El tenor Lawrence Brownlee, una estrella en ascenso del bel canto, es el encargado de representar a Parker en esta historia fantasmal que se estrena hoy en el Perelman Theater de Filadelfia bajo la dirección general de Ron Daniels.
La gran estrella del bebop muere el 12 de marzo de 1955 en una suite del Stanhope Hotel reservada por Pannonica de Koenigswarter, una Rosthchild desheredada, (la mezzo-soprano Tamara Mumford) pero el resto del planeta tarda cuarenta y ocho horas en enterarse. La baronesa tiene dificultades para localizar a Chan , la mujer de Parker (la soprano Rachel Sterrenberg), y en el depósito de cadáveres el cuerpo del músico no es etiquetado correctamente.
La acción de la obra transcurre en esas cuarenta y ocho horas, con el saxofonista en una especie de purgatorio en el que lucha para componer algo que no pudo lograr en vida, trabajando con instrumentos de orquesta clásica. El interés de Parker por la música erudita de su tiempo es bien conocido. Una anécdota especialmente recordada es aquella en la que Bird sorprende a Ígor Stravinski, presente en un concierto en el Birdland, citando en uno de sus solos un pasaje de El pájaro de fuego.
En la obra aparecen las ambiciones musicales de Parker –frustradas en buena medida por la segregación racial– y algunos personajes que fueron clave en su vida: su madre, Addie Parker (aquí en la piel de la soprano ), Dizzy Gillespie (el barítono ), sus esposas, sus compañeros de viaje en el bebop…
Consciente de los riesgos que supone enlazar los universos del jazz y la música clásica en esta ópera de cámara de aproximadamente una hora y cuarenta minutos, Corrado Rovaris afirma: “Es algo que he estado esperando hacer desde hace mucho tiempo“.