
Ismael Peña nació en 1936 en Torreadrada, Segovia, y desde muy joven demostró una inclinación por la música tradicional. Sus estudios universitarios y musicales en Madrid fueron el trampolín para una carrera que pronto lo llevaría a Francia. En 1960, decide establecerse en París, donde se sumerge en el vibrante ambiente cultural de la época. Allí, perfecciona su arte interpretando canciones del romancero, temas populares y piezas del Siglo de Oro español.
El impacto del «Grand Prix du Disque»
La concesión del premio Charles Cros en 1965 marcó un antes y un después en su carrera. En un momento en que el folk español era inexistente, este reconocimiento permitió que su música llegara a oídos de melómanos y especialistas en toda Europa. Gracias a este galardón, Ismael firmó un contrato con la prestigiosa organización «Jeunesse Musicales de France», lo que le permitió recorrer Francia, Suiza, Bélgica, Marruecos, Argelia y Grecia con su espectáculo Florilège d’Espagne.
Durante estos años, también tuvo la oportunidad de conocer a figuras de la talla de Salvador Dalí, con quien entabló una amistad que se prolongaría en el tiempo. Además, participó en la película Falak, del director húngaro Ándras Kovács, y protagonizó innumerables recitales en escenarios de toda Europa.
El regreso a España y su influencia en el folk nacional
A finales de los años 60, Ismael Peña siente la llamada de la nostalgia y decide regresar a su país natal. En un contexto de cambios sociopolíticos, su música encuentra un espacio en el renacer de la canción de autor y en la recuperación de la tradición oral. En 1968, su disco Florilegio de España ve la luz en España, marcando un punto de inflexión en la discografía folk del país.
En 1971, su adaptación de un poema de Gloria Fuertes, Dónde vas carpintero, le otorga gran popularidad. Tres años después, en 1974, llega a TVE con La Banda del Mirlitón, un programa que se emitiría durante cinco años y que se convertiría en el altavoz del folclore español en la televisión pública.
Su actividad en la investigación y divulgación de la cultura popular también lo lleva a colaborar con figuras como Agapito Marazuela y a grabar discos fundamentales como Segovia Viva (1976). Con el tiempo, su labor se diversifica y comienza a centrarse en la colección y preservación del patrimonio etnográfico español, reuniendo una de las colecciones de arte popular más importantes del país.
Un legado imborrable
A día de hoy, Ismael Peña sigue siendo una referencia ineludible para la música tradicional española. Su contribución a la preservación del folclore y su incansable labor en la investigación etnográfica han sido reconocidas con numerosos galardones, incluyendo el Premio Nacional de Folklore en 1999.
El 60º aniversario de su Grand Prix du Disque es una ocasión perfecta para reivindicar su figura y recordar que, gracias a su pasión y dedicación, el legado musical y cultural de nuestro país sigue vivo. En un tiempo donde la tradición lucha por mantenerse en un mundo digitalizado, Ismael Peña sigue siendo un faro que nos recuerda la importancia de nuestras raíces.
En palabras del propio artista: «Yo alcé la voz en una época. Ahora es otra, son otros los que deben alzarla». Sin embargo, su eco resuena con la misma fuerza de siempre, como testimonio de una vida dedicada a la música y a la memoria de un pueblo.