Diariofolk

En el mundo del flamenco, Paco de Lucía era algo más que un maestro universalmente reconocido. Su carisma y liderazgo entre todo el colectivo flamenco no distinguía edades, orígenes ni tendencias. Los más tradicionales y los más transgresores, los gitanos y los payos, los jóvenes y los veteranos… todos idolatraban a Paco. Entre los flamencos, la palabra de Paco era dogma de fe.
Más de una vez he echado en cara a los tocaores de las nuevas generaciones que su sonido recuerde demasiado al de Paco de Lucía. Pero, ¿cómo no dejarse llevar por la personalidad del genio que revolucionó desde la manera de acompañar al cante hasta la propia trayectoria de la guitarra flamenca en concierto?
Su discografía junto al genial Camarón, cuya prematura muerte sumió a Paco en una larga y profunda depresión que le alejó durante meses de los escenarios, es una obra esencial entre toda la música española de cualquier género.
Su faceta como compositor y concertista flamenco escapa a cualquier calificación por superlativa que esta sea, simplemente estableció una nueva referencia hasta entonces inimaginable que se mantendrá para muchas generaciones futuras. Su sexteto, integrado tanto por músicos de formación flamenca como jazzística, sentó las bases de todo el fructífero mestizaje posterior entre ambas músicas.
Más allá de nuestras fronteras, la dimensión universal de Paco era realmente extraordinaria. Los grandes maestros de distintos estilos musicales que admiraban al maestro de Algeciras, entre ellos verdaderos mitos del jazz actual, se contaban por docenas. Chick Corea, Wynton Marsalis, Al di Meola y John McLaughlin son solo algunos de los grandes genios que admiraron a Paco y compartieron aventuras musicales con él.
Su guitarra ha sonado en los más variopintos y prestigiosos escenarios de todo el mundo. Auditorios de música culta, teatros de la ópera, estadios deportivos, anfiteatros clásicos griegos y romanos, salas de conciertos, plazas de toros, universidades, espacios naturales… Paco, desde su niñez, ha recorrido el mundo difundiendo siempre la mejor versión del arte flamenco. Verle en directo en nuestro país fue un privilegio del que solo pudimos disfrutar de tarde en tarde.
Su permanente inquietud creadora y su virtuosismo interpretativo le permitieron en definitiva llevar la guitarra flamenca a una nueva dimensión hasta entonces desconocida. Tenía además, entre otros dones, la rara cualidad entre los músicos de élite de llegar a todos los públicos. Gustaba a los más profanos, fascinaba a los entendidos, y era un auténtico semidiós entre los verdaderos expertos, los propios guitarristas flamencos.
Paco de Lucía nos ha dejado demasiado pronto y de manera inesperada, al igual que sucedió hace solo tres años con Enrique Morente. Con la muerte de Paco, el flamenco pierde a su referente incuestionable y tardará décadas en reponerse de este golpe. Aunque en los últimos años había optado por  dedicar más tiempo a su vida personal, su constante afán de superación, su perfeccionismo y su permanente compromiso con los artistas más jóvenes pronto le habrían llevado a regalarnos algunas obras maestras más, que sin duda habrían determinado la evolución del flamenco en el primer cuarto del siglo XXI.
Fotografía: Alberto Cabello