Lisardo Lombardía, un asturiano en Lorient

12/08/2012 - Por Kontxi Diez
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Polifacético donde los haya, médico, periodista, productor musical y cantante, fundador entre otros de Fonoastur, fue delegado asturiano del festival entre 1985 y 2006. En abril de 2007 Lisardo Lombardía, asturiano de Laviana, toma el testigo como director del Festival Intercéltico de Lorient, por su buena conexión con el anterior director y fundador, Jean-Pierre Pichard, y por descontado, por su buen hacer.
Lisardo Lombardía

Pregunta: ¿Qué supone exactamente esto de ser delegado y posteriormente asumir la dirección general?¿Qué otras delegaciones existen?
 Respuesta: El festival, desde el principio, cuando se empieza a estructurar con una dimensión internacional definitivamente, estableciendo una estructura para el futuro, tiene una persona que se ocupa de ser el embajador y representante del festival a nivel institucional en cada uno de los países o regiones que participan en él. Hay un delegado en cada uno de ellos: Escocia, Irlanda, Gales, Isla de Man, Cornualles, Galicia y Asturias. Desde el año 85, fui yo quien preparó el dossier y defendió la entrada de Asturias dentro del festival. En el 81, cuando hice esa proposición, el festival estaba en plenos cambios y hubo que esperar un poco. Yo empecé a trabajar por mi cuenta en mis proyectos en Asturias, dirigí durante 5 años los primeros festivales celtas que se hicieron en Oviedo, como La Noche Celta de Oviedo, en el 84 fuimos con una exposición a Irlanda, al festival de Killarney, y tuvimos otros contactos internacionales. En el 85 vine con una delegación a Lorient y desde entonces hasta 2006 fui el delegado de Asturias. Me tocó organizar todas las delegaciones todos los años y además preparar los dos años anteriores del año de Asturias, el 98 y el 2003. Hubo un primer intento en el 91, y fuimos nosotros los pioneros, coincidiendo con la apertura de una línea marítima entre Gijón y Lorient. De hecho ya estaba rondando en la cabeza de Jean-Pierre Pichard la idea de cambiar la fórmula, de dedicar a cada uno de los países la presencia en Lorient. En el 91 fue un experimento, pero el primer año fue realmente el 98, y posteriormente el 2003, ambos con Asturias como invitada.
El papel del delegado es hacer la selección de los grupos que vienen, buscar los fondos económicos que ayudan a ese desplazamiento, sobre todo cuando hay proyectos que van más allá de un simple caché o un desplazamiento. Además, es el interlocutor institucional con todas las entidades que tienen que ver con Lorient, es decir, cuando por ejemplo llega alguna cosa directamente aquí, lo que hacemos, salvo que sea alguna estrategia global, es dar la referencia del delegado local. Nosotros confiamos en ellos, tienen su responsabilidad y un papel importante. Son interlocutores del director general para toda actividad en relación con el festival.
Lorient es una parte muy importante de mi vida, terminé aceptando y acertando
P: ¿Has conseguido mantener alguno de tus anteriores proyectos o el festival absorbe todo tu tiempo?
R: Cuando acepté venir aquí, sabía que tenía que dedicarme cien por cien al festival. El proyecto que más quise y en el que más puse, que era Fonoastur, está actualmente parado. Éramos tres socios, yo fui siempre el gerente, y en un momento dado me hice con el proyecto completo, con la empresa. Está parado por varias razones: la crisis económica y el mercado discográfico, que está arruinado en España. Aquí todavía hay otra mentalidad, aún funciona un poco, pero no se pueden compatibilizar las dos cosas.
Lorient es una parte muy importante de mi vida, terminé aceptando y acertando, ya que consideraban que era la mejor solución para la continuidad del festival. Una vez tomada la decisión, vivo en Bretaña 300 días al año, aunque voy a Asturias con mucha frecuencia. Francamente, es un privilegio. Es además una revolución para las relaciones con todo el norte de España. Eso no implica que haya dejado cosas como seguir escribiendo, charlas cuando me lo piden y los amigos de la fundación Belenos se empeñan en que continúe siendo el presidente. A este lado del mar, no puedo hacer un seguimiento día a día porque el objetivo ahora es la consolidación y continuidad de este festival.
P: En tu sexto año como responsable, ¿qué nombres destacarías de entre los que llegaron de nuestro país y por qué? ¿Y del resto del mundo?
R: Es difícil, una de las características de Lorient es que tomamos el riesgo de descubrir gente. Es mucho más habitual que los festivales tiren de catálogo y hagan una selección que convenga, de acuerdo con el presupuesto, con las tendencias… El festival siempre se consideró un proyecto de creación, donde las conexiones se hacían localmente pero luego había una continuidad. Históricamente, desde Carlos Núñez, a quien todo el mundo conoce, a Capercaillie y The Corrs, que empezaron aquí y poca gente lo sabe. Y es que este era el festival de referencia. En estos seis años casi ya ni me acuerdo, es tan intenso que va cambiando progresivamente. Hay descubrimientos significativos, aparecen nombres desconocidos que se van consolidando. Nualla Kennedy, por ejemplo, es conocida en Irlanda y Escocia pero aquí no lo era. Este año Colin Grant, las Hay Babies, un grupo extraordinario de Acadie. De la península, tanto la delegación gallega como la asturiana traen gente de calidad. Raramente hay algo que no funcione. Es la expresión de una cultura y estamos convencidos de ello.
P: ¿Sueles visitar otros festivales?
R: El invierno lo paso viajando, voy a muchos festivales. Prefiero ver los grupos en directo para luego tomar decisiones. Toda la información que nos llega la vemos y hago una preselección, pero me gusta ver cómo funciona en directo. No es lo mismo ver un clip, porque se hacen cosas estupendas con las canciones y luego te encuentras con sorpresas. A veces hay gente cuyo disco no llega al nivel, porque tenía pocos medios, pero en directo sorprende.
P: La palabra celta, parte misma del nombre del festival, parece ser el término más importante que define el eje del espíritu de la programación, aunque el abanico se ha ido abriendo a los otros términos usados en este mundillo, como folk, músicas del mundo, música étnica y alguno más, tan debatidos, metidos frecuentemente en el mismo saco. En estos apartados entrarían músicos como Omara Portuondo y Buena Vista Social Club. A lo que ha llegado un evento de gaitas con los años…
R: No es ninguna contradicción. Manu Dibango vino aquí cuando nadie le conocía. Buena Vista Social Club es una pequeña parte de una programación en la que el 95 por ciento es celta. Además, hay una coherencia, estamos hablando de la conexión de la emigración. Los gallegos y los asturianos tenemos una presencia fortísima en Cuba. El actual ministerio de cultura en La Habana es el antiguo centro asturiano. Castro es de origen gallego, su vicepresidente de origen asturiano. Hay un lazo, y este es un festival de música abierto al mundo. En Bretaña se hacen además muchas conexiones con música gitana, del este de Europa, iraní, del norte de África, y se ven como normales este tipo de contactos. Digamos que ese toque latino lo he podido desarrollar un poco más. El mestizaje cultural y la aproximación de culturas siempre estuvieron en el festival.
El mestizaje cultural y la aproximación de culturas siempre estuvieron en el festival de Lorient
P: ¿Ha afectado mucho la crisis al presupuesto este año?
 R: La verdad es que somos bastante valientes. Está un poco por debajo del presupuesto del año pasado, pero muy poco: 5.200.000 euros. De momento lo mantenemos, pero somos conscientes de que a partir de septiembre muchas cosas a las que estamos acostumbrados ya en España, se van a empezar a plantear aquí, como buscar una economía más autónoma aún. El presupuesto se divide en tres partes: un tercio son subvenciones públicas, que se van a reducir seguro porque ya están congeladas, y los otros dos tercios son billetería, productos derivados y la consumición. Por eso trabajamos todo el año 13 personas, para poder tener estos recursos. Lo que buscamos entonces es tener recursos propios todo el año, en torno a la música celta y músicas del mundo -término que a mí no me gusta nada- que representa un poco la diversidad cultural. A partir de ahí, tener una economía propia, con productos propios y sobre todo que sea un centro de referencia, hay que consolidarlo de manera autónoma.
P: ¿Cuál ha sido la experiencia más satisfactoria en estos seis años?
R: Los proyectos que voy desarrollando, a veces con dificultades, defendiéndolos con fuerza, al final la gente se ha dado cuenta de que funcionan y ahí están. El “Dôme” es un ejemplo de lo que digo. Ha dado problemas, pero a la vez muchas satisfacciones. Es algo totalmente abierto, muy versátil y la acústica es muy buena. El año pasado, el concierto que se hizo en torno a Jack Kerouac fue una gran satisfacción. La gente se sorprendió un poco pero funcionó muy bien. También el de Hevia, en homenaje al gaitero Remis, algo desconocido por aquí, coincidiendo con la diáspora, que quedó perfecto. Un grupo chileno, el año pasado, parte asturiano y parte gallego, gaiteros cubanos que tocaban con Carlos Núñez. En esa otra parte la gente descubre un mundo que no conocía, sin renunciar a todo lo demás, porque la fuerza de la música bretona y esa naturalidad del mestizaje que aquí se realiza, provocan una apertura de mente importante. Al principio se sorprenden un poco con las propuestas pero una vez que lo ven, quedan totalmente convencidos.

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