Nacido en Montevideo el 2 de junio de 1933, Horacio Arturo Ferrer Ezcurra se volcó desde muy joven en el estudio del tango y su mitología. Entre sus obras están algunas de las letras más famosas de los tangos de Astor Piazzolla y diversos ensayos sobre el género. En Buenos Aires, impulsó y presidió la Academia Nacional del Tango.
Ferrer compuso alrededor de 200 canciones y escribió numerosos libros sobre la música popular rioplatense, entre los que se podría destacar El Libro del Tango. Arte Popular de Buenos Aires (tres tomos publicados originalmente en1970 y ampliados en 1980).
Trabajó como periodista en los diarios El Día y El País de Montevideo y más tarde condujo el programa de radio Selección de tangos, cercano a las vanguardias tangueras. Con El Club de la Guardia Nueva, promovió en el Uruguay de los años cincuenta actuaciones de músicos de avanzada como Aníbal Troilo, Horacio Salgán y el Octeto Buenos Aires de Piazzolla (con quien inició una larga amistad en 1955). Fundó la revista Tangueando y a principios de los 60 condujo nuevos programas de radio y televisión dedicados al tango.
En 1967 registró los poemas de su Romancero canyengue junto a la guitarra de Agustín Carlevaro. Tras escuchar el disco, Piazzolla lo invitó a componer juntos, iniciando un período de colaboración que se extendió hasta 1973. Así, nació como primer fruto de ese trabajo en equipo la operita María de Buenos Aires, que en se estrenó en1968 con la orquesta Piazzolla, los cantantes Héctor de Rosas y Amelita Baltar, y el propio Ferrer como recitador en el papel de El Duende. A continuación el binomio firmó páginas como Chiquilín de Bachín, Juanito Laguna ayuda a su madre (piezas con un nítido compromiso social), Balada para un loco, La bicicleta blanca, Los paraguas de Buenos Aires, El gordo triste, Balada para mi muerte o Fábula para Gardel.
A partir de los setenta, sus versos se unen a la música de compositores de la talla de Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Osvaldo Pugliese, Julio De Caro, Pedro Laurenz, Leopoldo Federico, Raúl Garello y Leo Sujativich entre otros. Parte de este legado permanece aún inédito.
Moriré en Buenos Aires
Será de madrugada
Guardaré mansamente las cosas de vivir
Mi pequeña poesía de adioses y de balas
Mi tabaco mi tango mi puñado de esplín
Me pondré por los hombros de abrigo todo el alba
Mi penúltimo whisky quedará sin beber
Llegará tangamente mi muerte enamorada
Yo estaré muerto en punto cuando sean las seis
Hoy que Dios me deja de soñar
A mi olvido iré por Santa Fe,
Sé que en nuestra esquina vos ya estás
Toda de tristeza hasta los pies
Abrazame fuerte que por dentro
oigo muertes viejas muertes
agrediendo lo que amé
Alma mía vamos yendo
Llega el día
No llorés
Balada para mi muerte (H. Ferrer – A. Piazzolla)
Foto: Horacio Ferrer en 2011 por Estrella Herrera.