Pregunta. Has hecho un paréntesis en tus proyectos con otros músicos para grabar Soliloquio, tu primer disco en solitario. ¿Qué ha supuesto para ti esta experiencia?
Respuesta. Para mí ha supuesto poder abordar las composiciones desde un punto de vista mucho más libre para hacer una de las cosas que más me gusta, que es improvisar en medio de los temas en tiempo real, crear historias cada vez distintas. Con el trío es más difícil, aunque tenemos mucho entendimiento y cuando alguien propone algo, con sólo levantar una ceja ya saben lo que pueden esperar de mí, ya me conocen mucho. Pero tocando a piano solo tenía una libertad absoluta, si en cualquier momento me apetecía derivar el tema a cualquier sitio, dependía absolutamente de mí. También hay una tensión, el tema tiene que desarrollarse y fluir dependiendo tan solo de mí, y eso para un pianista siempre es complicado, es un reto ser capaz de improvisar en el momento algo que ayude al tema a despegar e ir hacia donde quieres. No significa que eso no sea bueno, sino que también te metes en laberintos que crees que van a funcionar y luego cuando lo escuchas ves que no.
Una de las cosas que más me gusta es improvisar en medio de los temas en tiempo real, crear historias cada vez distintas.
P. Has planteado un trabajo a pecho descubierto, en solitario, con composiciones propias y grabando tomas completas.
R. Sí, son tomas completas y composiciones propias, los cuatro discos que he hecho son de composiciones propias. En un momento me planteé meter dos versiones que toco en directo, una de Peter Gabriel y otra de los Beatles, pero no investigué mucho lo que suponía en cuanto a licencias, decidí no tener líos y que todo fuera mío. Creo que el día que haga un disco de estándares o versiones será todo de eso, porque me gusta dedicar las obras a conceptos completos y es lo que he intentado con este disco. Hay temas que están conectados, aparecen melodías en un tema que han aparecido de otra manera en otro tema. Es algo muy sutil, hay que escucharlo mucho, pero ahí está.
P. ¿Cómo ha influido en tu modo de improvisar el hecho de trabajar en solitario?
R. No influye en las ideas que pueden aparecer improvisando con el trío o solo, pero sí da más libertad al no tener que explicarle a nadie hacia dónde voy. Hacer eso en directo es complicado, aunque Borja Barrueta y Toño Miguel lo pueden hacer, me pueden seguir. De repente, si me da la gana de parar el tema e irme a unas armonías que no tenía pensadas, a un concepto melódico o un motivo rítmico que me apetece y que no había pensado tres segundos antes, en solitario lo puedo hacer, pero con el trío es más difícil.
P. Soliloquio es un disco conceptual en el que cuentas historias. Los títulos nos hacen pensar que son autobiográficas.
R. Ahora que lo estoy pensando, sí. Aunque yo no suelo poner dedicatorias, El Vals del Bardo está dedicado a Brad Mehldau por un disco de piano solo que me influyó muchísimo, que se llama Elegiac Cycle. Él se autodenomina bardo y así es como empieza el disco, con un tema que se llama Bard, donde además las letras de la palabra corresponden con las notas Si-La-Re-Re con las que empieza el disco. Me marcó mucho, tengo las partituras y me lo he estudiado de arriba a abajo. Para cualquiera que conozca la música del Brad, hay muchas similitudes en los semitonos que él usa, la mano izquierda, los voicings, todo lo que va haciendo. Todos los demás temas sí son autobiográficos, son cosas de mi vida. Yo necesito contar historias cuando compongo, soy muy peliculero en ese sentido, y a la hora de tocar, improvisar o componer me ayuda mucho tener una historia en la que basarme para interiorizar esos sentimientos, no tocar por tocar. Decía Bill Evans que cuando pasa eso, lo mejor es dejar de tocar y ya vendrá algo, pero yo necesito historias, si no pierdo un poco el hilo. Me ayuda mucho, tanto en directo como en estudio, conectar con algo que me ha pasado o me está pasando, porque sale del corazón.
P. El disco contiene solo la información mínima, nada sobre las composiciones.
R. Sí, es algo buscado. Tengo algo en la web sobre el proceso del disco, pero no de los temas. Aunque soy consciente de que los temas ya no te pertenecen cuando los grabas, los editas y la gente los compra , la historia sí, esa me la guardo para mí. No todas son íntimas, pero me gusta conservar ese pequeño cachito de mi vida para mí, aunque todo lo demás ya no sea mío, si cabe más para este disco que es muy personal. En todos los demás sí que hay libreto o alguna explicación, pero en este quise que cada uno interiorice su historia como le dé la gana y que la extrapole a sus vivencias, que al fin y al cabo es el objetivo cuando haces música, que emocione lo que haces por lo que otro siente escuchando, con su propia vida y su propio bagaje, eso es lo interesante. Cuanta más gente conecte con eso mejor, porque ahí es donde se tejen las redes y la empatía.
El objetivo cuando haces música es que emocione por lo que otro siente escuchando con su propio bagaje, eso es lo interesante.
P. Has grabado el disco por todo lo alto, en los estudios italianos Artesuono, con el gran ingeniero Stefano Amerio. ¿Cómo ha sido la experiencia?
R. El anterior disco, Ritual, también lo grabamos allí, me chifla el sonido que tiene el piano Fazioli, el sonido que tenía Ritual con toda la banda. Me siento muy cómodo trabajando con Stefano Amerio, nos entendemos muy bien, es un crack absoluto que trabaja en ECM con muchísima gente. No es que aquí no se pueda hacer eso, pero de momento siento que mi sitio está allí, mientras me lo pueda permitir.
P. Los temas “Un gran futuro a tus espaldas” y “Un pasado por delante” encierran un juego de palabras, pero también musical…
R. Todos los temas son autobiográficos, pero esos dos son los que más simbología tienen sobre lo que significa hacer un disco a piano solo. Para un pianista es una prueba de fuego, donde se ve realmente el nivel de una manera que no se ve cuando tocas en grupo. A piano solo salen cosas diferentes, sale todo tu universo. A lo largo de mi carrera he sentido en algún momento “un futuro a mis espaldas” y creo que el título habla por sí solo, son todas las esperanzas que hay cuando empiezas a desarrollar tu carrera, todo el mundo te dice lo que vas a ser o lo que vas a conseguir, toda la presión que se vierte sobre ti cuando hay expectativas. Yo empecé a tocar a los 17 años y tengo 34, así que llevo media vida viviendo esto y me doy cuenta de que las expectativas son el gran enemigo de la creación, del arte, de ser tú mismo. De eso te das cuenta a medida que te vas enfrentando con tus fantasmas, a medida que ves lo que te debería pasar y no te pasa, dónde crees que deberías estar tocando y no estás tocando… Luego te das cuenta de que no funciona así, de que el camino es otro, y para eso tienes que pasar por todo ese pequeño infierno. Siempre lo he sentido como una mochila a las espaldas que te va minando. El tema refleja eso, es uno de los más tranquilos y reflexivos del disco, de los más tristes de tocar. En “Un pasado por delante” es al revés, cuando una persona no consigue estar en paz con su pasado y lo que eso le provoca en el futuro. Si no consigues superar todo eso, metabolizar toda esa mochila y continuar, eso sale cuando estás tocando. Es la otra cara de la moneda, como no cuides eso, ese pasado es lo que te espera toda tu vida. Así se enlaza musicalmente un tema con otro, la melodía de uno enlaza con la del otro porque pasado, presente y futuro es todo lo que eres tú, están muy relacionados. La conclusión que saco es que siempre estamos después o antes, pero hay que estar aquí.
P. Háblanos de Un instante en Nueva York.
R. Creo que ha quedado muy bien reflejado lo que es Nueva York. Cualquier persona que ha estado allí sabe lo que es un instante en Nueva York, pasan ocho millones de cosas en cada momento, te abruma y te emociona, agobia y a la vez ilusiona. Es mi ciudad favorita junto con Tokio. Cuando estoy allí intento mantener la calma, pero ocurren muchas cosas. Todo eso está reflejado en el tema, que además es «el más jazz» del disco, el que tiene más frases de bebop, más lenguaje strike piano. Todo eso no es baladí, está hecho aposta, es donde más licencia me he permitido para ser más jazzero.
P. Suite para Béla es un tema totalmente distinto a los demás. En él encontramos sonidos de la tradición.
R. La Suite para Béla es un tema dividido en cuatro partes, un homenaje a Béla Bartók, que me ha marcado la vida absolutamente, tanto pianística como armónicamente, y en él hay mucho de sus armonías, de su concepción. La melodía es muy rumana, de bailes folklóricos, muy de los países del Este. Es mi humilde homenaje a Bartók, porque lo que compuso es impresionante. Estoy muy orgulloso porque a mí, que he tocado casi toda su obra, me suena a Bela Bartók. Yo no me suelo escuchar, pero cuando he escuchado este tema he pensado que me puede valer. Es difícil, porque para mí suponía mucha presión y técnicamente es el tema además más difícil del disco.
P. Dices que no te sueles escuchar…
R. Una vez que hago los discos ya no los suelo escuchar. Este de piano solo sí que lo he escuchado y posiblemente es en el que más confortable me he sentido. Siento que cada vez estoy más cómodo con lo que voy haciendo, a lo mejor porque estoy más despreocupado y soy más honesto, más sincero, y hago lo que me apetece, pero no me gusta mucho escucharme.
Siento que cada vez estoy más cómodo con lo que hago, estoy más despreocupado y soy más honesto, más sincero.
P. Tus dos últimos trabajos han sido autoproducidos. ¿No has tenido buenas experiencias con las discográficas?
R. Con Universal fue nefasta, no me importa decirlo, esperaba otro tipo de trato. Dedication quedó entre los cinco primeros discos dentro de Cuadernos de Jazz y en otras revistas, y jamás entendí como con un producto que tenía tan buena recepción, que era algo fresco y novedoso en la manera de componer, todo el trato que recibí fue nulo. Comprendo que es una multinacional y que no puede hacer caso a todo el mundo, pero es que no hubo caso. No echo la culpa a nadie y no tengo rencor, pero me pareció que el trato no iba acorde con lo que estaba pasando con el disco. Me pregunté para qué lo sacaban, si les decía que vinieran a la presentación en el Central y en el Fernando Fernán Gómez y no venían. Entonces el mercado también estaba cambiando y cogí el toro por los cuernos. ¿A mí qué más me da tener dos copias de mi disco en la Fnac si la gente no sabe que el producto existe y nadie lo va a comprar? No habían puesto dinero para el disco y me dejaban cada uno a 10,35, yo tenía que vender a 15 para sacarme cuatro euros y no habían puesto un duro. Eso es un timo y un trato deleznable. Yo creo que las discográficas, y lo digo sin ningún reparo, deberían repensarse muy bien qué quieren hacer con la música que no es mainstream, mejor que no hagan nada, porque no puedes tratar de la misma manera a Dani Martín, a Perico Sambeat o a mí, no se pueden aplicar los mismos baremos porque no funciona igual. Si no vas a ser capaz y no vas a dedicar el cariño que requiere un departamento, mejor no lo tengas. Si hago el disco por mi cuenta no tengo que dar explicaciones a nadie y además la SGAE permite una manera de autoproducir que no está nada mal, te permite cierto margen. Puedes poner el disco más barato, lo anuncias en tu web, lo pones para descarga digital y lo vendes en los directos, que es donde se venden los discos. Yo he vendido ya 1.000 copias de Ritual entre la gente que me escribe y los directos, mucho más que con Universal. Pienso seguir así, este es el camino para gente como nosotros, la autoproducción o sellos muy pequeñitos que te dedican tiempo.
P. Tu nuevo disco se puede escuchar y comprar a través de Bandcamp, pero no en Spotify ni en iTunes.
R. Estoy absolutamente en contra de la compresión de la música, no me voy a Italia a grabar con un Fazioli con Stefano Amerio para luego poner en Spotify un piano comprimido a 320 kbps. En iTunes pagas 10 pavos por un disco y te lo están vendiendo en mp4, lo siento pero no. Ya sé que la mayoría de la gente me pondrá la excusa de que apenas se nota, pero yo no quiero contribuir a eso y claro que se nota. Cuando escuchas un plato que tiene frecuencias muy agudas, de repente ves que la frecuencia se corta, y cuando escuchas música que tiene bombos por debajo, el sonido se corta, no tiene profundidad. Se nota, pero la mayoría de la gente no lo nota, que es otra cosa. Lo pongo en Bandcamp porque me permite colgar mi disco en wav a 44100 kHz y 24 bits, y que la gente pague por algo que está sin comprimir, tal y como yo lo he concebido y como Stefano Amerio lo ha mezclado. ¿Para qué me vale grabar con un Newman de un millón, si luego lo voy a comprimir?
Estoy absolutamente en contra de la compresión de la música, no quiero contribuir a eso, el sonido no tiene profundidad.
P. Hay una buena lista de músicos que cuentan contigo en el escenario cada vez que vienen a España, como Benny Golson o Chuck Loeb. ¿Cómo es trabajar con ellos?
R. Sí, me están matando, ya no doy abasto. Por un lado, las experiencias son geniales porque sientes que tu trabajo ha tenido la importancia que a ti te gusta que tenga. Adula un poco y lo mides para que no te suba el ego, porque realmente un día estás arriba y otro estás abajo. Trabajar con ellos a veces es mucho más fácil porque no tienen miedos y disfrutan del talento de los demás, con eso está todo dicho. Yo me he sentido muchas veces más valorado por ellos que por gente que me conoce aquí y lleva 10 o 15 años tocando conmigo, tienen que venir ellos a decir que haces las cosas bien. Es una pena, pero España funciona muchas veces así. Yo sigo siendo la misma persona, pero ellos te lo ponen muy fácil y además disfrutan de lo que tocas y les gusta. Hay una libertad que a veces siento que aquí no hay, y eso que el 90% de la gente con la que yo trabajo aquí la tiene, pero algunas veces eso cuesta. La experiencia con ellos es muy positiva, increíble.
Trabajar con músicos como Benny Golson o Chuck Loeb es mucho más fácil porque no tienen miedos y disfrutan del talento de los demás.
P. Has compuesto y producido el último disco del rapero Nach, un trabajo innovador que nos ha encantado, en el que cuentas además con colaboradores de lujo.
R. Nacho tenía unas poesías, yo venía trabajando con él y entre los dos fue surgiendo la cosa. Al principio pensábamos en piano y voz, y luego lo fui concibiendo de otra manera, compuse todo lo que habéis escuchado y creé ese concepto. Yo creo que Universal está muy acojonada con eso, pero ha sido número uno en ventas, lo cual demuestra que la gente también está un poco cansada de siempre lo mismo. A raíz de esa producción, acabo de producir el último disco de Juan Valderrama, también con el trío [con Borja Barrueta y Toño Miguel], en el que he vuelto a meter a Enriquito, Ara Malikian, Javier Sánchez y Ariel Brínguez, y es algo muy distinto. Estoy teniendo mucha suerte porque ese sonido empieza a ser reconocible como mío y como el trío lleva tanto tiempo funcionando, hay mucha gente que se lanza a hacer eso también. Tiene mérito que artistas así tengan ese valor, porque es un salto al vacío. En el caso de Los Viajes Inmóviles ha funcionado muy bien, a mí me ha dado mucha reputación y a Nacho también como artista, es un disco desde luego muy distinto y del que nos podemos sentir bastante orgullosos.
P. ¿Cómo ves la situación del jazz español? ¿Crees que las discográficas y los festivales tienen en cuenta a nuestros músicos?
R. Cuando se generaliza se es muy injusto, porque se deja en el tintero a mucha gente que comprende el talento nacional y lucha porque esté presente en sus revistas, en sus radios… A rasgos globales, estoy muy cansado del Festival de Jazz de Vitoria, eso necesita un cambio radical y absoluto. Por una parte veo que a nivel nacional hay más talento que nunca en lo que están haciendo muchos músicos de mi generación e incluso gente más joven, hay cosas muy buenas con un nivel que no tiene nada que envidiar a lo que se está haciendo por Europa o Estados Unidos. Hay gente que toca muy bien, que compone muy bien y que tiene muy buenas ideas, pero necesitan visibilidad. El problema es que si en el Festival de Jazz de Vitoria prefieren programar a un guitarrista como Kris Kristofferson antes que al trío de Marcos Collado no se dan cuenta de que eso repercute en su perjuicio a la larga. Y creo que ya está repercutiendo, porque a mí me gustan mucho Chick Corea o Pat Metheny, pero estoy harto de verlos, yo quiero ver cosas de gente de aquí o de Europa. El problema, como siempre, es el dinero y lo que se saca de ahí, sin paliativos. Si yo traigo a Chick Corea, puedo poner un caché que no puedo poner si llevo a otro y yo también pillo algo de ahí, es un negocio. Lo que tenemos que conseguir con el tiempo es que la gente se gaste el dinero en gente de aquí, y para que se den cuenta de que también merece la pena, tienen que estar programados y tener visibilidad, pero no un martes, sino un sábado en la plaza y tienen que tener la misma importancia que Joshua Redman, por decir algo. Hasta que no ocurra eso, vamos a seguir igual o peor, es un efecto embudo: cada vez hay más formación y más músicos, y cada vez menos sitios y menos festivales, cada vez menos gente va a poder vivir de la música y vamos a seguir trayendo a Pat Metheny, aunque a mí me encanta. A veces consigues que te programen, pero ¿cuánto te pagan por esa actuación? ¿cuánto te valora el que te programa? A Metheny le pagan 50.000, pero a ti 1.500 o “a taquilla”. Creo que nos deberíamos negar rotundamente a eso, pero hay mucha gente que no se lo puede permitir. Yo veo la situación porque tengo contacto con muchos músicos y me da mucha pena, hay mucho talento dando clases porque no puede hacer nada más. Yo no tengo la solución, pero el problema lo veo claro y resolverlo es un trabajo de tiempo, de apoyo de las instituciones. Yo soy de los afortunados, puedo vivir de esto, pero hay mucha gente pasándolo muy mal, es un drama.
Lo que tenemos que conseguir con el tiempo es que la gente se gaste el dinero en artistas de aquí, pero tienen que estar programados y tener visibilidad.
P. ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
R. En el nuevo disco de Borja Barrueta, que sale ahora. Me encanta, es una preciosidad lo que ha hecho y me siento muy afortunado de haber grabado ahí. También en el nuevo disco de Pablo Martín Caminero y acabo de producir el de Juan Valderrama con el trío. Estoy también con Ara Malikian y Fernando Egozcue, con el segundo disco de Tomás Merlo, con la Orquesta Nacional. También con Chuck Loeb o Benny Golson cuando vienen, con Enriquito, con mi disco de piano solo, con el nuevo disco del trío que ya estoy empezando a componer… Seguro que me dejo cosas por ahí, estoy muy liado pero muy contento.
Soliloquio está disponible en CD en www.moisessanchez.com y en formato digital en Bandcamp.
Calendario de conciertos en http://www.moisessanchez.com/agenda
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Moisés P. Sánchez: «Las expectativas son el gran enemigo de la creación»
13/11/2014 - Por Ana Blázquez y Carlos Monje
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Con tres discos como líder (Adam The Carpenter, Dedication y Ritual), una formación y un currículo envidiables e innumerables proyectos como músico y productor, Moisés P. Sánchez es a día de hoy uno de los valores más importantes del jazz europeo. Recientemente el pianista presentó Soliloquio, su primer disco en solitario, un trabajo donde solo escuchamos composiciones propias fruto de una gran reflexión, desarrollando un diálogo consigo mismo “sincero y desnudo”, en palabras del pianista. En esta charla con Diariofolk, Moisés habla de su nuevo disco, de sus proyectos y de temas de la más candente y polémica actualidad.