
“Mano brava” (música: Francisco Canaro) por Horacio Salgán al piano y Ubaldo de Lío a la guitarra.
“Madreselva” (música: Francisco Canaro, letra: Luis César Amadori) por Carlos Gardel.
“Alma Tanquera”, de Mario Licarse, por la Orquesta de Francisco Canaro con la voz de Roberto Díaz.
“Se dice de mí” (música: Francisco Canaro, letra: Ivo Pelay) en la versión original de la Orquesta de Francisco Canaro con Carlos Roldán.
Pascual Contursi (1888–1932). Letrista, autor teatral y músico. Comienza su actividad como letrista escribiendo versos para tangos instrumentales ya existentes. Sus letras –al romper con el tono picaresco y ligero que viene caracterizando a la Guardia Vieja– marcan un hito en el desarrollo del género, especialmente a partir de “Mi noche triste” (hasta entonces “Lita”), que provoca en buena medida la consolidación del “tango canción”. Éste se caracterizará por un fuerte tono sentimental y la frecuente inclusión de pequeñas historias dentro de sus versos. Muchas de sus páginas consiguen el espaldarazo definitivo al ser grabadas por Carlos Gardel: “Si supieras” (“La cumparsita”), “Ventanita de arrabal”, “Bandoneón arrabalero”, “Mi noche triste”, “Pobre paica” (“El motivo”), “Flor de fango”, “La mina del Ford”, etc.
Mina que fue en otro tiempo
la más papa milonguera
y en esas noches tangueras
fue la reina del festín…
Hoy no tiene pa’ ponerse
ni zapatos ni vestidos,
anda enferma y el amigo
no aportó por el bulín.
…
Y cuando de los bandoneones
se oyen las notas de un tango,
pobre florcita de fango,
siente en su alma vibrar
las nostalgias de otros tiempos
de placeres y de amores.
¡Hoy sólo son sinsabores
que la invitan a llorar!
Fragmento de “Pobre paica”, escrita para la música de “El motivo” de Juan Carlos Cobián.
“Mi noche triste” (música: Samuel Castriota) por Alfredo Zitarroza.
“Bandoneón arrabalero” (música: Bachicha) por Roberto Goyeneche.
“Ventanita de arrabal” (música: Antonio Scatasso) por la Orquesta de Osvaldo Pugliese con Jorge Vidal.
“La Cumparsita” / “Si supieras” (letra escrita en colaboración con Enrique Pedro Maroni, música: Gerardo Matos Rodríguez) por Carlos Gardel.
“Flor de fango” (música: Augusto Gentile) por Alberto Castillo.
Tangos al pie de la letra
Y yo me hice en tangos,
me fui modelando en odio, en tristeza,
en las amarguras que da la pobreza,
en llantos de madres,
en las rebeldías del que es fuerte y tiene
que cruzar los brazos
cuando el hambre viene.
Y yo me hice en tangos,
porque es bravo, fuerte,
tiene algo de vida,
tiene algo de muerte.
Porque quise mucho, porque me engañaron,
y pasé la vida barajando sueños.
Porque soy un árbol que vivió sin flores,
porque soy un perro que no tiene dueño.
Porque tengo odios que nunca los digo,
porque cuando quiero me desangro en besos.
Porque quise mucho y no me han querido…
Por eso yo canto tan triste. Por eso.
Del poema de Celedonio Flores “Por qué canto así”.
Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón.
A yuyo del suburbio su voz perfuma,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro de callejón,
o acaso aquel romance que sólo nombra
cuando se pone triste con el alcohol.
Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón.
Fragmento de “Malena” (1941), letra de Homero Manzi y música de Lucio Demare.
Tango que me hiciste mal
y que, sin embargo, quiero
porque sos el mensajero
del alma del arrabal.
No sé qué encanto fatal
tiene tu nota sentida,
que la mistonga guarida
del corazón se me ensancha,
como pidiéndole cancha
al dolor que hay en mi vida.
Versos extraídos del poema “Apología del tango” de Enrique Maroni.
Sentir
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada…
Que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Fragmento de Volver” (1935), letra de Alfredo Lepera y música de Carlos Gardel