Han pasado ya veinte años desde que el Baldo Martínez Grupo nos sorprendiera gratamente con aquel No país dos Ananos (1996), al que luego le siguieron trabajos como Juego de Niños (1998), Nai (2001) o Tusitala (2004). Ahora –tras diferentes presentaciones en directo con este repertorio– la renovada formación liderada por el contrabajista llega con Vientos Cruzados, registrado en mayo de este año en Madrid y distribuido, una vez más, por Karonte.
Con este álbum, Baldo Martínez, continúa explorando la posibilidades de un jazz europeo rico en improvisaciones, libre y alejado de las raíces negras que caracterizan al jazz estadounidense. «Vientos Cruzados es el resultado de todas mis experiencias musicales, sobre todo las vividas en estos últimos años –comentó el músico gallego en declaraciones a Diariofolk–. En este tiempo he compartido proyectos con estéticas muy distintas y sobre todo han sido experiencias muy enriquecedoras, como las que he tenido con el Iberia Trío de Joachim Khün y otros tríos tan diversos como Triez, MBM o ¡Zas!, o proyectos más basados en la música de raíz como Sons-Nús o el Projecto Miño. Haciendo balance de todo ello, de la búsqueda continuada, la improvisación y el riesgo que todo ello supone, pienso que esos motores que mueven mi música están reflejados en este nuevo trabajo, no de una manera premeditada sino como resultado de lo que uno aprende mientras va haciendo».
Con respecto a los músicos que han participado en este disco, Baldo nos dice «no los he pensado por su instrumento, que también, sino sobre todo por lo que aportan con su personalidad y su musicalidad. Pedro López y David Herrington llevan tiempo apoyando y haciendo crecer mi música y diría que forman una parte imprescindible de ella. Juan Saiz, flautista y saxofonista, es un músico joven muy inquieto que aporta libertad, frescura y otro punto de vista a la hora de hacer música».
Vientos cruzados, cuyo título está inspirado en unos versos de José Hierro, ofrece siete cortes que se mueven aproximadamente entre los cinco y los doce minutos de duración, todos ellos compuestos por Baldo Martínez.
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